Nathan
—¿En qué te ayudo? —preguntó el hombre del bar, que se notaba que era otro de los barman. Me miró detenidamente, probablemente asegurándose de que no fuese algún borracho, pues no era una hora adecuada para servir bebidas—. Puedo ofrecerte bebidas sin alcohol, pero bebidas alcohólicas no hasta el medio días. Es temprano para que sirvamos. Es política del bar.
Era un bar honesto y que se preocupaba por los clientes. En el otro bar, el dueño no tenía problema en que sus empleados sirvieran tragos a plena luz del día, con tal de ganar todo el dinero que fuese posible.
—No vengo a tomar nada.
Miré la hoja entre mis manos. Para ser más específicos, no era una hoja común, era mi currículum. Planeaba dejarlo en el mismo lugar en el que me emborraché la otra noche, pues me parecía un b
DaniTerminé de prepararme y caminé hasta la entrada. Celine quería acompañarme, pero le dije que no era necesario. Cuando salí de la casa, esperé el autobús que me dejaría a una cuadra del restaurante. No conocía muy bien la zona en la que trabajaría, solo había ido un par de veces con Stefan a cenar, pero sabía que me estaba acercando a mi destino. Los nervios iban carcomiéndome poco a poco.Ojalá pudiese decirle a mi madre que ya tenía un mejor trabajo, uno que esta vez era verdaderamente decente y en lugar muy bonito en el que podía sentirme segura. Nosotras seguíamos sin cruzar palabra. Ninguna llamaba a la otra, ninguna daba el brazo a torcer. Y es que con lo que pasó la última vez, yo no tenía más intención de llamarla, pues sabía que terminaríamos peleando otra vez y ya mi mente
DaniMe lavé las manos y caminé decidida hasta la mesa en donde Stefan estaba esperándome para comer. No se dio cuenta de que yo llegaba, pues su mirada estaba centrada en el menú entre sus manos. Me senté frente a él con algo de timidez. Stefan alzó la mirada de la carta de comidas y la dejó sobre la mesa para prestarme atención.Tenía que admitirlo, estaba un poco nerviosa e incómoda. Incluso algo tímida. Sé que anteriormente comimos juntos, que gracias a él estaba en este trabajo y que fue en un par de ocasiones a mi casa a verme y me vio en mis horribles fachas, pero no podía no sentirme pequeña a su lado. No es que Stefan me intimidara, pero me sentí extraña estando sentada junto a él, a punto de comer, en el mismo restaurante donde trabaja. Esperaba no tener problemas con su madre.Hablando de ella, no hab&ia
NathanRegresé más tarde al bar rogando encontrar al dueño. Cuando me metí, vi a Victoria sirviéndole un trago a una mujer que iba vestida formalmente y parecía ser adinerada, pues su bolso sobre la barra era jodidamente costoso porque era de una marca original.—Oh, has regresado para dejar tu currículum —sonrió.—Sí. ¿Está el dueño o no?—Sígueme —dijo y empezó a caminar. Rodeó la barra y entró por una puerta marrón de madera, donde había un largo pasillo—. La oficina está por aquí. Le dije que estabas interesado en tomar un empelo aquí y me ha dicho que, cuando llegaras, que pasaras. Tienes suerte. Está de buen humor hoy.Victoria golpeó la puerta y un hombre le dijo que podía pasar. Ella se asomó por la puerta y le dijo
NathanEstaba contento por lo que había conseguido. Un trabajo… fácil y sencillo y con buena paga. Debía admitir que era muy afortunado. Tuve mucha suerte de conseguir un trabajo. Fue demasiado rápido. Ahora solo quedaba que Marco y Derek encontraran algún empelo para que nuestra nueva vida se estabilizara un poco más. Al menos, tendríamos algo de estabilidad económica.Me propuse cuidar este trabajo, no quería echar a perder la oportunidad que se me había ofrecido. Sobre todo, me propuse no crear amistades nuevas para no repetir lo que pasó en Seattle. Con esto me refería a que no miraría a ninguna mujer de aquí, sería completamente profesional, todo lo que no fui con Dani. Pero no solo con las mujeres, sino que me mantendría alejado un poco de los hombres. No quería hacer nuevos amigos y que pasara lo que ya pasó una ve
DaniEstaba emocionada por mi regreso a la universidad. Si bien ya había comenzado a trabajar, todavía no había empezado mis estudios. Era momento de dar marcha a la escuela y de ponerme al corriente con las clases, porque ya bastante difícil se me estaba haciendo el sentarme a estudiar sin haber asistido a las clases. La universidad no es muy sencilla cuando no cursas las clases y tienes a alguien explicándote sobre el tema a tratar. Stefan me ayudada con filosofía, él no tenía problema en que lo llamara para preguntarle sobre alguna cosa, me explicaba todo con entusiasmo y paciencia, pero claramente yo no tenía la misma relación con mis otros profesores.Sé bien que Stefan no estaba siendo moral al ayudarme después de clases, por teléfono, y sé bien que yo tampoco estaba siendo muy justa con mis compañeros, pero con todo lo que me pasó, no
DaniStefan me tonó repentinamente nerviosa. No supe bien qué decirle cuando me preguntó qué me pasaba. No quería decirle que era por él que estaba así de nerviosa, para no quedar mal parada. Pensé en decirle que era mi madre, que al fin me había escruto un mensaje después de semanas sin hablar, pero no quise mentirle con algo semejante, porque sabía bien que Stefan haría preguntas y querría saber si me encontraba mejor ahora que mamá me había hablado. No me daba la cara para mentirle con algo así.—No es que esté nerviosa, es que estoy un poco agotada por la universidad. ¿Sabes? Volver no ha estado mal, me gusta haber regresado a la normalidad, pero me cuesta un poco acostumbrarme al ritmo. Las clases me tienen un poco ansiosa y no falta mucho para que mi última clase del día comience.—Entiendo
DaniCuando Celine y yo llegamos a la casa, lo primero que hice fue tomar una ducha para relajarme. Celine se encargó de prepararnos la cena, así que cuando salí de ducharme, ella seguía cocinando. Fue, entonces, que le pregunté si necesitaba de mi ayuda y me dijo que no. Aproveché el momento para encerrarme en mi cuarto a revisar el mensaje que me habían enviado. Sabía que esto era jodidamente estúpido e inmaduro de mi parte. Miren todo el lío que hacía para ver un mensaje de un tonto fugitivo. Cerré la puerta con llave, pues por alguna razón, me sentía lo suficientemente perseguida por revisar mi teléfono. Probablemente, porque sabía que tener estas esperanzas de que fuese Nathan. Con todo el daño que ese chico me hizo, yo ni siquiera debería estar pensando en él.Me senté sobre la cama con el teléfono en
Dani ¿En qué momento me ha dado la impresión de querer jugar con mi corazón? Justo ahora. De hecho, su pregunta era muy estúpida y me molestaba que no se diese cuenta, o de que intentase fingir que no estaba haciendo nada malo. Sí, ahora él me decía que me extrañaba y quería hablar conmigo, pero ¿y mañana? ¿Qué pasaría al día siguiente? Estaba más que segura de que se iba a arrepentir de hablarme, me terminaría diciendo que dejemos de hablar, que haberme enviado un texto fue un error y que lo hace para protegerme. El escenario en mi cabeza me ponía de muy mal humor. No tenía pruebas de que eso fuese a pasar, pero tampoco tenía dudas al respecto. —Dani, ¿estás bien? —preguntó Celine desde la cocina. Me asusté un poco ante la sorpresa. —¡Sí! Estoy aquí en el cuarto —le avisé para que se quedara tranquila. No era un secreto que Celine me estuviese cuidando como si fuese de porcelana. Desde que pasó lo que pasó, ha estado muy sobreprotectora conm