El cielo de aquella mañana lucia despejado por primera vez en días, nubes blanquecinas se movían suavemente impulsadas por el viento, el crujir de las hojas secas que pisaba sin querer, lograba hacerlo sonreír recordando viejos tiempos rememorando su infancia, caminando aquellas viejas veredas tan bien conocidas que contaban mil historias tan antiguas como el suelo mismo lo era, vislumbraba de nueva cuenta aquellos jardines antiguos llenos de flores y arbustos que se dibujaban conforme avanzaba en aquella hermosa propiedad perteneciente a su familia, los Dupont, Auguste se sentía en paz visitando aquellos lugares y jardines recónditos lejos de la mansión, lejos de la mirada atenta y juiciosas que no estaban más pero que recordaba tan vívidamente que sentía que un lo acompañaban…recorriendo con sus palmas los viejos pilares cubiertos de rosas, finalmente llegaba al jardín secreto y olvidado, aq
La brisa salina del océano se sentía fría, las nubes grises se acercaban poco a poco hasta la playa, aquello solo significaba que el invierno estaba cada vez más cerca, su padre seguía en paradero desconocido y el comenzaba a perder la paciencia, todos a su alrededor no eran más que incompetentes que solo estaban a la espera de lograr morder un trozo de hueso una vez que su padre muriera, nadie en realidad sabia cuáles eran sus verdaderos planes…y nadie lo sabría con certeza hasta que su ola arrasara y devastara sus tranquilas playas, mirando a sus aves eternamente en cautiverio se preguntaba cuanto tiempo más tenía que esperar para finalmente tomar lo que era suyo.Eros colocaba a la pequeña ave en su jaula, aquel aviario, aquellas aves, fueron su única compañía junto a Benjamín cuando era tan solo un niño indefenso, los sirvientes en aquella mansión,
El viento arrastraba consigo una vieja melodía, una melodía triste y serena que lograba tocar fibras sensibles de su alma…Ceres caminaba en medio de aquellos jardines solitarios, la lluvia otoñal había mojado con su delicado roció cada flor en aquel bellísimo jardín de hortensias y rosas…aquel viejo piano se hallaba tocando solo en aquellos abandonados y antiguos jardines, miraba con suma tristeza aquellas teclas tocando solas sin las hermosas y delicadas manos que solían replicar la bella melodía que tanto le gustaba…bellos pilares de rosas y flores de mil colores se alzaban a la vista embelleciendo aquel sitio de ensueño…la figura de Auguste Dupont se dibujaba tras de ella tomándola entre sus brazos.Mami, ¿si subo al rascacielos podré tocar las nubes? La bella mujer de cabellos rubios la miro con dulzuraPor supuesto mi ni&ntild
Belmont miraba el liquido oscuro en su copa de vino, el silencio reinaba en aquel lujoso estudio de su elegante museo, repasaba en su mente una y otra vez lo que había visto, los labios de su marcada besando los de su hombre de confianza, Alfred lo había traicionado y aunque aquello no era en realidad una sorpresa, había dolido mas de lo esperado, bebiendo de aquella copa de cristal, miro su reloj de bolsillo, era ya muy tarde y Ceres aun no llegaba, marcando una vez su numero celular, nuevamente la línea se quedaba con aquel desesperante sonido, no había respondido ninguna de sus llamadas, se sentía harto, mas que harto, la hermosa pintora era la mujer que él había escogido para si mismo y sin embargo, ella no correspondía a sus afectos. Dejando la copa de lado, Belmont Fortier tomaba la botella de vino, Henri Jayer Richebourg Grand Cru, cosecha de 1962, finísimo vino de más de quince mil dólares, uno que pretendía beber en compañía de la hermosa rubia esa mañana, sin embar
La noche se sentía fría... tan helada que la hacía estremecer...Ceres se abrazaba fuertemente a su almohada, el viento golpeaba con fuerza los vidrios en la ventana de aquel departamento, se sentía exhausta, había llorado mucho en los brazos de Auguste Dupont esa mañana, y el, la había consolado sin preguntarle nada, si juzgarla por su dolor, aquel vacío que ahora sentía sin su presencia, dolía demasiado, ella lo había besado buscando consuelo, perdiéndose en el sabor de sus labios, deseando que ese momento no se detuviese nunca, y sin embargo, tan cruel como siempre era, el tiempo se habla llevado ese momento demasiado rápido, estaba enamorada, ya lo sabía, se había enamorado de Auguste Dupont sin siquiera darse cuenta de ello, su alama sensible y herida era de cierta manera parecida a ala suya, aquellos ojos castaños y hermosos, tan profundos y tristes como los de aquel
Un nuevo día daba comienzo, Belmont, se despertaba sin ganas de seguir con vida, había visto aquello la noche anterior, la muestra de amor y afecto entre Ceres Gultresa y Auguste Dupont, sin duda alguna, ellos se habían enamorado, y quizás, incluso habían ya formado un vinculo sin la necesidad de una marca como rara vez pasaba de un lobo a su hembra elegida.El agua fría resbalaba entre sus poderosos músculos, no estaba dispuesto a simplemente permitir que aquello pasara, no solo por su deseo propio de aquella hermosa mujer para si mismo, si no, porque Ceres sin duda sufriría mucho al lado de Dupont, había una razón por la cual nadie le había impedido acabar a toda esa manada años atrás, había una razón también por la cual Dupont era y debía seguir siendo un paria, su sangre maldita y su estirpe criminal, habían sido castigados hace demasiado tiempo.
El aroma salino del océano siempre era refrescante, lo hacía olvidarse de las muchas voces que constantemente escuchaba dentro de su mente y que lo enloquecían cada día un poco más, por aquellos instantes, tan solo deseaba olvidarse de todo por un momento y recordar sus días felices de infancia, al menos, lo que permanecía casi intacto en su memoria, había mucho que le habían forzado a olvidar, todo desde aquel momento en que fue llevado a la casa Dagger para convertirse en el muñequito enfermizo que seria el heredero de aquel señor que acababa de perder a su hijo verdadero y necesitaba con urgencia un reemplazo de este, el rostro de su madre, su verdadera madre, se dibujaba de nuevo en sus memorias, intentaba también recordar el rostro de aquella hermana menor que sabía que tenía, sin embargo, aquellos electro choques, le habían hecho perder la mayoría de los recuerdos de su más tierna infancia, aquella que, desesperadamente, añoraba recuperar, todo le había sido arrebatado, su nom
El agua fresca y limpia de la lujosa piscina brindaba una sensación de alivio para mitigar el sofocante calor que la dura rutina de ejercicios provocaba aun y a pesar del viento frio que soplaba sobre de los ventanales de la piscina techada, si, otro día más estaba pasando como el agua que se resbalaba entre sus dedos...de prisa, agotador…la tarde había caído y en unas horas se daría la fiesta de Halloween que organizaría Eros Dagger y a la que Ceres había insistido en asistir debido a sus sospechas sobre aquel miserable humano, algo muy dentro de él le decía que Ceres Gultresa sabia más de lo que admitía, sin embargo aún no tenía certeza de ello, Belmont se sentía a la expectativa esa noche. Lejos de allí, en el lujoso cuarto de hotel que era su prisión Ekaterina admiraba el paisaje de la ciudad parisina fuera de la ventana en la baño, hacía ya tres años había contraído esa infame marca de Belmont Fortier, el magnate heredero de la manada de los Fortier cuyo
Gemidos inundaban la lujosa habitación, la ropa esparcida por el suelo y la lujosa botella de champagne sobre la elegante mesita al lado de la agitada cama hablaban mucho del dueño del recinto.Eros descargaba todo de si, frustraciones, enojo, ira reprimida, y el aun no haber dado con el paradero de su padre, en el esbelto cuerpo de una de sus amantes, nunca había sido difícil obtener sexo, su prometida se había marchado días atrás para reunirse con su hermano en un asunto rápido de atender, pero aun así no estaba dispuesto a dejar de lado sus muchas necesidades solo porque su prometida se encontraba fuera, las mujeres en Le Rosey se morían por el apuesto y millonario heredero Dagger, algunas buscaban sus afectos, otras deseaban revolcarse con él y disfrutar de su lujoso apartamento, cualquiera que fuera la situación todas deseaban lo mismo, retozar un rato en su cama.Los golpes en la