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Demian la mirò con ojos pequeños, conocía esa clase de mujeres, las detestaba, tan frívolas para sentir nada. —Yo solo tengo ojos para mi esposa, así que aléjate, mujer. Liliana observó tal escena, Demian se puso pálido como una hoja de papel. —¿Acaso no lo escuchaste mujer? —sentenció Liliana, sintió que perdía su buen temple. Renata soltó a Demian, la mirò con ojos desafiantes. —¿Tanto miedo tienes de que tu esposo me mire a mí? Liliana sonrió. —En realidad, no, a mi esposo no le gustan las mujeres que se resbalan como mantequilla, pero —Liliana tomó su hombro, la empujó para que mirara a la pista de baile, luego tomó su barbilla, la movió para que viera de un lado a otro—. Mira aquí y allá, ¿lo ves? Hay muchos hombres, ahora ve y busca un hombre soltero para que dejes a las parejas felices y no las invadas de tu suciedad. Liliana empujó a la mujer que fue a dar al suelo, sin detenerse. Renata chilló, pidió a Demian que la levantara. Liliana susurrò a su oído. —Ni se te oc
Liliana estaba casi dormida en el asiento del auto, cuando Demian detuvo la marcha, ella abrió los ojos, estaban en un estacionamiento. —¿Dónde estamos? Él sonrió. —Te traje lejos del drama de la mansión Vicent, ven conmigo. Él bajó del auto, le abrió la puerta, tomó su mano. Era un hotel lujoso, Demian pidió una habitación y fueron a ella. —¿Por qué una habitación? ¿Acaso está pasando algo malo, amor? Él acunó su rostro. —Con nosotros no, pero, ahora Marina y Demetrius deben estar allá, es mejor dejarlos solos, si Demetrius deja de ser el tonto, podrá calmar a su esposa, y eso estará bien. Liliana sonrió, colgó sus manos en su cuello, se comportó con dulzura. —Promete que nunca darás prioridad a otra mujer que no sea yo, mientras no estemos juntos. Él le dio un largo beso que le supo a gloria, estrechó su cintura, mirò sus ojos con esa firmeza y oscuridad que a veces la solía poner nerviosa, al mismo tiempo le deseaba. —No hay ninguna mujer, más que tú, Liliana, solo tú; t
Lawrence reconoció a la mujer, era la supuesta ahijada de Alana, sus ojos se oscurecieron, intentó despertar a la mujer, pero parecía tan frágil en ese asiento, no pudo despertarla. Él la cargó en sus brazos, la llevó adentro hasta la habitación, la recostó sobre la cama, mirò su dulce rostro, parecía tener algunos veinte años, era una mujer hermosa, cuando se encontró pensándolo sacudió su cabeza, con reproche. «Nadie que sea aliado de Alana es bueno, eso la convierte en mi enemiga», pensó con desdén. Se acercò a la mujer, estaba dispuesto a despertarla y echarla de la casa, aunque fuese en la noche. Liv sintió que alguien la tocaba, abrió los ojos, el lugar era lúgubre, y su mirada borrosa, enderezó su postura. Ella sintió que su cuerpo hervía de calor, se sentía extraña, fuera de control. —Vamos, niña, debes irte —sentenció Lawrence de mal humor, e intentó levantarla para que se fuera de ahí. La chica haló hacia atrás, haciendo que el hombre retrocediera, diera un paso y caye
Marina mirò a Demetrius, sus palabras la conmovieron, incluso si quiso hacerse aun la enojada. —Es mejor no hablar ahora, Demetrius. Marina se giró al otro lado, pero Demetrius se metió en su lado de la cama, se abrazò a su cuerpo. —Te amo, Marina, perdóname si a veces soy un poco tonto, no quiero perderte, tú eres mi único amor, ninguna mujer me importa, ni me ha importado en esta vida, solo tú, eres con la que quiero pasar el resto de mi vida, con la que quiero envejecer. Ella se giró a mirarlo, solo una tenue luz le permitía ver el rostro de su esposo. Él se acercò, besó sus labios con dulzura, luego una pasión desenfrenada se apoderó de sus cuerpos, hambrientos de deseo. —Nunca me vayas a engañar, Demetrius. —Nunca pasará, solo te amo a ti. Hicieron el amor como si fuera la primera o última vez, entre dulces palabras y juramentos de estar juntos hasta el fin de los tiempos. Luego durmieron abrazados. Al amanecer. Liv abrió los ojos, no reconoció en donde estaba, solo en
Liv se levantó al instante, sus ojos estaban cubiertos de lágrimas. —¡Me iré ahora mismo! —¡¿Qué es lo que hace?! —exclamó Liliana al observar cómo Alana golpeaba a la pobre chica. —¡No te metas en asuntos que no te corresponden, esta es mi casa! Demian que escuchó como Alana hablaba sintió rabia. —¡Esta casa no es tuya! Es de mi padre, que la heredó a Demetrius, sin saber que tenía otro hijo, así que te has equivocado mucho Alana, igual si no te gusta estar aquí, la única que sobra eres tú. La mujer mirò a Demian incrédula de sus palabras, luego se echó a llorar, como si fuese un manojo de nervios, corrió a subir la escalera, dejándolos impactados de su reacción. —Demian, has sido duro. —No le crean nada, lo hace para ser la víctima. ¿Qué pasa, Liv? Ella negó, estaba avergonzada, no podía decir sobre su madrina, no cuando a ella le debía la ayuda por su padre antes de morir, negó. —Bueno, creo que hemos tenido una discusión y ya no me quiere aquí, me iré, si me dan unos días
Las puertas se abrieron y Liv se alejó de ese hombre tan rápido como pudo, sintió su corazón latir a toda prisa, tuvo miedo. Marina que estaba en ese mismo piso, observó a la joven. —¿Liv, estás bien? La chica tuvo que sonreír. —Sì, lo estoy. —Marina, que alegría volver a verte, ¿podrías hacerme un tour por la empresa, aprovechando que eres la gerente de recursos humanos. Marina sonriò, asintió. El hombre le mostró su brazo, y ella lo tomó para ser acompañada por él. Liv los siguió con la mirada, el hombre la mirò de reojo, pero no dijo nada. «¡Que error tan grande cometí!», pensó Cerca de la hora de salida del colegio los niños esperaban a Liliana, quien iría por ellos. Un hombre se acercò a la maestra. —Disculpe, ¿en la lista hay algún niño que se llame Carlitos House? ¿O algún niño con apellido House? Carlitos mirò al hombre con miedo, bajó la vista, y recordó cuando hombres malos se llevaron a su mamita. —Tú te llamas Carlitos —dijo Mady Ady siseó. —Pero, es un extr
Liliana esperò en su alcoba, cuando Demian llegó, ella estaba cruzada de brazos, se veía furiosa. —Mi amor… —¿Por qué no respondiste el teléfono, Demian? Él se quedó perplejo, no esperaba esas palabras. —Yo… es que estaba en una reunión con el equipo de ventas, pero ¿Qué pasa? Amor, no te molestes —dijo con voz dulce —Es que, un hombre fue al colegio de Carlitos, preguntó por él con su fotografía en manos. Demian abrió ojos enormes. —¿Qué? —Tengo miedo de que sea ese hombre, y encima tu madre se enteró, y… parece que no soy suficiente para ti, según ella. Demian sintió una rabia bullir en su sangre. —¿Te dijo algo? Mírame, Liliana —ella mirò su rostro con ojos bañados por lágrimas—. Tú eres la única mujer de mi vida, eres suficiente, mi amor, eres todo lo que necesito. Ella besó sus labios, pero luego lo vio irse, se veía furioso contra Alana. —¡Demian! Demian bajó a toda prisa, su madre hablaba con Demetrius contándole todo. Cuando Demian bajó estaba rabioso contra Alana
Liv temblaba, negó. —¡No puedo hacerlo! —¡Lo harás! No olvides que tienes una deuda conmigo —dijo y se acercò, pellizcó su mejilla, ella le mirò con ojos llorosos. —¡Por favor…! —Si no lo haces, inventaré algo sobre ti, te enviaré a prisión, ¿quieres eso? Liv negó. La mujer saliò y ella escuchó como cerró la puerta con llave, Liv quiso gritar, pero su vientre dolió, fue al baño retorcida de dolor, y vomitó. Estaba lívida, supo que no tenía otra opción, ninguno de los Vicent la ayudarían, menos sus esposas, cuando Alana se pusiera contra ella. «Es una mujer tan mala, ¿Por qué papá la amó tanto, incluso más que a mamá y a mí?», pensó con tristeza, recordando cuando su padre amaba a esa mujer, y ella podía notarlo. Alana bajó y encontró a Demetrius, ya tenían todo listo, irían a Santa Mónica para revisar un contrato con un cliente. —Madre, ¿y Liv? —Hijo, lo siento, Liv se siente muy mal del estómago, ella no podrá viajar, deben irse sin ella. —¿Necesita un médico? La mujer di