Manuela ♥24♥

—En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo. Amen.

—Amen —repitieron todos.

Me mantuve firme viendo como los ataúdes desaparecían cuesta abajo. Las personas lloraban y declamaban sus lamentaciones y yo me limitaba a solo escuchar. No quería pensar, ni sentir ni nada, no lo merecía.

Cuando comenzaron a sellar las tumbas en el viejo Cementerio, me di la vuelta y comencé a caminar. Varias personas fueron tras de mí y los rechace. No quería hablar con nadie.

Era como estar presente en un lugar y no saberlo. Así me sentía. No podía llorar, ni gritar como aquella madrugada, cuando en mis brazos sostuve a las únicas personas que me han amado en esta vida.

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