Dani
La noche de la cita, Stefan me besó en los labios al dejarme en mi departamento. Me acompañó hasta la puerta de casa y me deseó buenas noches con una sonrisa que, contradiciendo las suposiciones de Nathan, parecía ser muy sincera.
Stefan era un hombre muy apuesto y la educación iba de la mano con su personalidad encantadora, era ambicioso en el buen sentido y responsable. Él era un gran candidato para mí, a pesar del miedo que mis padres pudiesen sentir por que saliese con Stefan, sé que ellos quedarías a gusto si lo conocieran. Además, tengo que admitir que, después de esa noche, él captó mucho más mi atención. Rose estaba con Nathan y la pasaban bien, según veía desde mi mesa, pero yo también la pasé bien y me divertí mucho.
—¿Qué tal? ¿Cómo ha estado todo?
NathanMi mente no estaba muy tranquila en estos momentos. Pretendía fingir ante mis amigos que no me pasaba nada, pero por dentro tenía ganas de llorar de lo solo que me sentía. Y sí, claro que no estaba solo del todo, tenía a mis amigos viviendo conmigo, hablábamos todo el tiempo y bebíamos, teníamos una buena relación, pero yo estaba necesitando algo más grande en este momento. ¿Qué era? Mi madre. Sí, mi madre estaba en mis pensamientos desde hacía días. No sé por qué rayos, pero había estado soñando cada noche desde el sábado, lo que me hacía pensarla mientras estaba despierta.Los sueños no eran de esos que simplemente puedes olvidar y dejar pasar. No: en cada uno de ellos, mamá y yo nos llevábamos bien, éramos bueno el uno con el otro, nos reíamos, y lo que más
NathanTiré mi cigarrillo al suelo y lo aplasté con el pie para apagarlo.—¡Por el amor de Dios, Joseph, no hagas locuras! ¡Solo estaba hablando con él! —grito Eli, con la desesperación a viva voz.—¿Te piensas que soy imbécil? ¿Qué hacías con este tipo aquí arriba y sola! ¡No deberías haber salido de la casa, ya sabes que yo no te dejo!No era complicado entender qué pasaba aquí. El idiota estaba enojado porque Eli había salido de la casa, lo que significaba que aquí había violencia doméstica. Me salvé por segunda vez de su empujón, estaba enojado por cómo él le gritaba a ella y todos mis impulsos me pedían que le partiese la cara a ese imbécil de mierda. Se lo merecía por cómo le hablaba, por cómo hacía que Eli se t
Nathan Tomé a Eli de la mano y caminé con ella hasta mi piso. El camino fue lento, ella estaba temblado del miedo y quería que se tranquilizara un poco antes de llegar a mi departamento. Sabía que Derek y Marco me apoyarían en la decisión que tomé, pero apuesto a que me verían raro cuando notasen mis moretones. Era gracioso porque, me recuperaba de un moretón y ya tenía otro nuevo al rato. —¿Estás seguro de que quieres que me quede en tu casa? No sé, puedo ir a un hotel —sugirió. —No habrá problema. —Pero tus amigos… —empezó a decir. Eli tenía la voz rota. —No les importará que te quedes. Entenderán. También odian a los tipos abusivos que golpean a las mujeres. —Quisiera encontrar hombres como ustedes, que tengan ese pensamiento, porque he salido con puros machistas abusivos. —¿Hace cuánto tiempo es que salías con Joseph? —Tres años —respondí. —¿Cómo has hecho para soportar estar tanto tie
NathanLlevé a Eli al aeropuerto temprano.—Estoy un poco nerviosa por ver a mi madre. Hace mucho que no la veo —confesó, jugueteando con sus dedos—. Pero, ¿sabes? Estoy feliz. Lo que pasó ayer con Joseph me asustó demasiado, pensé que te mataría, pero supongo que es algo que pasó para darme el empujón que necesitaba. Me estás ayudando muchísimo con el pasaje, siento que es un nuevo comienzo para mí… Se siente raro sentir que estoy libre.—Tienes que tener mucho cuidado siempre, Eli. No confíes en cualquier persona, por más que te guste mucho. Quienes más queremos pueden ser quienes más nos lastimen.—Lo sé. Con todo lo que me ha pasado desde los diecisiete, tendré mucha precaución. Estoy segura de que salir con personas me llevará mucho tiempo, apenas he salido de
DaniDespués de mis mensajes calientes con Nathan que provocaron que tuviera ganas de ir a mi habitación a tocarme, mi madre tocó la puerta de mi habitación y luego la abrió, sin esperar a que le dijera que podía pasar. Al menos me dio unos segundos para hacer de cuenta que nada había pasado y de ponerme el short otra vez.—Dani, ¿me acompañas al cementerio? Quiero ir a dejarle flores a la tía Marian —explicó, a lo cual asentí.La tía Marian era una mujer bastante… ¿cómo decirlo? Complicada. No era muy amable con las personas, ni siquiera con la familia, tenía esas actitudes molestas de criticarte por todo, de juzgarte, de estar inconforme con todo lo que le contaras. Jamás estaba feliz, y cuando le gustaba mucho algo, hacía de cuenta como que no. Pero la queríamos. Era insoportable, pero la quer
DaniCuando llegamos a la casa, no había nadie. Papá y mis hermanos habían salido, así que mi madre y yo teníamos la casa sola. La ayudé a guardar lo que compramos mientras oímos un poco de música ochentera que le gustaba mucho.Recibí un mensaje de Nathan.N: He reservado una habitación para mañana. Es un cuarto lujoso, para que te la pases bien. Sonreí.D: Ya quiero ver eso. D: Recién llego del cementerio. Visité a mi tía y a él. N: ¿A él? ¿Te refieres a tu ex?D: Sí. N: Él no se merece ni eso. D: Lo sé, pero quería hacerlo. N: ¿Estás bien?Me encantaba que tuviese la su
Nathan El asunto de mi madre se me olvidó con todo lo que pasó con Eli. Supongo que subir a la terraza fue bueno para ayudar a una persona en una crisis grande y para despejar mi mente ocupándome en proteger a una pobre adolescente que la había estado pasando muy mal durante un largo tiempo. Extrañamente, sentí la necesidad de contarle con orgullo a Dani que había podido ayudar a una persona que lo necesitaba, quería que viera que era una buena persona y que no me tuviese miedo como pareció tenerlo la otra noche que salió corriendo de mi auto. Creo que eso quedó atrás, porque hasta un rato, cuando aún seguía en el aeropuerto, Dani y yo tuvimos una conversación caliente y planeamos un encuentro en un hotel mañana por la tarde. Quería que viera que era un buen candidato para ella, quería agradarle, que viera lo bueno que también
Dani—No se preocupen, sé cuidarme sola —di un bocado a mi ensalada. Ya no tenía tanta hambre, pero algo tenía que hacer, estaba nerviosa.Siguieron hablando del mismo tema, yo solo asentía para que no me molestaran más. Supongo que el tema era lo suficientemente interesante para ellos porque estuvieron hablando como por casi media hora. Comenzaba a dolerme la cabeza.Mi teléfono empezó a sonar en la mesa y todos me miraron cuando lo tomé rápidamente para que no viesen que el nombre ni la foto de Nathan. De lo contrario, otro interrogatorio vendría.—¿Quién te llama?—Es mi amiga —le respondí a mi madre—. Ella está sola en el departamento en Seattle. Hablaré con ella y vuelvo. No me tardo —respondí.Me levanté de la mesa, con la mirada de todos encima de mí y