Los viejos jardines lucían más hermosos de lo que habían lucido jamás aun y a pesar de los arbustos con hojas secas que se imponían en el centro, la luz que entraba por los grandes ventanales lo hacían recordar la calidez de los labios de Ceres, aquella sensación que aún lo embargaba y lo sumergía en los recuerdos de la noche anterior lo hacían añorar a la rubia a su lado, era la primera vez que se sentía de tal manera, era la primera vez que amaba a una mujer como la puede amar un hombre…el cabello de sol que se mecía con la gentileza del viento, la piel pálida tan tersa como el durazno, los ojos zafiro de selva salvaje que consumían su alma por completo…el aroma que emanaba desde su delicado cuello de cisne que embriagaba cada uno de sus sentidos…la amaba, la deseaba para sí mismo…y nada podrían hacer para separarlo de ella.
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La neblina comenzaba a invadir las oscuras calles, las penumbras cubrían cada rincón y recoveco en la vieja ciudad de Londres, la espesa niebla que nacía desde el rio Támesis le daba ese aspecto tétrico y solitario al paisaje nocturno, era el escenario perfecto para un asesino, recordaba aquello muchos mitos que se narraban conforme a la ciudad volviéndola parte de leyendas siniestras, Jack el destripador había caminado quizás por aquellas mismas solitarias y neblinosas calles buscando una nueva víctima para añadir a su lista, era su ciudad favorita, su madre había nacido allí y siempre se encargó de enriquecerlo con los muchos relatos que tenía para contarle, desde nieblas asesinas hasta la aparición fantasmal de Ana Bolena en la majestuosa Torre de Londres, su habitación estaba sumergida en la penumbra, solo el fuego arrojaba algo de luz disparada en todas direcciones il
Los jardines en Le Rosey se encontraban abarrotados por un sinfín de personas que cuchicheaban entre sí, la comidilla era tal que el chismorreo se había extendido por todo el elegante sitio, Ceres y Auguste caminaban juntos y encima, tomados de la mano, los habían visto en noches anteriores compartiendo un ocasional beso, eran la pareja perfecta y todos hablaban de ello, así como también del interés que tenían Eros Dagger y Belmont Fortier por la rubia, aquello pintaba para ser el chisme del año con un cuarteto amoroso como protagonista.María Fernanda observaba la escena, esa chica parecía tener a todos en la palma de su mano, comenzaba a aborrecerla, la envidia y el rencor la carcomían por dentro, debía deshacerse de la pequeña intrusa, desviando su mirada recordaba al apuesto adonis pelinegro, el plan original era conquistar al insufrible Eros Dagger, el legítimo herede
La noche era fría, copos de nieve comenzaban a caer desde el cielo nocturno anunciando la nevada que recién iniciaba, veía el viento mecer con gentileza las copas de los árboles, los jardines se veía vacíos, solitarios…tan muertos que era inimaginable pensar que por las mañanas y las tardes esas mismos jardines se encontraban protagonizando un desfile de personas que corrían presurosos de un lado a otro buscando terminar sus tareas asignadas, odiaba sentir esa soledad, le hacía recordar momentos dolorosos, y no quería hacerlo, no le gustaba estar sola en medio de la noche y el silencio, porque aquello arrastraba memorias una y otra vez...algunas felices, algunas dolorosas…y no deseaba sumergirse en pensamientos sórdidos de nuevo, no tuvo más opciones que las que ahora yacían en sus manos en aquellos momentos de angustia, sentía su corazón latir d
El trayecto a la mansión Da Fortier parecía mucho más largo de lo habitual, sus nervios estaban a flor de piel, aquella llamada que recibió de Belmont lo había arrojado a las fauces de la más horrible desesperación, aun y cuando André Fortier era un hombre lobo poderoso nunca mantenía su hogar con la vigilancia suficiente, él lo sabía, también se había colado a las habitaciones de su amada antes y eso que supuestamente aquel departamento parisino estaba bien vigilado, se sentía completamente frustrado por no haber estado allí para Ceres aun cuando se lo había prometido, era suficiente, se la llevaría de ese lugar ese mismo día aun cuando tuviese que arrancar la garganta de Belmont si se oponía, había permitido que se quedase con ellos un tiempo en lo que organizaba todo para llevarla con él, pero no retrasaría más aquello, e
Sueños de invierno, nieve que caía irremediablemente fuera de su ventana, una niña sola, abandonada y maltratada que había sido robada a sus padres, un hermano mayor a ella, pero tan frágil como el cristal que había estado enfermo, eran Ceres y Eros, nombres antiguos como antigua era su familia, su padre, el de ambos, lo había elegido para ellos, sin embargo, poco a nada sabían el uno del otro el día que se conocieron, cuando aquella mujer, la madre de él, la había robado aquella tarde en que la pequeña rubia vio a aquel lobo que años después plasmaría en su pintura, perdida en la mirada del alfa, no advirtió el peligro, la habían separado de sus padres, una venganza por un amor perdido.Eros era un niño frágil, un niño extraño, receloso de ella al comienzo, y luego, nunca más se quiso apartar de su lado, ella lloraba todos
El viento gentil se sentía más cálido que en días anteriores, los jardines en la mansión Dupont se habían vestido con una ligera capa de nieve, estatuas de ángeles y arbustos que parecían formar un pequeño laberinto conformaban parte de estos, era un jardín muy romántico, diferente a los que había en el hogar Fortier, la mansión Dupont se erigía orgullosa justo al centro de su extensa propiedad, era una construcción renacentista bellísima, aquel lugar parecía sacado de un cuento, Ceres no podía evitar admirar aquel esplendor que la rodeaba, era como vivir en un hermoso castillo de hadas.– Buenos días hermoso gorrión, veo que disfrutas mucho de la vista de mi mansión, no te culpo, es ciertamente un lugar muy bello – dijo un hombre mayor con apariencia de mayordomo sorprendiendo a Ceres.Aquel hombre parecí
El sonido de la tiza sobre el pizarrón sonaba como un eco lejano que se perdía en medio de sus muchos pensamientos, ella escribía sin parar un sinfín de notas una y otra vez sin detenerse, los alumnos bostezaban al tiempo que intentaban copiar en sus cuadernos cada palabra escrita en la pizarra, Ceres, sin embargo, se hallaba completamente absorta en sus memorias de lo que había ocurrido entre ella y Auguste hacia solo una semana atrás, la nieve fuera de las ventanas de su salón de clases en el museo caía despacio, en un vaivén lento que se balanceaba a la par del helado viento, era el mes de diciembre, el museo y toda la ciudad se había vestido de los colores típicos de la temporada, un desfile de luces blancas y adornos en rojo, dorado y verde, resaltaban la belleza muerta en los jardines y los grandes pilares dentro del recinto, había un árbol navideño dentro del aula donde daba sus
El viento helado recorría los páramos desolados y oscuros de su vieja propiedad, trayendo consigo recuerdos memorables de su tierna infancia, Auguste se sentía melancólico por todo aquello que venia pasando, añoraba mas que nunca a la madre que había perdido hacia tantos años atrás, después de aquello, había vagado como un lobo solitario por los bosques nevado buscando la muerte, muerte que nunca encontró…en su forma de lobo, ahora, su vida había cambiado, la había marcado, Ceres Gultresa ahora era suya y nadie podía impedirlo.Belmont meditaba, en sus aposentos, podía olerlo, el aroma de Ceres y Auguste se había mezclado, aun cuando ninguno había dicho nada, era mas que evidente lo que estaba pasando, él la había marcado…como su hembra elegida.La noche llego de prisa y Ceres apoyaba sus brazos en el balc&oacu