Capítulo40
Ella era pues su esposa, su mujer. La podía tocar de acuerdo a él cuando le viniese en gana. Por eso si era su esposa, ¿por qué no podía tocarla? Luca se hundió en estos pensamientos mientras agarraba con fuerza la muñeca de Clarissa, impidiéndole escapar. La empujó contra la fría pared. Sus ojos reflejaban un deseo peligroso.

—Clarissa, siempre mencionas a otras, a Giulia… ¿Es porque estás celosa?

Se inclinó un poco más, con una sonrisa inquietante.

—¿Celosa de que nunca te haya tocado? ¿Celosa de que siempre hayas dormido sola? ¿Por eso buscaste a ese tipo?

Su aliento chocó contra la piel de Clarissa, que sintió un escalofrío de asco recorrerle la espalda.

—No importa después de todo. Soy tu esposo. Y voy a hacerte entender que el único hombre en tu vida soy tan solo yo.

Dicho esto, tiró de su cabello, inclinando su cara hacia él, dispuesto a besarla por la fuerza. Pero antes de que pudiera tocarla, Clarissa levantó la mano y le dio una bofetada con toda su fuerza.

—¡L
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