Próximo capítulo: Lunes 6/02
Calista Me dio la llave y se marchó, busqué en el mini bar una botella de whisky y me devolví, me sobresalté al ver la figura de Andreus recostada en el umbral del despacho. —¿Me estás siguiendo? —pregunté siendo descortés, frunciendo el ceño queriendo dejarle en claro que no me agradaba tal acción. Él se encogió de hombros, me miró con descaro y sonrió. —No lo diría así, es más como que tu presencia me atrae, Calista y más cuando andas vestida así. Muchas cosas pasan por mi mente —me asqueé de oírlo, sintiéndome acosada por la forma en que sus ojos me analizaban. —No hagas eso —señalé queriendo marcharme de ahí. —¿Hacer qué? —dio un paso adentro mirándome de esa forma que detestaba, di un paso atrás queriendo encontrar una salida. —No me sigas y mantente alejado de mi. Ahora te pido que salgas o llamaré a Aetos. —¿Para que llamarlo si te puedes divertir conmigo? Después de lo sucedido dudo mucho que tenga ganas de...—lo interrumpí no queriendo oír su voz. —Lárgate y no vuelv
Calista Bajé del vehículo quedando frente al edificio del señor Konstantinou, me adentré al lugar con mi secretaria atrás de mi, la recepcionista nos recibió y al identificarme nos llevaron hasta el piso donde se encontraba la sala de juntas. —Calista, qué gusto volver a verte —me saludó el señor Konstantinou quien se encontraba en la entrada de la sala. —Lo mismo digo —le sonreí estrechando la mano que me extendió. —Seré franco contigo desde el principio, acepté esto porque se trataba de ti y quiero darte la oportunidad de escucharte, pero no estoy interesado en entablar ninguna relación con los Vasileiou, especialmente con tu esposo. —Las negociaciones son conmigo, así como todo lo referente a VM, seguramente estarás al tanto que soy la nueva directora ejecutiva de la empresa. —Si, mis más sinceras felicitaciones. —Gracias, señor Konstantinou. —Pasa, mi equipo aguarda por ti. Entré junto a mi secretaria, sentándome en la otra punta de la mesa, Eileen se encargó de conectar e
Calista El ambiente siguió igual de tenso como las dos personas que me acompañaban, quería dar por terminada la reunión y marcharnos de ahí. Pero tampoco encontraba las palabras adecuadas para excusarnos.—¿Cómo está la señora Bryony? He oído por mi padre que está muy enferma. Dejé la taza de chocolate sobre la mesa y de reojo miré a mi esposo quien se entretuvo con su móvil en lo que conversaba con Ulises, pareciendo desinteresado cuando sabía que tenía la atención puesta en cada uno de nuestros movimientos y conversaciones. —Está estable —me entristecí al recordar el estado de mi abuela y mi constante miedo de que empeorara —hace unos días tuvo una recaída que nos asustó mucho. —Puedo imaginarlo, sé lo mucho que significa ella para ti y de corazón espero que mejore. Ella es una señora muy fuerte. —Gracias —le sonreí, mi abuela fue bastante cercana a Ulises y siempre vio con buenos ojos nuestra relación alegando que de mis hermanos sería la única que sería feliz al estar enamorad
Calista Decidí no quedarme con la duda y seguirlo hacia donde suponía que había ido, me quité los tacones y me calcé con las pantuflas rosas que estaban cerca. Bajé las escaleras con paciencia y al estar en el primer piso hice caso omiso de las miradas indiscretas. Busqué el pasillo que conducía a las escaleras del piso subterráneo donde se encontraba el dichoso gimnasio y sólo esperaba no perderme. Me llevó mucho tiempo llegar hasta el lugar, escuché la música de fondo y el sonido de las máquinas ser utilizadas. Al entrar lo encontré haciendo pesas, concentrado en lo que hacía pero no dudaba que se hubiese percatado de mi presencia. —¿Y bien, querido esposo? —elevé la voz para que pudiera escucharme claro, deteniéndome a su lado tratando de que mi respiración se escuchara normal y no agitada por haber bajado tantas escaleras.—¿Y bien, qué? —soltó de mala gana —¿qué es lo que quieres escuchar? Soltó las pesas y se paró delante de mi. —¿Por qué te ha molestado tanto este asunto?
CalistaCuando él estuvo listo volví a la habitación y sin decir una palabra caminé hacia afuera con él a un paso detrás de mi. Mi sangre parecía lava de la indignación que tenía, me había hecho aclararle todo pero no se dignó a darme una explicación. Cierto era que no le había dando importancia en ningún momento a esa mujer, ni una mirada especial que la diferenciara del resto, que diera indicios de haber sido una mujer importante en su vida. Motivo por el cual no me sentía celosa, sólo molesta por no decir las cosas como en verdad eran. Cuando las puertas del comedor se abrieron oculté el desagrado que me ocasionaba verlos a todos, en principal a Andreus, me incomodó la presencia de las amigas de Alyda sentadas en a mesa como si fuesen parte importante de esta familia. No les di mucha atención y me senté en mi sitio, sin permitir que Aetos corriera la silla para mi. El silencio inundó la sala, el único ruido fue la del servicio acomodar cada plato delante de nosotros. Sentía la te
Calista —Estás advertida Alysa —dio una última mirada a todos, disfrutaba del poder que te la sobre ellos, lo notaba. Que todos obedecieran su palabra, que le mostraran respeto y les tocara tragarse todo lo que tenían por decirles. Ambos caminamos a nuestra habitación dejando a los demás en completo silencio, con el fastidio impregnado en sus caras. A nadie le gustaba que les dijeran que hacer o no, medir sus pasos por una estadía en esta casa no valía vivir bajo el mandado de alguien más. Me deshice de mis tacones y me serví un trago de Vodka, sin decirle una planta, aún molesta con él caminé al balcón, disfrutando del silencio y extrañando demasiado la terraza en casa de mis padres. Solté un suspiro cansino, mañana viajaría a Salónica después del trabajo y probablemente Aetos no vendría conmigo. También estaba el asunto de convencerlo para pasar las fiestas en casa de mis padres, no se veía como alguien que le gustase celebrar esos días y mucho menos darle importancia. Sentí s
Calista Llegué a la empresa disfrutando de las miradas de respeto de los empleados, mi secretaria me recibió con un café y con la agenda en sus manos, informándome que el contrato estaba listo y que por la tarde vendría el señor Konstantinou a firmarlo. Antes del almuerzo me sorprendió que mi hermano me estuviera llamando, dude un momento en responder, no quería que hubiera otra disputa que nos distanciara más. —Hola —respondí en un tono neutro. —Hola —su voz sonaba algo tensa —¿Cómo estás? —Bien —mi respuesta fue algo borde. —¿Vendrás este fin de semana a casa? Me gustaría poder hablar contigo. —Ya lo estás haciendo, Adonis. ¿Qué quieres hablar conmigo? —No me gusta estar distanciado contigo y... no quiero que nuestra relación de "mejores hermanos" se vea arruinada por lo sucedido. —¡Oh! Deberías aprender a dominar tu lengua y no dañar con tus palabras.—Lo siento, fui un imbécil y un egoísta. No es fácil superar que te perdimos, Calista —soltó un suspiro —esta empresa no es
Calista Entré al salón del comedor ignorando las distintas miradas sobre mi, para esa noche había elegido un formal vestido grisáceo, de escote recto y entallado hasta unos milímetros más abajo de la rodilla, mis tacones tronando en cada paso y sin bajar la mirada. Me sentía andando entre víboras y cocodrilos, ambas especies hambrientas y deseadas por clavar sus colmillos sobre mi piel para devorarme y hacerme nada. No saludé a nadie, no abrí mi boca en lo absoluto y me senté en el sitio predispuesto para mi, complaciéndome con los gestos rabiosos de una de ellas que apretaba con fuerza el tenedor en sus manos. Joven y estúpida, pensé de inmediato. La cena fue servida en cuanto me acomodé en mi lugar, había comunicado al servicio que Aetos no nos acompañaría esta noche. —¿Dónde está Aetos? —preguntó su primo fijándose en la silla vacía, viendo el deseo y la envidia por el lugar que tanto ansiaba para él y que nunca sería suyo. —Ocupado —respondí llevando la copa de vino a mis lab