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El rey tomaba las manos de Amiel sin quererlo soltar, el amanecer ya había salido y su esposo insistió en que debían partir antes de que se hiciera más tarde, el territorio de los lobos no estaba lejos pero era un camino peligroso.

-Recuerda quien eres hijo, sin importar donde estes siempre seras un principe de Ecatsu y como tal siempre podrás volver a tu hogar

Amy no pudo evitar sonreir al escuchar a su esposo gruñó detrás de él 

-Lo se padre, gracias.

Los brazos de su padre se cerraron como acero en su cuerpo cuando el rey lo abrazó, era evidente que no quería dejarlo ir pero su hijo había tomado una decisión y ahora era la luna de la manada, debía habitar el territor

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