El viento gélido rugía con ferocidad, azotando sin piedad los cristales de los ventanales, una anticipada tormenta invernal se había desatado dejando carreteras y paramos cubiertos de nieve, era la décima vuelta que daba alrededor de su estudio por esa tarde, no existía nada que pudiese calmar su creciente ansiedad, su padre había desaparecido, se habían encontrado rastros de muy hábiles intrusos que se colaron hasta los aposentos de André Fortier y señales de forcejeo.
– ¡Maldición! – Belmont golpeaba el fino escritorio de madera de roble.
– Debes tranquilizarte, no ganaras nada rompiendo el mobiliario – decía una morena y poderosa mujer.
– Basta, tú no sabes cómo me siento ni tampoco creo que te importe, Tormenta Rusa, lamento decepcionarte, pero no me casare con tu hija, y justo ahora no tengo tiempo de una pelea contigo &
El filete frente a él lucia apetitoso, la opulencia que lo rodeaba era tal como sentía merecerla, desde su temprana niñez lo había tenido todo, nunca nada había hecho falta, sabía que si arrojaba aquel filete al suelo un sirviente acudiría de inmediato a limpiar su desastre sin siquiera mirarle a los ojos, sometido a su voluntad como todos los que lo rodeaban, si lo culpase, el infortunado criado no tendría más opción de aceptar una culpa que no le correspondía, si le ordenaba recoger con los dientes su desastre y limpiar con su lengua lo derramado él tendría que hacerlo, denigrarse a sí mismo por capricho suyo…aquella sensación, el poder que tenía sobre otros, saberse con el destino de aquellos inútiles e infames en sus manos lo había llegado a complacer…siempre había encontrado divertido humillar a otros y reafirmar su poder sobre ellos
El largo trayecto hacia el territorio enemigo se volvía cada vez más lento…los prados cubiertos de nieve lucían desolados, marchitos…no ayudaban a calmar su creciente ansiedad…no sabía que esperar a pesar de conocer lo suficiente los sucios trucos de Eros Dagger, ¿Su padre seguiría con vida? Estaba casi seguro de que era de esa manera, Eros no disfrutaba en sí mismo de un asesinato, era el dolor que desataba con ello donde aquel maniático enfermo encontraba placer…el rostro candado de Thomas, el protegido de Adam, reflejaba aun en el los estragos de su noche con Eros, el dolor y sufrimiento que le había hecho atravesar aún se notaba plasmado en su cara…lo había forzado a ver como su única y amada hermana era masacrada y abusada en todas las maneras posibles…según su relato, lo forzó a rogarle piedad para su hermana en el frio abrazo de la muerte
Los jardines en Le Rosey lucían ya completamente desprovistos de vida, sin nieve sobre ellos, el panorama era francamente desolador, en nada mejoraba su ya destrozado animo…Ekaterina observaba a la servidumbre acomodar moños negros por toda la mansión Fortier, en prácticamente cada rincón de ella el luto decoraba en mudo silencio, era desgarrador ver al imponente Belmont Fortier delegando a sus sirvientes para que el funeral para dar el último adiós al honorable André quedara perfecto en honor a la memoria de este, al menos se sentía aliviada de ver lo bien que parecía estar llevándolo el apuesto casanova de ojos cielo, todo aquello que estaban pasando se había vuelto demasiado pesado y doloroso, Ceres, por otro lado, estaba devastada, había sido ella quien, en un acto de piedad, había disparado al llamado lobo de plata para que Belmont no tuviese que hacerl
El cielo matutino se apreciaba limpio y despejado después de semanas de nevadas y tormentas, nubes blancas se mecían a la par del gélido, pero suave viento que soplaba moviendo con gracia todo a su paso, ojos zafiro de selva salvaje apreciaban verdaderamente aquella delicada distracción que el buen clima ofrecía, todo venia pasando tan deprisa que se sentía al borde de un colapso nervioso, los muchos problemas se habían tornado completamente insoportables, se sentía asfixiada, su pecho permanecía en un dolor sordo y constante, y nada parecía mejor, al contrario, iba cada vez a peor.– Deberías tomar algo…prácticamente no has probado alimento…te ves ya bastante enferma, quizás sea momento de ver a un médico – la voz de Belmont interrumpió los pensamientos de Ceres.Mirando a aquel casanova de ojos cielo, Ceres asintió&he
La lluvia de esa mañana era ligera, el viento frio soplaba en apacible calma, era un nuevo día gris…sus huellas una vez más pisaban en el cementerio haciendo un eco que resonaba en cada rincón y recoveco del lugar…iba empujando la silla de ruedas de Ceres, el rubio, aun no le dirigía la palabra, estaba más allá de la indignación por su decisión de perdonar a Auguste…era doloroso, pero esta vez, no cedería ante su adorado hermano.“No tienes que temerle a la muerte Ceres”Me había dicho la primera vez que hablamos de eso y que yo me eché a llorar. “Es algo tan natural como la vida misma porque es parte de ella, solo es un paso más para completar el cielo, ¿sabes por qué el cielo es tan estrellado?” Recuerdo haber negado mientras ella me secaba las lágrimas, esa ta
El sol se asomaba por la ventana, besando con sus cálidos rayos de luz el rostro de Ceres, sin embargo, e igual que siempre, no se sentía con ánimos de levantarse de la cama, se había convertido en una gran perezosa que dejo de ejercitarse debido a los calambres que le daban, casi todo el tiempo se hallaba durmiendo, era como si su cuerpo le exigiera más descanso del acostumbrado, levantándose de todos modos, tomo una ducha.Dejando que el agua caliente reconfortara su dolorido cuerpo, Ceres se sintió sorprendida al notar en el reflejo del mosaico como sus pechos parecían haber crecido un poco más…además…había algo que estaba pasando por alto…no le había llegado su periodo…desde hacía un mes…con tantas cosas que estaban atravesando, no se había detenido a pensar ni un solo momento en ello, y aunque al principio si noto la ausencia de este, se lo
La brisa salina golpeaba su rostro con gentileza, la belleza paradisiaca del mar, era algo que lograba asombrarla completamente, Ceres no había asistido jamás una playa, por eso, se sentía como una niña en dulcería…corría con impaciencia por todos lados, aquella felicidad momentánea, aunque sabía que no sería eterna, lograba hacerla olvidarse, aunque sea por un momento de sus sufrimientos.Estaba embarazada y con temor de que su cruel medio hermano la encontrara y arrasara con todo a su paso si se enterase de ello, pero por ahora…solo por ese instante, no quería pensar en nada de ello.Mirando el océano frente a ella, se sintió reconfortada, feliz…las aguas turquesas de las playas de Linapacan, en Filipinas, eran verdaderamente hermosas, la arena blanca y las aguas cristalinas eran algo realmente hermoso y digno de admirar…acariciando su aun pequeño vientre, Ceres se negaba a pensar en todo el dolor que habían atravesado, ahora mismo, una nueva vida crecía en su interior
El viento frio soplaba con fuerza azotando las ventanas, aquella tormenta no parecía tener fin, Eros estaba más halla de ira Ceres se había escapado, junto a Auguste Dupont y Belmont Fortier, todos los demás también se hallaban en paradero desconocido, y sobraba decir que el infame pelinegro estaba más allá de la furia atroz, el, por otro lado, ¿Qué podría haberla orillado a tomar aquella decisión? Por ahora, sin embargo, bastaba saber que se encontraba lejos y a salvo de el...de aquella irá asesina que estaba sintiendo y ese pensamiento solo lograba enfurecerlo aún más, aunque, como todos, sabia que aquello no podría durar para siempre, por ello, había movilizado todo de sus fuerzas armadas para obligar a que volviesen Ceres y compañía quienes se habían vuelto invisibles a sus ojos, los ojos del poderoso y temido Eros Dagger…su ira devastadora, esta vez, si podría quemarlo todo.– Maldición – decía Eros arrojando su teléfono.No había respuestas, nadie sabia nada del pa