(Horas más tarde)
He conocido gente terca, pero como él, ninguno. Le pedí de todas las maneras posibles que me dejara hablar a mi sola con mis padres, pero él y su cabezota insistieron en que lo mejor es que fuéramos los dos a buscar mis cosas y de que habláramos con ellos. Según sus propias palabras, quiere hacer las cosas bien, quiere que mis padres se den cuenta de que sus intenciones conmigo son serias y bueno, aquí estamos entrando a la casa. Yo no sé si él está nervioso o no, pero por mi parte, me late el corazón demasiado rápido. Me había desacostumbrado a dar explicaciones de mi vida, a “informar” a mis padres de mis relaciones, pero desde que llegue de Madrid vivo con ellos y supongo que, por respeto, debo cumplir con este protocolo.
—Buenas tardes&mdash
(Al día siguiente)Su respiración en mi cuello y sus labios rozando mi piel me hacen sonreír mientras que abro mis ojos encontrándome con la luz del sol que se cuela por la ventana —buenos días— digo mientras que intento no querer volver a abrazarme a la almohada para seguir durmiendo.—Buenos días, cariño— murmura y ya extrañaba que me llamara así.Me giro un poco haciendo que quedemos frente a frente y esos ojazos negros como la noche me miran con tanta intensidad que me hace poner nerviosa inmediatamente —¿Qué ocurre? ¿Por qué me miras así? — pregunto y su sonrisa de lado, esa que es su arma letal, se hace presente mientras acerca su cuerpo al mío y con su brazo rodea mi cintura aprision&aacut
(Al día siguiente)Recibir un nuevo día a punta de besos y caricias, no fue una opción esta mañana, y es que las obligaciones ganaron la batalla haciendo que nos levantáramos de la cama con prisa y nos arregláramos rápidamente para ir a nuestros trabajos. En mi caso tengo un horario que cumplir porque soy simplemente una empleada más, y en el suyo fueron las reuniones pactadas lo que provocaron que saliera pronto del ahora “nuestro” hogar. —¡¿Y esa sonrisa?! — me pregunta Cintia cuando nos cruzamos en el pasillo donde están nuestras oficinas. —Cosas buenas que ocurren de vez en cuando— me limito a responder sin poder ocultar mi felicidad mientras voy entrando a mi oficina y escucho su risa a lo lejos.
Después de un arduo día de trabajo y de ponerme al corriente con todos los detalles del proyecto que me ha confiado mi jefe, finalmente llego el tan ansiado momento de entrar a mi nuevo hogar, uno que comparto con el hombre que me roba la razón a cada instante. No hago más que poner un pie dentro del departamento y un exquisito aroma a lo que me parece que es salsa de tomate invade mis sentidos —buenas noches— digo sonriente y es que apenas paso el hall de la entrada y me hayo frente a la sala que se conecta con la cocina en este concepto de espacio abierto, lo veo a él en la cocina con un delantal negro que lo hacer parecer un sensual concursante de MasterChef. —Buenas noches hermosa— me dice volteando a verme y sonríe —iría a darte un beso, pero se me quemara la salsa— informa haciéndome reír.
En estos instantes me tiene amarrada de la cintura pegando mi cuerpo al suyo mientras vamos entrando al baño — tendremos que compensar el tiempo que estaremos lejos, ¿no? — me pregunta acercando mis labios a su cuello de manera muy peligrosa.Levanto su camiseta haciendo que deba separarse un poco para que pueda quitársela por completo, pero apenas la lanzo al suelo, sus labios vuelven a mi piel. —me parece una idea increíble— le respondo cuando comienza a quitarme el vestido que llevaba puesto.—A mi también— comenta entre risas y antes que pueda responderle calla mi boca con besos.Su lengua se encuentra con la mía haciendo que la temperatura en este baño aumente drásticamente, la poca ropa que nos queda puesta estorba ya y no podemos más que desnudarnos el uno al otro con urgencia mientras que de manera torpe él extiende uno de sus brazos para
Al día siguienteIván puede ser el hombre más sensual del mundo, o el más romántico cuando quiere, y en está ocasión escoge ser lo segundo cuando me acompaña al aeropuerto para despedirse de mí. Sabemos que son tan solo dos días, pero en realidad es la primera vez que nos despedimos estando juntos y admito que me cuesta un poco, después de todo hace poco que volvimos. —No quisiera interrumpirlos, pero nos dejara el avión Jimena— me dice mi jefe haciéndome reír y le doy un último beso a mi novio.—Cuídate, ¿sí? — le pido y él asiente.—Lo mismo, cualquier cosa me llamas— me repite y le doy un último y corto beso antes d
(Al día siguiente)Ayer, apenas llegamos, fuimos a instalarnos al hotel y por mi parte repasé una y otra vez la presentación hasta que llegó la hora de cenar y me encontré con Gabriel para que después fuéramos a un restaurante cerca de donde nos hospedamos y así continuar hablando de los detalles de la presentación. Las palabras que me dijo acerca de la oferta laboral, no se me han borrado de la mente, pero sé que no es momento de pensar en eso. Hoy es el gran día, hoy me toca dar la presentación para la que tanto me he estado preparando y a pesar de que me sé todo de memoria y que estoy muy familiarizada con todo el proyecto, los nervios son inevitables. Entrar a la sala de juntas y encontrarme con los representantes de la empresa definitivamente no ayudan a mis nervios, pero fingiendo ser la mujer más segura del mundo lo
Después de haber salido de la oficina, vinimos hacia este restaurante de lujo donde los platos son increíblemente elaborados y la decoración del lugar sumamente sofisticada, y por mi parte, soy la única mujer en este almuerzo de negocios y cuatro hombres sentados a mi alrededor distendiéndose, conversando acerca de deportes creyendo de que no me entero de que va la conversación, pero lo que ellos no saben es que estoy al tanto de cada una de las cosas que comentan —discúlpanos, Jimena, los hombres solemos ser así de “pesados” cuando hablamos de estos temas— se justifica Fabricio y simplemente levanto mis manos como haciendo un gesto de que no pasa nada.—Por mí ni se preocupe, estoy acostumbrada a estas conversaciones— explico.—Nació en Buenos
(Al día siguiente)Las tres horas de diferencia entre la costa oeste y este del país no me dejaron hablar con Iván anoche, o en realidad simplemente no quería despertarlo, y es que entre una cosa y otra he llegado tardísimo, pero ahora que ya son las 6am en San Francisco y las 9am en Nueva York, aprovecho para llamar a mi novio por teléfono. Todavía tengo tiempo, mi reunión no es hasta las 11am y necesito estar clara en algunos asuntos.—Buenos días, cariño, ¿Cómo amaneces? — me pregunta de inmediato apenas contesta la llamada y con tan solo escuchar su voz siento que vuelvo a respirar con normalidad. —Buenos días guapo… yo muy bien, ¿tu? — indago con una estúpida sonrisa en mi rostro mientras que mu