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Las niñas corrieron a abrazarlo, Demetrius sonrió, cargó a ambas con sus fuertes brazos, luego las bajó, observó sus caritas llorosas. —¿Por qué han llorado? —¡Nos han castigado! —¿Por qué las han castigado? ¿Qué hicieron? La maestra estaba embelesada con el hombre, nunca vio antes a un hombre tan atractivo y elegante. —¿Por qué castiga a las niñas delante de todos? —exclamó severo, sus ojos casi echaban chispas. —¿Quién es usted…? —balbuceó la mujer. —¡Es Demetrius Vicent, CEO de Vicent Company! —exclamó uno de los padres. Demetrius asintió, no le sorprendía que esos padres lo conocieran, él era una eminencia para los negocios de Florida y en el resto del mundo. —Así es, incluso este edificio es mío, lo rento al colegio San Charles. —¿Usted es padre de las gemelas Hall? —exclamó la maestra Demetrius miró los ojitos ilusionados que lo miraban. —¡Claro que sí! Este par de muñecas son mis hijas, ¿Acaso no nota el parecido? La maestra retrocedió, sonrió muy nerviosa. —Pues s
Demetrius tenía un gesto rabioso, lo miraba con furia. El resto de los empleados y Marina se quedaron boquiabiertos ante tal reacción inesperada. Los ojos de Marina estaban al borde del llanto, con un puño en su estómago que la hacía sentir culpable de la situación. —¡¿Cómo se te ocurre querer golpear a una mujer en mi propia empresa?! —exclamó con una voz tan severa que parecía el bramido de una bestia. —¡Ella me ha pegado primero! Los ojos de Demetrius miraron a la mujer, pálida como una hoja de papel, y temblorosa. —¡Por algo ha sido! ¿Qué te ha dicho para que le golpearas, Marina Hall? Ella mordió sus labios, repetir sus palabras eran como dagas directo a su pecho. —¡¿Marina?! Ella titubeó. —¡Ha dicho que ella es… su amante, señor Vicent! —exclamó Elsa valiente. Los ojos de Demetrius se volvieron rabiosos, puso la mano en el cuello del hombre. —¡¿Cómo te atreves a ensuciar el nombre de Marina y el mío?! El hombre se quedó sin aire, manoteando, Marina intervino. —¡Va a
Rose sollozó, y le quitó el móvil, salió tan rápido, con la tristeza en su rostro. Ella no estaba acostumbrada al desprecio de Demetrius, cuando la amaba la trataba como a una reina, cuidándola del mundo entero, y no permitía que nadie la humillara. Ahora parecía que ese lugar fue usurpado por Marina Hall. Cuando Demetrius vio a Marina, aún podía recordar el video en su mente, fue severo, ella estaba cabizbaja. —Ese hombre, el de ese video, ¿Es el padre de tus hijas? Marina le miró con ojos grandes, asustados. Él supo que era cierto, la tomó de los brazos, tan fuerte, que le causó temor. —¿Fue así como quedaste embarazada? ¿Era tu amante o solo el resultado de una borrachera? —¡Suéltame, no tengo que decirte nada! No te debo explicaciones. Ella intentó alejarse, la detuvo, la devolvió a él. —¡Tal vez no me debes nada, pero a Finn sí se lo debías! Tú arruinaste su vida, no solo murió ese día, antes tú mataste su corazón. Marina sentía dolor con sus palabras. —¡Aléjate! No eres
Demetrius sintió ese beso, que apenas rozaba sus labios, la alejó tan rápido como pudo, tenía un sabor desagradable en su boca, tanto que limpió sus labios al sentirlo, recordó su cruel traición, supo que nunca la perdonaría. Los ojos de Rose se entristecieron. —¡¿Qué crees que haces?! ¡No vuelvas a hacerlo, nunca más! Demetrius observó esos ojos marrones que llenos de decepción lo veían, eran dos caritas tristes que estrujaron con fuerza su corazón. —¡Niñas! —exclamó, y caminó hacia ellas. Mady se encogió de hombros, mirándolo con rostro enojado, mientras Ady se echaba a llorar cubriendo su rostro. —¡Besas a otra que no es mami! ¡Eres malo! Demetrius se puso de cuclillas, pero notó lo enojadas que estaban, Mady comenzó a dar golpecitos con sus pies en el suelo, haciendo una rabieta, y le dio manotazos al pecho, que no dolían, lloraba, quejándose. —¡Eres malo! ¡Esa bruja es fea, no es bonita como mami! ¡No! Demetrius soportaba el berrinche, las atrajo a él abrazándolas, Ady no
Kevin escuchó un aplauso. —Bravo, Kevin, actúas como un idiota, deja en paz a Marina Hall, ¿No dije ya que sus gemelas no son unas Preston? Ella tiene razón, no lo olvides, tío, la herencia es mía, no tuya. Albert caminó alejándose, mientras Kevin lo miraba con rabia. Las niñas saltaban en la cama, Leonor leía el mensaje de Anya, quien le indicaba que Albert la vería en el restaurante del hotel, a la hora de la comida. Leonor sintió nervios, no sabía que debía hacer. Marina entró. —Niñas, bajen de la cama, y vengan aquí. Las pequeñas bajaron de la cama, y fueron con su madre. —¿Por qué no me obedecen? ¿Por qué lo siguen llamando Papito CEO? —¡A él no le molesta! ¿Por qué no le podemos llamar así? Marina respiró profundo. —Porque… —Marina sintió que no podía hablar, un nudo apretaba su garganta—. Él no es su papá. Las niñas le miraron con dolor, y corrieron a la otra habitación, lloraban. Leonor la miró incrédula. —¿Cómo puedes mentirles con tanta facilidad, es que no se t
Marina estaba a punto de sentarse en un camastro, para tomar sol, el hombre se acercó, cruzaron miradas, ella lo ignoró, pero él se sentó a su lado. —¡Mami! Marina se acercó a las niñas, que nadaron hacia ella. —¡Queremos salir! Nos dolió la pancita. Marina se acercó a tomar sus manos. —¡Uno, dos, tres! Las niñas halaron la mano de Marina, y ella perdió el equilibrio, cayendo al agua, Demetrius reía sin parar. Marina lo observó enojada. Lanzó agua contra Demetrius y las niñas la ayudaron, riendo felices. Paúl se levantó, miró con repruebo a Demetrius, y se alejó. Por la noche. Marina durmió a las niñas, una niñera llegó. —Las niñas no van a despertar, por favor, avíseme cualquier cosa. —Claro, le estaré enviando mensaje cada hora —dijo la mujer Leonor y ella salieron hasta el bar del hotel. —No entiendo porque planean estos eventos. —No quieres ver al señor Vicent, ¿Verdad? —No. Al llegar, Leonor sintió una mirada, era Anya viéndola. Albert a su lado, tampoco le quitab
Kevin corría tras las niñas, asustándolas, ellas luchaban por escapar, gritando por los pasillos desolados. Dieron vuelta en un pasillo y vieron un carrito de aseo. Mady y Ady se pusieron ambas, en un extremo de cada pasillo. —¡La cubeta con agua, Mady! Ella asintió, la tomó, observó a Kevin ir por ellas. —¡Malditas niñas, vengan aquí! —¡Ahora, Mady! Mady vertió el agua que había en la cubeta, sin saber que estaba repleta de jabón, el hombre siguió corriendo, y resbaló, volando casi por los aires y cayendo, golpeando su trasero y cintura contra el suelo. Lanzó un grito de dolor. Mady y Ady, asustadas, se abrazaron, gritando. La puerta de una habitación se abrió y Clare Palmer apareció. —¡Tranquilas pequeñas! ¡Señor Kevin! ¿Está bien? —exclamó al verlo adolorido en el suelo. Demetrius tenía a Marina entre sus brazos, la temperatura aumentaba en aquel oscuro lugar, Demetrius creyó que se convirtieron en fuego sobre pólvora, en cualquier momento sus cuerpos estallarían pidiendo
Demetrius no podía dormir, estaba en su cama recostado, cuando un recuerdo vino a su mente, fue el de esa noche, trataba de recordarlo, nunca lo conseguía por completo. «Aquella habitación estaba oscurecida, él se acercó, su mirada estaba llena de lujuria, no sabía quien era esa mujer, pues llevaba un antifaz rojo, pero le quedaba claro que era hermosa. Sus manos estrecharon su cintura, sus labios la besaron, él quiso quitar su antifaz, ella lo impidió. Ella se alejó, pero estaba tan tentado, que no pudo evitar ir por ella, se convirtió en lo que más deseaba, y no la dejaría escapar sin haberla tenido, sus feroces manos la tomaron, la llevaron a la cama, la besó, cayó en sus brazos, sus caricias fueron tenaces, hasta hacerla suya. Recordó su rostro, solo sus rasgos, pues no pudo verlo con claridad» —¿Marina? —exclamó volviendo a la realidad, su mente de pronto le indicó que era ella, esa mujer era la misma con la que hizo el amor hace cinco años. Estaba tan seguro, que salió de