—El fiscal ha acelerado el juicio,¿te irás o esperas la sentencia?
—Me iré, para la sentencia estaré aquí.
—Ay amigo,¿que te sucedió?
—Estoy bien—respondió a Roberto mirando por la ventana hacia el magnífico jardín que encierra el hotel, con ambas manos en los bolsillos.
—Si te lo repites muchas veces, puedes que te lo creas, pero a mí...no me engañas, nunca te has tomado un asunto tan personal como este, y eso que hemos tenido muchos.
—Bien,¿que hay de Sebastián?—preguntó cambiando el tema.
—¿Que hay con él?
—Corre algún peligro, recuerda que fue Gabriel quien lo quiso atropellar.
—El salvó a Catalina, el auto se lo tiró a ella el hijo de p**a.
—Viajaré con Valentina esta vez—ignorando cualquier tema que incluya a Catalina.
—¿Estás seguro?—preguntó expandiendo sus ojos
—Si, ¿por qué no habría de estarlo?
—Solo pregunto, es tú decisión.
—Le hará bien pasar unos días con sus
Se inclinó para rozar los labios con los suyos. —Julián —llamó Martin seguido de Bastián. —Cuánta interrupción—suspiró mirando desde la puerta de la habitación de Catalina. Se juntó con Martín en mitad del pasillo. Mientras Bastián dió los pasos necesario hasta Catalina. Abrió la puerta hasta atrás permitiéndole la entrada. —¿Te acompaño?—preguntó Bastián Abandonando sus pensamientos en Julián. Catalina miró la cara sonriente de Bastián. Por primera vez Catalina se dió cuenta que jamás había mirado con detención la cara de Bastián Lander, el hombre. Jamás ha considerado que burbujea debajo de aquel atractivo rostro juvenil y esos bellos ojos de color celeste. Tampoco ha apreciado esa lealtad incondicional hacia Julián. —No fue nuestra intención interrumpir—dijo una vez dentro de la habitación—Martin tiene que hablar con Julián de algún asunto importante...eso creo. ¿Molesto?,si quieres me voy. —Quedate—pidió tocando en
La acarició con la mirada al entrar al comedor y verla sentada junto a Bastián. En su mirada no había compasión, solo había amor. El había permitido a Catalina entrar en el santuario de su corazón¿Por qué a ella?¿Que tenía esa mujer diferente a las demás?¿Cómo fue que derribó su barrera, rompió su armadura, sin que él se diera cuenta y sin darle tiempo de correr?¿Cómo podría continuar con su vida ahora que la había encontrado? Catalina lo miró y su boca le regaló una sonrisa. De pronto observó a Martin que llegó dando grandes pasos junto a ellos. —Te necesita Frank—indicó Martin. —¿Está aquí?—interrogó Julián —En tú oficina, te espera. —Voy, permiso —dijo dirigiendo la mirada a Catalina. Hicieron su entrada Valentina y sus hijos, se habían ido y desde el día anterior estaban de vuelta en el Resort. Esta vez solo iban por una semana. —Hola Cat¿puedo decirte Cat?—preguntó Julieta, de pie junto a ella, apoyando un
Luego de un rato. Y mientras se encontraban reunidos a orillas de la piscina, vigilando a los hijos de Valentina que estaban jugando con una pelota fuera de la cerca. —¿Julián?—preguntó Catalina a Bastián. —Llevó a Mariposa a pastar y también para aclarar la cabeza—Respondió Bastián. —Se está preparando para cortar las nuestras—sugirió otro guardia—todos nos descuidamos está mañana. En la distancia, debajo de un pino se divisó una figura. Catalina reconoció a Julián. Era el mediodía cuando apareció Bastián en la puerta de la habitación de Catalina que se encontraba abierta. —¿Puedo entrar? —Por supuesto. —No se como pasó la niña sin ser detectadas por los guardias. —No se deben culpar, y no creo que Julián tome represalias. —Entiendes lo grave del asunto, que hubiera pasado si Mariposa la golpea con sus patas. Hubiera sido una tragedia que Julián jamás se lo perdonaría. Iré a relevar a Mar
—¿Se siente bien señorita?—preguntó José —Si, solo tengo un poco dolor de cabeza—mintió Catalina—al caminar se me pasa, estaré bien, no se preocupe. Luego tomó rumbo a la colina, caminó de forma lenta, disimulando su preocupación, llegando al límite del bosque, recorrió en busca de una entrada para llegar a la cantera. La suerte la estaba acompañando, miró hacia el lugar del guardia para poder introducirse en el bosque sin ser vista. Al mirar hacia el lugar de donde se encontraba el hombre vigilando; este estaba observando hacia la planicie, y ella corrió por entre los árboles a toda prisa, continuó corriendo, rogando que Gabriel no lastime a Julián. Corria llena de miedo, pero con la fuerte convicción de entregar su vida por la de Julián. —Julián—dijo Bastián interrumpiendo en la oficina—ando en busca de Catalina, los guardias dicen que la vieron cerca del bosque caminando, y don José dice que la vio en el establo, estaba
Al caminar hacia su trabajo, Catalina lleva puesto los audífonos, dónde va escuchando la lista de sus canciones favoritas. Al doblar en la esquina de la calle, con la principal avenida se encuentra frente a frente con Gabriel, su esposo; aún no se ha divorciado de él, no ha tenido la valentía de pedir el divorcio. Su cuerpo le tiembla, sus piernas y pies le pesan, sin poder dar un paso, se queda paralizada, sudando de miedo al estar frente al hombre, que constantemente le amenaza con matarla. Cómo de costumbre, comienzan los insultos, las amenazas, y los reclamos. La hace culpable, del fracaso de su matrimonio, sin poder emitir palabra, respira entrecortado, en silencio se aconseja, que tenga calma, que nada sucederá, que él no se atreverá a dañarla frente al escaso público que se desplaza en esos momentos, tanto de a pie como en vehículo. —Al fin te encuentro, te ves más delgada, al parecer no te dan descanso, dime ¿cómo te lo hace, mejor que yo? —Lo siento, debo continuar—dijo al
Aún seguía sin entender lo sucedido. Sentada enfrente del escritorio de cara hacia el capitán de la policía, mientras era interrogada como si ella fuera culpable de lo ocurrido. —¿Entiende la gravedad del asunto señorita?. Ruegue para que su amante no muera y pueda declarar, y entonces sabremos la verdad. —¿Cuál verdad? No entiendo que hago aquí, al que deberían estar interrogando es a Gabriel, fue él quién nos tiró el auto encima y Seba me arrojó hacia un lado—dijo con desesperación y amargura. —El señor del auto es su ex esposo, él nos contó otra cosa, ahora solo queda esperar y sabremos que fue lo que realmente sucedió. Desanimada y triste por no poder estar con Seba. Él arriesgó su vida por salvar la de ella y ahora se encuentra solo en aquel hospital y ella llora por dentro. Cómo es que la vida le hace tan malas jugadas. La venganza no discrimina a los desconocidos, solo los cataloga como alguien indispensable para provocar dolor por una
Quedó alucinada con aquel lugar, no por su construcción tan rústica y elegante a la vez. Salió al balcón, respiró con profundidad, sus pulmones se llenaron del nuevo aire limpio y puro de aquel lugar. Se miró al espejo antes de bajar. Tomó el ascensor, bajó junto a unos huéspedes, le habían asignado una habitación a mitad del pasillo. Se sentía tranquila por estar en aquel lugar. Recordó su vida feliz, hasta que el problema comenzó.Tenia un esposo introvertido, pero amoroso. Juzgó su vida como un sueño hecho realidad.Luego su sueño se convirtió en pesadilla y sus días en una lucha fútil. Perdió la necia fe que tenía en Gabriel. Batalló por mantener a flote su matrimonio.Todo se derrumbó cuando él en un arranque de irá la golpeó haciéndola caer al piso de una sola cachetada. Pensando que aquello era lo peor que le podía pasar, pero él, en un acto de cobardía insensata, probó que estaba equivocada; al encontrarse sujeta con la enorme man
Pasaron las festividades sin contratiempo. Julián no se ha movido del Resort Del Sur a la espera de la noticia que pronto acabe el calvario para Catalina. Con Gabriel en prisión, posiblemente ella quiera volver a Etruria para continuar con su vida. Vivir en tranquilidad. —Aquí se vive en tranquilidad y respirando un fresco y renovador aire—mencionó Catalina, mientras almuerza junto a Bastián. Hizo su entrada Julián y fue directo a la mesa que ocupan. —¿Puedo sentarme?—preguntó indicando la silla que se encuentra desocupada enfrente de Catalina. —Por supuesto, estamos terminando de almorzar—advirtió Bastián. —¿Que harás luego?—dirigiendo su mirada y pregunta a Catalina. —Quiero caminar. —Bien los dejo, es el día libre de Catalina, no el mío, el deber llama y debo trabajar—dijo retirándose de la mesa. Fijó su mirada en los huéspedes que entraban y salían del comedor, evitando que sus ojos se encontr