Estoy teniendo un deja vu en estos momentos, bueno no exactamente porque la otra vez si tenía pantalones y era porque casi incendio mi antigua escuela. ¡Que aun sigo diciendo que fue un accidente!
—Esperará un momento aquí hasta que podamos contactar con Collette y su tío—me notifica con un tono reprobatorio y me atrevería a decir que incluso con decepción.
Es la misma mujer con la que me di de luchas en la tierra y aunque no me ha quitado la mirada de furia contenida. Sé que es capaz de al menos sentir un poquito de empatía por mí. Es casi de mi estatura, con cabello corto y piel aceitunada.
—Está bien, Rogers—digo en un hilo de voz apenada. De todas formas, les cause problemas y ganas de pedir disculpas
En este momento, si estuviera en un estrado con una gran luz blanca machacándome los ojos y un micrófono diciéndome "Pendeja, habla" estoy segura de que primero lloraría para después reírme como demente y decir "Tranquilos, arreglaremos la situación".Cosa que planeo hacer y he estado planeando durante el trayecto a los dormitorios con Marcus y sus hombres de negro. Obviamente en mi cabeza porque si lo supieran, Rogers sería capaz de esposarme a ella para no perderme de vista.Primero un buen plan debe tener un buen nombre. Quizá "Regalando mi dignidad" "Ofreciendo mi dignidad" ... ¿Sacrificar? Em, lo dejo de ultimo mejor. Segundo punto, necesito a mis secuaces a los cuales ya arrastré hasta el ala "Cartoja".Que fue donde hable
—¿Qué haces aquí? — su voz era la misma, sus nudillos se tornaban blancos mientras mi vergüenza escapaba por la ventana—¿Quién te trajo hasta aquí?—Vine por mi propia cuenta—alzo mi voz comenzando a caminar al sentido contrario que él. No se porque, solo me sale porque sí. Como si jugábamos aquel juego donde tienes que rodear varias sillas y prepárate para adueñarte de una cuando termine la canción—Y mire por mi propia cuenta cuando sepa lo que quiero saberSe que estoy al borde del colapso, pero la pequeña personita de mi mente que me echa porra mientras come palomitas, me anima a seguir con esto y a decir "Que sea lo que Dios quiera"—¿Y yo se lo que quieres saber, joven
Venganza, dulce y amarga palabrita que no para de rondar en mi cabecita.No, enserio. Estuve pensando en el significado de esas letras durante horas, mientras mis amigas se dedicaban a tratar de invocar a Afrodita para que hiciera un milagro en mí aspecto (las dejo en visto, por cierto).Y todo por la odiosa voz de Belmont susurrándome "¡Véngate, véngate!" que tengo atorada en mi subconsciente por haber estado escuchándolo durante horas a centímetros de mi oído.Si no estuviera tratando de centrar mis ideas en un plan A de "Actuar como si nada, igual este siempre fracasa". Un B de "Bendito el ángel que baje y me ayude" y un C de "Corre, estúpida, corre". Quizás no estuviera tan nerviosa pensando en qué v
—Muy bien, les contaré— ojeo por última vez buscando a Collette, asegurándome que el renacuajo real en realidad no esté presente en la habitación—Cuando estuve en Paris con él, note que tiene la mala costumbre de comerse sus propios mocos ¡Y no solo eso! — bebo un ligero trago de este amargo vino buscando un ligero toque de inspiración— De caballero no tiene nada, yo misma tuve que llevar sus maletas y si pudieran oler como apestan sus pies.—¿Usted mantiene una relación estrecha con su majestad? — Los maravillosos ojos de Léna no dejan de inspeccionarme de arriba a abajo como si pudiera distinguir al pequeño demonio de Weber hablándome, sentado en mi hombro— Si usted tiene conocimiento de todo eso debe de ser muy cercana a él.
—¿QUE PARTE DE QUE SOY LA PERSONA MÁS ASUSTADIZA DEL PLANETA NO TE ENTRA POR LA CABEZA? — grito todavía con la piel de gallina y los nervios a flor de piel, encarando a Dareh y separándome de los ladrillos a los que estaba a punto de fusionarme— Anda, ve por la puerta de atrás, te seguiré— trato de imitar su voz—¡Oh! Espera, lo más seguro es que entre como un puto psicópata y te siga para que no te asustes y te cause un paro cardiaco ¡Dareh no sonrías!Me dan unas grandes ganas de arrojarle lo que sea que tengo aun en mi puño.—Raquel—da unos pasos acercándose a mí como si asustarme no se pudiera castigar cruelmente, eleva su brazo hasta alcanzar mi mano y roza mis nudillos por su suave y calentita ba
Sostengo su mano derecha mientras me dejo arrastrar nuevamente por los pasillos de la escuela. Espero no arrepentirme de esto, simplemente quiero hacer callar mi estómago y darle algo que comer, si es posible que sea digno de dioses.Ya no tengo a Belmont en mi hombro dándome ideas tentadoras, ni el ángel de Stephen tratando de convencerme de hacer el bien, desaparecieron en el momento que acepté venir con el mismísimo dueño del inframundo y creo que eso es mala señal.De vez en cuando Dareh voltea a verme, con una sonrisa en el rostro como si fuera un niño con su nuevo juguete llevándolo a casa por primera vez.Lo que hago por comer bien una noche en mi vida...¡Ens
—Pero es injusto—reniego como por cuarta vez, ahora tratando de sonar convincente por una vez en mi vida—es totalmente injusto tenerme aquí y chantajearme con comida—No sé cómo llamarle a este sentimiento de querer estar aquí y a la vez no.—¿Qué es injusto? — dice el renacuajo tan tranquilo e inocente, que me lo imagino en la jefatura sentado bajo una lámpara mientras le preguntan qué adonde me tiene encerrada y convenciendo al policía que es totalmente impune.Me estoy llenando de impulsos que sé que, si los dejo salir, todo esto acabará mal. Intente, enserio intente estar aquí por cinco minutos y no funciono. Quien sea que sea mi ángel guardián esta despedido.
Llegamos hasta el gimnasio, tomando como salida unas ventanas medianas en los vestidores de hombres, todas las luces de la escuela se encienden por arte de magia cuando estoy tratando de decidir si caer en un arbusto llenos de flores, que no se si tienen espinas, o directamente al césped y fracturarme un hueso.—¿Ya te arrepentiste? — lo escucho desde el otro lado.—Simplemente estoy planeando la estrategia—musito con un pie fuera de la ventana y el otro aun en los vestidores. No es tan alto, pero prefiero el árbol y mil veces volver a saltar al vacío con un colchón de agua esperándome.—Bájate, saltaré yo primero.—No es que tenga miedo—