—Clarissa, te traje desayuno. Ábreme la puerta, ¿quieres? Tu nuevo edificio tiene reconocimiento facial y no puedo entrar sin tu carita. A primera hora de la mañana, Vittoria llamó a Clarissa. Había pasado la noche despierta trabajando, corrigiendo algunos diseños. Para celebrar, había comprado el desayuno favorito de su amiga. Pero, al llegar a la entrada del hotel, se encontró con que no podía entrar. No le quedó más remedio que molestar a Clarissa por teléfono. Fue entonces cuando Clarissa recordó lo que había olvidado hacer. No le había enviado su nueva dirección a Vittoria. Un poco molesta, respondió: —Vittoria, hubo un pequeño problema ayer. —¿A qué te refieres con problema? —preguntó Vittoria, curiosa. —No me digas que Giovanni te llevó a vivir a su casa. Digo, sería bastante romántico, pero… cariño, todavía no te has divorciado. Si te toman una foto juntos, ¿no serían más problemas? Ella siempre pensaba en lo mejor para Clarissa. —No, nada de eso —aclaró Clarissa.
Clarissa se sentó tensa en el sofá. Dejó sonar el celular hasta que la llamada se cortó. Apenas había tenido tiempo de suspirar cuando el móvil sonó de nuevo. Otra vez. Y otra vez, el nombre en la pantalla era Caterina. Clarissa dudó unos segundos, pero al final decidió contestar. —Clarissa, ¿te fuiste de tú hogar? El tono de Caterina sonaba calmado, pero con un toque de desaprobación. —Aja. Caterina suspiró pesadamente. —Sé que Luca no se ha comportado de la mejor manera últimamente, pero eso no significa que debas mudarte tan rápido. ¿Pensaste en cómo afectará esto a la imagen de nuestra familia? Clarissa no respondió. Caterina la consideraba una persona sin sentido común, pero también sabía que la familia Ferrucho no tenía derecho a exigir demasiado. —Clarissa, tengo dos boletos para la exposición de arte de Thiago. Me gustaría que fueras con Luca. Es un buen evento, podrían aprovechar para hablar las cosas con calma. Intentó sonar amable. —Incluso si lo quieres es
Giulia parecía confundida, tirando con cuidado de la manga de Luca, como si no entendiera por qué la conversación había tomado ese giro tan incómodo. —Clarissa, tú y Luca están bien juntos, ¿No es obvio? —su voz sonó dulce, casi inocente. Clarissa la miró con indiferencia. —Si tú estás aquí, ¿cómo podríamos estar bien? Sin darle importancia, Clarissa giró la cabeza y dijo: —Si ya están aquí, dedíquense a ver la exposición. Los otros asuntos los hablaremos cuando termine. Su tono era tan cortante que prácticamente los ignoraba por completo. Luca sabía que hoy él tenía las de perder. Fue él quien trajo a Giulia, causando una situación incómoda, así que optó por quedarse callado. En la primera planta del recinto, la exhibición estaba dedicada a diseñadores nuevos. La sala estaba llena de visitantes, entre ellos, varios periodistas que tomaban fotos del evento. De repente, Giulia señaló con entusiasmo: —Mira, Clarissa, esa es mi obra… ¡y está justo al lado de la de Vittoria
—Señor Luca, ¿qué tipo de relación tenía con la señorita Sofía? —¿Es cierto que la señorita Sofía falleció siendo muy joven? ¿Cuál fue la causa de su muerte? —¿Acaso la muerte de la señorita Sofía tiene algo que ver con la señorita Clarissa? Cada palabra era un golpe directo al corazón de Luca. Desde la sala de descanso, se podía ver toda la escena con claridad a través del vidrio. Dentro, el ambiente era tranquilo. En un rincón, un hombre, de apariencia descomunal, estaba sentado en un sofá, jugando con un anillo verde entre sus dedos. Su mirada, llena de curiosidad y diversión, observaba el caos del otro lado del cristal. Ese hombre no era otro que Thiago, la estrella del mundo del arte. Thiago y Giovanni se conocían desde hace tiempo. El Grupo Financiero Santoro había trabajado con Thiago varias veces, pero, esta vez, Thiago había rechazado un proyecto porque no tenía ganas de trabajar. —Vaya, qué sorpresa verte en mi exposición de arte. —Thiago se quitó un audífono de man
Thiago, el segundo hijo mayor de la familia Louis en San Sor del Molino, es un genio del arte que había ganado muchos premios nacionales e internacionales y tiene su propia marca de ropa de lujo.Y ahora, ese tipo estaba ahí, en medio del público. Los asistentes a la exposición empezaron a sacar sus celulares para tomar fotos, mientras que los periodistas, después de un momento de sorpresa, apuntaron sus cámaras hacia él, olvidando el drama de antes con Giulia. Nada podía competir con la fama de Thiago. Él, por su parte, parecía completamente acostumbrado a los flashes. Con una ligera sonrisa, miró a la multitud y, al asegurarse de que Clarissa estaba bien, retiró su mano con sumo cuidado. —Con cuidado señorita. Clarissa asintió levemente, y Thiago dio un paso atrás con elegancia. Giulia, que también se dedica al diseño, sabía muy bien el lugar que Thiago ocupa en el mundo de la moda. Sus ojos brillaban de emoción. Nunca imaginó que hoy tendría la oportunidad de conocerlo en pe
El tono de Thiago era tranquilo mientras daba su evaluación, pero Clarissa pudo notar que estaba felicitándola. Giulia, que había estado observando con atención, comenzó a sentirse más confiada. Pensaba que cuando fuera el turno de su obra, también recibiría cumplidos y que, con la aprobación de Thiago, podría aprovechar la oportunidad para ganar más reconocimiento. Y de repente, llegó el momento de su diseño. Pero, apenas Thiago echó un vistazo a la obra de Giulia, la pequeña sonrisa en su cara desapareció. Sus ojos, antes serenos, se volvieron amargos. En ese instante, Giulia sintió que algo no iba bien. El siguiente comentario de Thiago confirmó sus peores temores. —Esta obra está llena de una avaricia enfermiza. Desde su composición hasta su ejecución, se puede sentir un deseo de envidia que la rodea. Un diseño como este no debería estar expuesto en un evento de semejante categoría. Thiago apartó la mirada con clara repulsión, como si hubiera visto algo desagradable. Y ese
—¿Acaso no pudiste filtrar mejor las obras, o quizás tan solo aceptaste un soborno para intentar usar mi nombre y ganar algo de atención? Tú sabes la respuesta. Con esas palabras, Thiago terminó de destruir las últimas esperanzas del organizador. Para cualquier diseñador nuevo, exhibir su obra en una galería avalada por Thiago era un gran logro en el mundo del arte. Era algo que podían presumir toda su vida. Giulia lo sabía. Por eso, había pagado una gran cantidad de dinero para asegurarse un lugar en la exposición. Incluso ya tenía en mente los titulares con los que desataría el revuelo en las redes sociales. Pero nunca imaginó que Thiago aparecería en persona y arruinaría todo en un instante. El organizador ya no tenía esperanza alguna. No debió haber aceptado ese dinero. Porque ahora, Thiago nunca volvería a colaborar con su galería. Eso significaba el fin de su carrera. Mientras tanto, Luca no pudo aguantarlo más. Agarró con fuerza la muñeca de Clarissa y le gritó: —¡Clar
A través de los ojos de Thiago, Luca vio su propio reflejo. Desesperado. Patético. Como un pobre payaso. —Pero, bueno… —Thiago sonrió con tono lastimero. —Parece que la señorita Clarissa pronto dejará de ser tuya. Así que, te felicito por tu divorcio. Se giró un poco hacia Giulia, que temblaba a su lado, y añadió con tono reflexivo: —Y a ti, querida señorita Giulia, te deseo toda una vida de felicidad con el hombre que te merece. Ambos son el uno para el otro: egoístas, codiciosos e inseguros. ¡Una pareja asquerosamente perfecta! Cada palabra era una sentencia. Luca sintió el mundo se desplomaba a su alrededor. No quería divorciarse de Clarissa. Pero, hoy… lo había arruinado todo con sus propias manos. Molesto, apretó los puños con fuerza. Pero, frente a Thiago, no podía hacer nada. No tenía el poder suficiente para enfrentarlo. Se tragó su ira y solo pudo dar media vuelta y marcharse. Giulia lo siguió rápido, sin atreverse a mirar atrás. Poco después, las dos obras que n