Quedó alucinada con aquel lugar, no por su construcción tan rústica y elegante a la vez.
Salió al balcón, respiró con profundidad, sus pulmones se llenaron del nuevo aire limpio y puro de aquel lugar.
Se miró al espejo antes de bajar.
Tomó el ascensor, bajó junto a unos huéspedes, le habían asignado una habitación a mitad del pasillo.
Se sentía tranquila por estar en aquel lugar.
Recordó su vida feliz, hasta que el problema comenzó.Tenia un esposo introvertido, pero amoroso. Juzgó su vida como un sueño hecho realidad.Luego su sueño se convirtió en pesadilla y sus días en una lucha fútil. Perdió la necia fe que tenía en Gabriel.
Batalló por mantener a flote su matrimonio.Todo se derrumbó cuando él en un arranque de irá la golpeó haciéndola caer al piso de una sola cachetada. Pensando que aquello era lo peor que le podía pasar, pero él, en un acto de cobardía insensata, probó que estaba equivocada; al encontrarse sujeta con la enorme mano de Gabriel por el cuello en un intento de querer estrangular. La violencia asesina de su esposo, le gritaba el peligro de seguir al lado de un desequilibrado, aquello fue demasiado para ella.Con sus sueños rotos, reunió valor para alejarse.Vagó durante días en sus recuerdos.Cansada, lastimada y agobiada por sentimientos de culpa, se sumió en el pozo oscuro de su pena.
Al salir del ascensor se encontró con Julián.
—Se debe estar preguntando por qué me encuentro aquí—dijo al descubrir la mirada confusa de Catalina, mientras examina el presente, solo se anticipó a una interrogación—presto seguridad a todas las propiedades Del Sur .
Lo que no sabe Catalina es que el despliegue de los mejores hombre en seguridad. Son para darle protección a ella. Julián necesita reunir pruebas para hacer justicia por su hermana Alejandra. Esta es la primera vez que está cerca de lograr su cometido .
—Nos veremos un par de días, estaré una semana por acá—confesó Julián
Luego extendió su mano como despedida. A Catalina le agradó el contacto, la tibieza de la mano fuerte sobre la suya. En ese instante se dió cuenta que podía confiar en aquel enigmático hombre.
Catalina no puede permitirse ni la más mínima debilidad, tiene miedo a terminar por derrumbarse.
Caminó hasta su puesto de trabajo, allí le espera el administrador del lugar para presentarla ante sus compañeros.
La mirada de ellos fue inquisidora, y en sus rostro había interrogación.
—Hola, soy Catalina—se presentó.
Todos respondieron al saludo alzando tan solo una de sus mano. Sin dar mayor importancia a la mujer.
Su incomodidad la ahogó con una sonrisa.
Se ató su cabello de color negro que caía en bucle hasta los hombros, su mirada se posó en el grupo de recepcionista que al parecer por lo que se veía en sus rostros, se negaban a dar una bienvenida.
Cada uno se introdujo en su trabajo.
El día pasó sin gran movimiento.Caminó hacia el comedor por su cena, luego de cenar, salió a la terraza que da hacia el horizonte, miró al cielo y sorprendida por el color rojizo que dejaba ver, abrió sus enormes ojos y respiró con profundidad llenando sus pulmones de aquel aire puro que con generosidad les regalaba la gran montaña.
Absorta, con la mirada clavada en el cielo de color rojizo. No se percató de la figura masculina que se acerca de forma silente. El viento llevó hasta ella un aroma que le parecía conocida.Giró su cabeza para mirar de quién se trata.
Gracias a la seguridad de la penumbra que invadía el lugar; al retirarse la luz natural para dejar a la luna llena cubrir el lugar con su luz.
Al ver a Julián de pie cerca de ella, Catalina dejó que su mirada curiosa lo recorriera .Desde su cabello castaño claro, hasta sus pies, incluida su estatura de un metro setenta y ocho. Era un hombre espléndido.
Al mirar Julián a Catalina, en la penumbra sus ojos parecía más oscuros aumentando el penetrante azul de las pupilas, y con su rostro menudo adquiría un color amarillento de una antigua fotografía, con aquel cuerpo menudo, apenas tocado por las sombras.
Continuó Catalina observando a Julián. Su mandíbula firme mostraba una barbilla partida. Cuando el le sonrió, el brillo de sus dientes contrastó con el bronce de su piel. Era guapísimo.El color negro de su vestimenta le prestaba un aura de misterio y una sensualidad melancólica más fascinante que la belleza física. En otro tiempo y en otra vida, lo hubiera juzgado mucho más atractivo, hasta se hubiera permitido soñar junto a él.
—Bella noche, cálida y luminosa—dijo él, rompiendo el incómodo silencio que los invadía.
—Relajante lugar que llena de energía—respondió Catalina.
—¿Había visto alguna vez el cielo tan rojo, mientras ve el nacimiento de la luna sobre el poniente?—la impulsiva pregunta de Julián era retórica.
—No, estoy deslumbrada con este paisaje que rodea el Resort—respondió Catalina con relajo.
—Es un increíble lugar, más allá, hay un establo, del otro lado del cerro un lago que en invierno forma una pequeña capa de hielo sobre sus aguas, se puede visitar con guía y mucha precaución. Alli se puede apreciar una cantera, de dónde se extrajo gran parte del mármol que se utilizó en el Resort.
—Me encantaría conocerla, no sé cuánto tiempo estaré por aquí—y su voz sonó triste.
Julián comprendió su conflicto. Habia previsto esa confusión, esperó paciente a qué la mujer comenzara a desentrañar su pasado y así poder introducirse en su vida para poder dar protección, y atrapar al asesino que iba en busca de su segunda víctima.
La compadecía a pesar de que descarta esa extraña carga de culpabilidad. Catalina no se sentiría en paz. Catalina no había perjudicado a Gabriel. Dudaba que pudiera perjudicar a alguien, pero esa creencia no importaba en el momento. Solo Catalina importaba y ella se sentía responsable de un modo terrible de muchas formas y de muchos conflictos.
Algún día él descubriría esa transgresión secreta para liberarla de los sentimientos destructivos que la carcomía por dentro. En esos momentos le hubiera gustado tomarla en sus brazos para tranquilizarla como haría con un amigo o con un niño que llora. Pero Catalina no era una criatura, sino una hermosa y sensual mujer que tenía enfrente y que había empezado a pensarla cada día desde que la vio en las fotos de un informe que tenía en su escritorio bajo llave .
Fue en busca de Gabriel y sin querer, sin buscarlo había visto y ahora empezaba a conocer de una manera más cercana a Catalina y se negaba a admitir lo que comenzó a sentir por ella.
Aquella maravillosa mujer, era una mezcla de valor y fragilidad. En las fotos le pareció hermosa, pero ahora parada ante el barandal, con los rayos lunares cayendo a su alrededor, le pareció mucho más hermosa.
Simulando un camafeo perfecto, con sus facciones a contra luz, su cabello suelto formando rizos. Barbilla un poco fuerte, la curva de su sonrisa podía endulzar su expresión. Era pequeña y delicada a pesar de su metro sesenta. Su ropa sin ser ceñida, delinea las delgadas curvas femeninas. Una mujer en todo el sentido de la palabra .
Julián quiso abrazarla más que nunca, reforzar su valor con el suyo. Quizá con el tiempo si ella le da la oportunidad, lo hará.
—Buenas noches, que descanse —se despidió Catalina al comenzar a retirarse.
—Buenas noches—responde Julián, mientras la sigue con la mirada.
Apoyó sus antebrazos en el barandal y quedó mirando al horizonte sin mirar, sus ojos estaban fijos en un punto, pero sus pensamiento y su cuerpo estaba fijo en la pequeña figura que acaba de desaparecer en la puerta de entrada.
"¿Que pasa Julián, prometiste que no te ibas a enamorar de ninguna mujer, has roto tu promesa?".
Miró hacia el cielo para observar las estrellas, luego se dirigió hacia el establo.
—¿Cómo está don José ?—Preguntó
—Bien don Julián, ¿va aprovechar la hermosa noche para montar?
—Si, me prepara a Mariposa por favor—pidió con gentileza
—Con gusto, don Julián.
—Luego se va a descansar, yo me encargo de guardar a Mariposa.
José asintió con la cabeza , preparó a la yegua y se retiró a descansar.
José tenía una casa en la parte sur del terreno donde vivía con su familia.
Los empleados de aquel Resort, ocupan un piso, allí cada uno tiene su habitación. Lo único que deben hacer es mantener en orden y limpio el lugar.
Cabalgó hacia la colina que se encuentra entre el Resort y la montaña.
Una vez allí comenzó a dejar que Mariposa se echara a correr, primero al trote y luego a gran velocidad. Pretendiendo que con aquella actividad pudiera quitar de sus pensamientos a Catalina. Que le estaba sucediendo con aquella mujer, tal vez solo era compasión la que sentía hacia ella y quizás era eso la que lo mantenía al pendiente y que hace que la piense todo los días. Hizo que Mariposa corriera contra del viento para azotar su cara con el.
Tenía que alejarse de ella o sino la promesa que se había echo, quedaría invalidada por el deseo que estaba sintiendo por Catalina.
Antes de meterse en la cama Catalina salió al balcón para llenar de aire puro sus pulmones antes de dormir.
Vio a lo lejos un hombre que cabalga, aquella silueta le pareció familiar, fijó sus pupilas en los movimientos del jinete, se quedó allí por unos minutos observando. Luego entró cerró la puerta de vidrio que une la habitación con el balcón.Se metió en la cama, apagó la luz para llamar así a Morfeo, pero no le fue posible, comenzó a dar vueltas en la cama, lo último en su mente es la sonrisa de Julián. Después de un buen rato por fin se durmió.
A la mañana siguiente Catalina pasó temprano por el comedor, tomó su desayuno, luego se fue a cumplir con su turno, contestó las llamadas y se sintió alegre de escuchar la voz de su amigo.
—Hola guapa¿cómo has estado?yo estoy en casa y vino la policía por más pregunta.
—¡Seba!—exclamó al saludo de él—te extraño, y extraño a mi Odín. Gracias por cuidar de él.
—Odín es un gato lleno de amor, duerme junto a mi madre. También te extraño. Lamento decir esto, pero el canalla de tu ex esposo por alguna razón te quiere culpar y la policía lo está apoyando.
—Lo sé, estoy alejada de la ciudad, y el abogado que puso el señor Montecinos, está llevando mi caso y mi divorcio, estoy bien y tranquila de momento. ¿Cómo está tu operación?
—Estoy recuperándome rápido, pronto estaré listo para volver al trabajo.
—¡Que bien!perdón amigo por todo lo sucedido, recibiste lo que iba dirigido a mi, no sabes cómo lo siento.
—Deja de cargar culpas que no son tuyas, aquí el único culpable es el psicópata de Gabriel. No te quiero sentir triste, te quiero, cuídate, en algún momento nos veremos, pero por mientras disfruta la tranquilidad que te brinda ese lugar.
—Lo haré, cuídate, te quiero amigo.
Ambos colgaron y ella continuó anotando las reservas.
—Buen día Catalina—le era familiar aquella voz, por lo que no levantó la vista hasta haber terminado de anotar un número en el computador.
—Julián, buenos días ¿te marchas hoy?—pregunto al verle cargando un bolso de viaje.
—Solo iré por unos días, pero estaré de vuelta pronto, tengo que aumentar las guardias.
—¿Porque tanto despliegue de guardias? —fue una interrogante estúpida
—Nos contaron que es para proteger a uno de los huésped, es por eso que verás, tres guardias en primera línea, tres en la segunda y tres en el interior .
—Debe ser importante .
—No te imaginas cuánto.
En la sonrisa de Julián había melancolía, como si lamenta tener que abandonar el lugar.
—Que tengas buen viaje.
—Gracias, te cuidas y no te alejes, es fácil perderse en este lugar sin un guia—aconsejó. Su preocupación no era que saliera o se perdiera, su preocupación era que viniera el psicópata de Gabriel por ella.
Gabriel no se daría por vencido tan fácil, no si su monedita de oro lo abandonaba, ella para él valía más muerta que viva, y a él le urgía el dinero.
Al mediodía, a la hora de su descanso, Catalina caminó alrededor de una de las piscina. Miró el reflejo de unas escasas nubes sobre la superficie del agua.
Sintió el motor del helicóptero, mientras observa hacia la colina.
En aquel lugar encontró un poco de paz, la que se le había negado por un tiempo. Ahora Resort Del Sur, era su nuevo hogar, su refugio a la espera a que pase la tormenta. Ignorando por completos los planes de Gabriel.
Atendió con amabilidad a las personas que llegan a pasar unos días rodeados de naturaleza y tranquilidad.
Al finalizar el día ella como de costumbre se dirige a su habitación se da una gran ducha y se pone ropa cómoda, luego baja al comedor por su cena, sus demás compañeros no han sido tan amigables como se espera entre personas adultas y no los culpas, hay una extraña invadiendo su lugar de trabajo. Se ha acostumbrado a estar en soledad.
Hasta su mesa se acerca uno de los guardias del lugar.
—¿Puedo acompañarte ?—preguntó de pie apoyando sus manos sobre el respaldo de la silla y su cuerpo inclinado hacia adelante, se veía imponente.
—Si, claro, soy Catalina—se presentó.
—Bastian, mis amigos me dicen Basti, tú también me puedes llamar así—dijo sonriendo, mostrando sus dientes bien alineados, contrastando su blancura con su piel más oscura.
—Hermoso lugar—mencionó Catalina para seguir la conversación.
—Estoy fascinado desde que llegué, como guardia debes recorrer el lugar y es realmente magnífico, como mágico.
—¿Cuánto tiempo llevas aquí ?—quiso saber Catalina
—Veinte días apenas, pero ha sido suficiente para enamorarme.
—Llegaste unos días antes que yo, llevo tres apenas y si uno se enamora fácilmente de su entorno y su bella naturaleza.
—Así es.
Al llegar el camarero con su cena, comenzaron a saborear aquel magnífico plato de comida, intercambiaron sonrisas y su cena fue bastante amena junto a Bastián.
—¿Que harás luego?—preguntó Bastián
—Caminar en las afueras, disfrutar con la naturaleza, oxigenar mis pulmones con el aire limpio.
—¿Te puedo acompañar?
—Seguro, es bueno tener compañía—respondió y luego sonrió.
Bastián solo respondió con una sonrisa, pero en ella encerraba una cierta preocupación por la hermosa y melancólica mujer que tenía enfrente.
El había sido elegido por Julián para el resguardo de Catalina en todo momento sin que ella lo note.
No le iba a ser difícil a Bastián lograr cumplir con el pedido de Julián.
Pues era un tipo amable, divertido cuando se le permitía, muy sociable fuera de sus hora de trabajo. Cuando se interesaba en alguien, no estaba dispuesto a una charla superficial.
Nunca se cuestionaría si había hecho lo correcto o no al tomar la responsabilidad de cuidar la vida de Catalina.
Julián en tanto en Etruria ha ido en busca de Gabriel, quería confirmar por el mismo que aquel hombre es el tipo que asesinó a su hermana para cobrar el seguro que había contratado.
—Julián,¿por qué no le has dicho a Catalina que eres el señor Montecinos?
—Por que no quiero asustarla, y no se hable más del asunto—su respuesta hacia Roberto fue tajante y cortante, fría, molesta—además espero que esto termine pronto, una vez a salvo y ese patán en la cárcel, viajaré lejos de aquí.
—Ay amigo, a mi no me engañas, lo has convertido en algo personal ¿que no sabes que adonde vayas, los sentimientos van contigo, así no te vayas a la luna, la seguirás pensando?
—Deja de decir sandeces, que sabes tú lo que me pasa.
—Te conozco mejor de lo que imaginas, te recuerdo que crecimos juntos, el que ahora sea uno de tus abogados, no quita que hayamos sido amigos por tantos años, sé lo que te atormenta, es hora de sacarlo afuera y comenzar a vivir. Por lo demás no fue tú culpa.
No hubo réplica de parte de Julián, solo se acercó a la ventana y desde allí con sus manos en los bolsillos, miró hacia el jardín con mirada melancólica, ahogó un suspiro, luego se dió vuelta hacia su amigo y preguntó.
—¿Que harías en mi lugar?
—Comenzaría por dejar atrás el pasado, me perdonaría, me presentaría ante Catalina como Julián Montecinos Basalto. Luego declararía mis sentimientos y dejaría que el tiempo haga su parte.
—Suena sencillo, como borro de mi cabeza la imagen de mi amigo al verme con su novia y que lo llevó al suicidio.
—Tu y yo sabemos que él arrastraba una depresión endógena, y bueno tu error fue aceptar la invitación de su novia; que por cierto tu y yo sabíamos cómo era ella, solo que tú caíste en la tentación y no medistes consecuencia, de lo que te debes sentir culpable es de haber sido ingenuo.
—Aun así, me atormenta todo eso. Por cierto, ¿cómo van los papeles del divorcio de Catalina?
—Lo hemos enviado, pero no se ha podido encontrar a Gabriel para que los reciba¿crees que ande en busca de ella?—preguntó con desconcierto.
—Espero que no, de momento está segura en el Resort, él es un hombre;que no sé cómo ha conseguido que la policía lo apoye.
—Hemos estado averiguando y tal vez es porque procede de una familia con parientes de alto rango en el ejército, de hecho él fue uno de los comando especial en rescate y asesinato, el hombre está loco y entrenado, lo convierten en un asesino peligroso.
—¿Porque no habrá acabado con Catalina antes?
—Por que...el seguro... comienza a regir después de unos años de matrimonio, él al casarse con ella, se casó con un seguro.
—Fue eso lo que hizo con mi hermana, que maldito—dijo con furia, golpeando con su puño sobre el escritorio.
—Lo atraparemos, el pero es que no contamos con la policía y sin su apoyo nos resulta difícil avanzar, ellos lo protegerán y nosotros corremos el riesgo que nos culpen por acoso ,y si eso sucede amigo, créeme que este bastardo obligará a Catalina a volver con él, sugiero que vayamos con precaución, sería bueno que paremos los trámites del divorcio por ahora, es lo que puedo sugerir. Habla con aquel viejo capitán que fue amigo de tu papá y quizás el pueda ayudar con su influencia sobre el capitán de Etruria o mejor aún que nos ayude con el capitán de la policía de Maisan, adónde pertenece ahora Catalina.
—Lo visitaré de inmediato.
Pasaron las festividades sin contratiempo. Julián no se ha movido del Resort Del Sur a la espera de la noticia que pronto acabe el calvario para Catalina. Con Gabriel en prisión, posiblemente ella quiera volver a Etruria para continuar con su vida. Vivir en tranquilidad. —Aquí se vive en tranquilidad y respirando un fresco y renovador aire—mencionó Catalina, mientras almuerza junto a Bastián. Hizo su entrada Julián y fue directo a la mesa que ocupan. —¿Puedo sentarme?—preguntó indicando la silla que se encuentra desocupada enfrente de Catalina. —Por supuesto, estamos terminando de almorzar—advirtió Bastián. —¿Que harás luego?—dirigiendo su mirada y pregunta a Catalina. —Quiero caminar. —Bien los dejo, es el día libre de Catalina, no el mío, el deber llama y debo trabajar—dijo retirándose de la mesa. Fijó su mirada en los huéspedes que entraban y salían del comedor, evitando que sus ojos se encontr
Pasaron las festividades sin contratiempo. Julián no se ha movido del Resort Del Sur a la espera de la noticia que pronto acabe el calvario para Catalina. Con Gabriel en prisión, posiblemente ella quiera volver a Etruria para continuar con su vida. Vivir en tranquilidad. —Aquí se vive en tranquilidad y respirando un fresco y renovador aire—mencionó Catalina, mientras almuerza junto a Bastián. Hizo su entrada Julián y fue directo a la mesa que ocupan. —¿Puedo sentarme?—preguntó indicando la silla que se encuentra desocupada enfrente de Catalina. —Por supuesto, estamos terminando de almorzar—advirtió Bastián. —¿Que harás luego?—dirigiendo su mirada y pregunta a Catalina. —Quiero caminar. —Bien los dejo, es el día libre de Catalina, no el mío, el deber llama y debo trabajar—dijo retirándose de la mesa. Fijó su mirada en los huéspedes que entraban y salían del comedor, evitando que sus ojos se encontr
—El fiscal ha acelerado el juicio,¿te irás o esperas la sentencia? —Me iré, para la sentencia estaré aquí. —Ay amigo,¿que te sucedió? —Estoy bien—respondió a Roberto mirando por la ventana hacia el magnífico jardín que encierra el hotel, con ambas manos en los bolsillos. —Si te lo repites muchas veces, puedes que te lo creas, pero a mí...no me engañas, nunca te has tomado un asunto tan personal como este, y eso que hemos tenido muchos. —Bien,¿que hay de Sebastián?—preguntó cambiando el tema. —¿Que hay con él? —Corre algún peligro, recuerda que fue Gabriel quien lo quiso atropellar. —El salvó a Catalina, el auto se lo tiró a ella el hijo de p**a. —Viajaré con Valentina esta vez—ignorando cualquier tema que incluya a Catalina. —¿Estás seguro?—preguntó expandiendo sus ojos —Si, ¿por qué no habría de estarlo? —Solo pregunto, es tú decisión. —Le hará bien pasar unos días con sus
Se inclinó para rozar los labios con los suyos. —Julián —llamó Martin seguido de Bastián. —Cuánta interrupción—suspiró mirando desde la puerta de la habitación de Catalina. Se juntó con Martín en mitad del pasillo. Mientras Bastián dió los pasos necesario hasta Catalina. Abrió la puerta hasta atrás permitiéndole la entrada. —¿Te acompaño?—preguntó Bastián Abandonando sus pensamientos en Julián. Catalina miró la cara sonriente de Bastián. Por primera vez Catalina se dió cuenta que jamás había mirado con detención la cara de Bastián Lander, el hombre. Jamás ha considerado que burbujea debajo de aquel atractivo rostro juvenil y esos bellos ojos de color celeste. Tampoco ha apreciado esa lealtad incondicional hacia Julián. —No fue nuestra intención interrumpir—dijo una vez dentro de la habitación—Martin tiene que hablar con Julián de algún asunto importante...eso creo. ¿Molesto?,si quieres me voy. —Quedate—pidió tocando en
La acarició con la mirada al entrar al comedor y verla sentada junto a Bastián. En su mirada no había compasión, solo había amor. El había permitido a Catalina entrar en el santuario de su corazón¿Por qué a ella?¿Que tenía esa mujer diferente a las demás?¿Cómo fue que derribó su barrera, rompió su armadura, sin que él se diera cuenta y sin darle tiempo de correr?¿Cómo podría continuar con su vida ahora que la había encontrado? Catalina lo miró y su boca le regaló una sonrisa. De pronto observó a Martin que llegó dando grandes pasos junto a ellos. —Te necesita Frank—indicó Martin. —¿Está aquí?—interrogó Julián —En tú oficina, te espera. —Voy, permiso —dijo dirigiendo la mirada a Catalina. Hicieron su entrada Valentina y sus hijos, se habían ido y desde el día anterior estaban de vuelta en el Resort. Esta vez solo iban por una semana. —Hola Cat¿puedo decirte Cat?—preguntó Julieta, de pie junto a ella, apoyando un
Luego de un rato. Y mientras se encontraban reunidos a orillas de la piscina, vigilando a los hijos de Valentina que estaban jugando con una pelota fuera de la cerca. —¿Julián?—preguntó Catalina a Bastián. —Llevó a Mariposa a pastar y también para aclarar la cabeza—Respondió Bastián. —Se está preparando para cortar las nuestras—sugirió otro guardia—todos nos descuidamos está mañana. En la distancia, debajo de un pino se divisó una figura. Catalina reconoció a Julián. Era el mediodía cuando apareció Bastián en la puerta de la habitación de Catalina que se encontraba abierta. —¿Puedo entrar? —Por supuesto. —No se como pasó la niña sin ser detectadas por los guardias. —No se deben culpar, y no creo que Julián tome represalias. —Entiendes lo grave del asunto, que hubiera pasado si Mariposa la golpea con sus patas. Hubiera sido una tragedia que Julián jamás se lo perdonaría. Iré a relevar a Mar
—¿Se siente bien señorita?—preguntó José —Si, solo tengo un poco dolor de cabeza—mintió Catalina—al caminar se me pasa, estaré bien, no se preocupe. Luego tomó rumbo a la colina, caminó de forma lenta, disimulando su preocupación, llegando al límite del bosque, recorrió en busca de una entrada para llegar a la cantera. La suerte la estaba acompañando, miró hacia el lugar del guardia para poder introducirse en el bosque sin ser vista. Al mirar hacia el lugar de donde se encontraba el hombre vigilando; este estaba observando hacia la planicie, y ella corrió por entre los árboles a toda prisa, continuó corriendo, rogando que Gabriel no lastime a Julián. Corria llena de miedo, pero con la fuerte convicción de entregar su vida por la de Julián. —Julián—dijo Bastián interrumpiendo en la oficina—ando en busca de Catalina, los guardias dicen que la vieron cerca del bosque caminando, y don José dice que la vio en el establo, estaba
Al caminar hacia su trabajo, Catalina lleva puesto los audífonos, dónde va escuchando la lista de sus canciones favoritas. Al doblar en la esquina de la calle, con la principal avenida se encuentra frente a frente con Gabriel, su esposo; aún no se ha divorciado de él, no ha tenido la valentía de pedir el divorcio. Su cuerpo le tiembla, sus piernas y pies le pesan, sin poder dar un paso, se queda paralizada, sudando de miedo al estar frente al hombre, que constantemente le amenaza con matarla. Cómo de costumbre, comienzan los insultos, las amenazas, y los reclamos. La hace culpable, del fracaso de su matrimonio, sin poder emitir palabra, respira entrecortado, en silencio se aconseja, que tenga calma, que nada sucederá, que él no se atreverá a dañarla frente al escaso público que se desplaza en esos momentos, tanto de a pie como en vehículo. —Al fin te encuentro, te ves más delgada, al parecer no te dan descanso, dime ¿cómo te lo hace, mejor que yo? —Lo siento, debo continuar—dijo al