Nathan
Esta era la charla más tranquila que había tenido con mi madre en muchísimo tiempo. Creo que era la primera vez que conectábamos después de todo. Perdimos esa conexión que teníamos cuando vivíamos juntos y yo era adolescente, pero la recuperamos un poco hoy. Bueno, la situación nos obligaba a recuperarla. Tengo que confesar que algo de paz había dentro de mí ahora que ella y yo hablábamos tan amorosamente. Pedirle perdón de una manera tan sincera y abierta me llenaba de cierta paz que no lograba comprender. Supongo que pedir perdón era parte del proceso de sanación para dejar de una vez atrás el hecho de que mi madre se haya ido de la casa.
—Entonces alguna idea de dónde van a ir sí tienen —asimiló.
—No, la verdad es que no. Conduciremos sin rumbo fijo. Ya veremos qué hacer. Es algo
Dani Mis padres estaban sentados a los costados de mi cama. Mamá a la derecha y mi padre a la izquierda. Me sentía en un maldito interrogatorio, sentía que, si decía algo mal, todo podía salirse de control. Pero la verdad es que eran mis padres, ellos no podían delatarme si se me escapaba que mi novio Nathan era un loco que había estado en la mafia en el pasado y que por eso pasó todo lo que pasó. Un huelo se instaló en mi pecho cuando me di cuenta que pensé en él con el título de novio… Nosotros no pudimos llegar a eso. Todo se fue a la mierda justo cuando pudimos confesar lo que sentíamos.Tenía muchas ganas de decirle la verdad a alguien, creo que ni siquiera a un psicólogo podría contarle los sucesos reales y por qué estaba tan devastada, pues esto era un asunto criminal, una persona había muerto, yo hab&iacut
Dani—Dani, necesito que me expliques qué es lo que está pasando, por favor. ¿Por qué el oficial dice que tu ex novio tiene algo que ver con el suceso en el bar? ¿Has tenido un novio más y no nos has contado?Mi mamá era capaz de armar un papelón. Con sus preguntas ya me hacía sentir un poco avergonzada e incómoda. No estábamos ella, papá y yo solos, también estaban los oficiales de policía presenciando todo y no era el momento preciso para que mi madre se molestara y comenzara a regañarme. Podía aguantar su rabia por un momento hasta que los policías se fuera. Ya bastante difícil era tener que tener a dos oficiales haciéndome preguntas muy complicadas como para que ella se sumara y me dejara más nerviosa.—Mamá, después hablaremos de eso —respondí, deteniéndola.
Dani Pasaron dos días desde que mis padres viajaron a Seattle a verme y mi madre seguía sin mencionar nada respecto a mi supuesto ex novio, pero la tensión seguía en el ambiente. Ella me atendía, me ayudaba y me preguntaba si necesitaba alguna cosa, pero su servicio no era del todo afectuoso, pues se la notaba molesta por ello. Era curioso que le molestara más que tuviese un ex novio que no mencioné, en vez de molestarle más que le mentí sobre mi trabajo de fin de semana. Pero así eran las cosas con ella. Guardarme un secreto parecía ser más ofensivo que mentirle en la cara. Sé que aquí se involucraba su miedo de que me haya metido con un chico que ahora era sospechoso de un crimen, lo entendía, y lo sentía mucho, pero la necesitaba de mi lado, calmada y apoyándome desde el lugar más sincero y sin rencores. No era un momento fácil para ninguno de nosotros. Sin embargo, tengo que admitir que yo también le guardaba un pequeño rencor a ella por lo que i
DaniRose se quedó en el hospital hasta el mediodía. Le pedí que habláramos de lo que fuera, menos de Nathan. Me olvidé por un rato de su existencia, tuve una especie de escape hacia otra realidad, pues la conversación con mis amigas, por más estúpida que fuera, me ayudó a relajarme y a despejar mi mente. Almorzamos juntas y luego se fue a su casa, dijo que debía entregar currículums para conseguir algún trabajo que la ayudase a pagar la universidad.Yo estaba en las mismas que ella. Cuando saliera de aquí y regresara a la ciudad después de recuperarme, saldría por el centro a entregar currículums. Algún trabajo debía haber en alguna parte.Celine me ayudó a bañarme. Luego dormí rato. Ella se fue cuando mis padres llegaron a cambiar de turno. Cuando papá, mamá y yo nos quedamos solos, la
NathanHabíamos cruzado Seattle hace ya varias horas, estábamos en otra ciudad, sin camino fijo, pero con el objetivo de irnos bien lejos. Al estar fuera de la ciudad donde la policía nos buscaba, nos daba ventajas, y qué bueno que con los chicos nos hicimos esas identificaciones falsas. No teníamos que perder tiempo y seguir y seguir. El lugar más lejano era la mejor opción para nosotros. Correríamos menos riesgos.Le dije a Marco que llamara a Derek.—¿Qué pasó? —preguntó Derek, al otro lado de la línea. Su voz se notaba cansada.—¿Viste las noticias? —habló Marco.—Marco, estoy conduciendo, no tengo tiempo para escuchar las noticias —respondió.—Derek, ya han soltado nuestros nombres y nuestras fotos a la imagen pública. La policía está detrás
DaniPasaron tres días desde la discusión con mi madre. Y la tensión en el ambiente era la misma, si es que era peor. Tener que aguantar sus miradas desaprobatorias era un dolor de cabeza. Estaba decepcionada de mi madre, de sus actitudes orgullosas. Hemos hablado, pero muy poco.Una persona en el hospital esperaría tranquilidad por tener que pasar por algo difícil. Eso es lo que yo esperaba. Pero lo que yo quería no parecía importar. Para agregar más drama, también tenía algo para decir acerca de mi padre: él no quería estar en mi contra, pero tampoco estaba de mi lado. Esa fue su respuesta la otra noche. Pero cuando mi madre estaba con nosotros, él parecía darle la razón a ella. No es que necesitara a alguien que me defendiera porque para eso me tenía a mí misma, era perfectamente capaz de defenderme con argumentos, pero qué f
DaniEntreabrí la boca, indignada y sorprendida por lo que dijo.—Y tú prefieres tu tranquilidad ante que el crecimiento personal y los deseos de tu hija. ¡Mira cómo son las cosas! ¡Y yo soy la egoísta!—Cuando tengas hijos, vas a entender lo que se siente estar en mi lugar.—No voy a ir con ustedes, mamá —respondí.—Dani, toma tus cosas, nos vamos a casa. No pienso dejarte.—No quiero.—¡Hazlo! —gritó.—¡No quiero!—Dani, si vienes unos días a casa, te prometo que no volveremos a tocar el tema. Prometo que tu madre no volverá a decirte que te mudes permanentemente allá —propuso mi padre.Mamá lo miró mal.—¿Acaso tú respondes por mí? —le habló mal.Pobre Celine. Tener que
NathanEsto era lo correcto. Por más difícil que fuera para ambos, ella no tenía por qué saber dónde estaba. Podíamos limitarnos a que Dani supiera que yo estaba bien, pero nada más. Incluso, podíamos hablar y despedirnos un poco mejor en estos cinco minutos que me iba a permitir ser débil, pero después no volveríamos a hablar a no ser que ella necesitara mi ayuda por alguna verdadera urgencia. A Dani no le iba a servir de nada tener mi dirección. Además, no olvidemos que ella estaba en un país y yo en otro distinto.—¿Por qué? —preguntó con ese tono de decepción.En cierto punto no pude evitar sentirme culpable.—Porque tengo miedo que te hagan algo por saberlo —respondí—. Pero no es por otra cosa, Dani. No tiene nada que ver con la confianza. Yo sé que pudo confiar en t