Fátima concertó una cita con Daniel un día después de la discusión con sus amigas. Él no estaba muy entusiasmado, pero Fátima lo convenció y aceptó.Ajeno al hecho de que Mateo se uniría a ellos, Daniel entró en la casa luciendo como el bastardo engreído que era. Su sonrisa apareció en su sitio cuando vio a Fátima sentada con un vaso de agua en la mano. Se detuvo, se metió las manos en los bolsillos y dejó que sus ojos recorrieran los confines de la habitación. Cuando por fin devolvió la mirada a Fátima, bajó ligeramente la cabeza y la miró con lástima. —¿De qué querías hablarme? —, preguntó con amargura.Fátima se sorprendía más a cada segundo que pasaba, sin acabar de creerse que aquella fuera la misma persona con la que una vez había querido pasar el resto de su vida. Hubiera sido el mayor arrepentimiento del siglo, pero por suerte para ella, contaba con el apoyo de Mateo y de sus sentidos. —Tu proposición—, proporcionó Fátima con calma.Levantó una ceja. —Me lo imag
—Ojalá le hubiera visto la cara antes de que lo sacaran a rastras los compinches de Mateo—, musitó Martiniano mientras bebía un sorbo de vino.Reunidos en una mesa y sentados en uno de los restaurantes más establecidos de la ciudad, los demás, excepto Fátima, rieron, Kiara asintió con la cabeza. —Sí. Y no puedo creer que tuviera razón sobre él todo el tiempo—, dijo Kiara con una sonrisa orgullosa, mirando brevemente a Fátima. —Sólo lamento que tuvieras que salir herida en el proceso, Fátima. —Bueno, sorprendentemente estoy bien. Gracias por el apoyo, chicos—, les miró suavemente. —Es sólo que no puedo quitarme la sensación de que en realidad no ha terminado, ¿sabéis?Mateo cogió su mano y la envolvió en la suya, acariciando el dorso con el pulgar. Ella se volvió hacia él y la sonrisa que le dedicó fue suficiente para asegurarle que todo iría bien.Sus palabras posteriores, sellaron lo que su gesto implicaba. —No te preocupes, todo irá bien, no lo dudes—. Sus palabras eran
Fátima se estiró y soltó un suave gemido, abriendo los ojos a la luz del día. Se sentía bien y cada movimiento le recordaba lo que había ocurrido la noche anterior. Inmediatamente miró el lugar vacío en la cama y se le hizo un nudo en el estómago al darse cuenta de que él se había ido. Pero no tuvo la oportunidad de expresar su pesar porque se oyó un carraspeo y, cuando Fátima se incorporó asustada, vio a Mateo a los pies de la cama, con los pantalones puestos y el pecho desnudo. —Pensabas que me había ido, ¿verdad? —, le preguntó mientras se acercaba a ella con una sonrisa.Se sentó a su lado, con sus intenciones claras mientras inclinaba la cabeza y le miraba los labios. —Esperaba que no—, susurró ella, observando cómo sus labios se acercaban. —Bien—, dijo él mientras se levantaba, evitando a propósito sus labios por apenas un centímetro. —Cielos…—, murmuró Fátima, viendo como Mateo le mostraba una sonrisa. —Si quieres saberlo, te estaba preparando el
Pasaron los días hasta que por fin llegó el momento de ver si Lilly estaba realmente embarazada. Fátima había optado por un análisis de sangre, ya que era más preciso y mostraba signos que una prueba de embarazo no podía mostrar en una etapa tan temprana. Lilly, por supuesto, llegó antes que los demás, queriendo recordar su plan a su conspirador, el Dr. Marten. No importaba lo que mostraran los análisis de sangre, la noticia de su embarazo se anunciaría de todos modos.Encontró al doctor en su despacho, con un portapapeles en la mano, la mirada entrecerrada y la frente arrugada. Estaba tan sumido en sus pensamientos que no oyó entrar a Lilly. Sólo reconoció su presencia cuando ella carraspeó y lo llamó por su nombre.Su cuerpo se giró para encontrarse con su mirada, con una media sonrisa en los labios cuando vio que era
Lilly frunció el ceño en secreto ante la felicidad de Fátima, observando cómo abrazaba a Mateo como si fuera su querida vida. Su sonrisa era grande, la alegría evidente en sus ojos brillantes mientras Mateo le devolvía el abrazo. Estaba realmente feliz por ella, Lilly lo sabía, y de repente más odio hacia ellos la consumió. Su sonrisa fue inmediata cuando Fátima la miró. Era forzada, pero al hacerlo tantas veces, Lilly había dominado el arte de hacer que pareciera real. —¡Felicidades, chicos! — exclamó, sonriendo orgullosa, su mirada se desvió hacia la doctora Marten que la miraba sombríamente. —¡Definitivamente deberíamos salir a celebrarlo! —. sugirió Fátima, con los brazos aun rodeando a Mateo mientras los miraba a ambos.Mateo estuvo de acuerdo al instante.—Por supuesto. —Suena genial—, consiguió Lilly alegremente. —Genial, ¿qué tal esta noche? —Sí, no hay problema, estoy libre—, dijo Lilly. —Bien. Conversaron brevemente hasta que Fátima y Ma
Daniel sonrió con suficiencia, al ver la expresión de sorpresa en el rostro de Lilly, y como ese era su plan, se alegró de que funcionara. No perdió el tiempo y rápidamente la estrechó entre sus brazos y cerró los ojos, inhalando su familiar aroma. —Te he echado de menos—, le dijo, besándole la cabeza antes de separarse. —Yo también te he echado de menos. Dios, ¿por qué no me dijiste que venías?—. preguntó Lilly, dándole un ligero puñetazo en el brazo. Él se rió entre dientes. —Quería darte una sorpresa—, dijo al entrar y cerrar la puerta tras de sí. —Eso sí que lo has hecho—, dijo ella, observando cómo sus ojos bajaban hasta su abdomen. Su sonrisa era amplia mientras se inclinaba y le sujetaba la cintura. —¿Así que estás embarazada de verdad? Realmente hay una personita ahí dentro—, dijo con asombro, besando suavemente su estómago. —Bueno, aún no sé si es una personita, pero esto está ocurriendo de verdad, cariño—, dijo ella, acariciando con las manos la
NOTA: MIS QUERIDOS LECTORES, SI HAN LLEGADO HASTA ACÁ QUIERO EXPLICARLES QUE, ESTA ES LA SEGUNDA OBRA DE LA TRILOGÍA ¨MUJERES INCREÍBLES¨ POR LO TANTO NO INTENTEN RELACIONAR ESTA OBRA CON LA ANTERIOR YA QUE SON INDEPENDIENTES, PERO BASADAS EN LA TRAGEDIA DE MAMÁ Y BEBÉ. EN ESTA HISTORIA COMO PROTAGONISTA TENEMOS A: HELENA HILLS Y HENRY REYES. Descubrir que estaba embarazada no asustó a Helena Hills. Se alegró de la noticia, feliz por el crecimiento de su familia. En cambio, ser despedida sí. Y eso era lo que estaba ocurriendo delante de sus ojos. Leyendo de nuevo la carta, con la esperanza de estar leyendo mal o malinterpretando, no pudo evitar las palabras que salieron de ella. —¿Qué? No puedes hacer eso—, dijo incrédula. Mirando a la jefa de su equipo, Juana Rose, su mente luchaba por entender lo que estaba pasando. Miró el trozo de papel que tenía en la mano, sin ver. Esto no podía estar pasando. Al ver movimiento en su mesa, soltó un gritito y agarró las manos de sus compañeros
Henry Reyes miró la caja que había cogido por reflejo y frunció el ceño. Luego miró a la mujer rubia que corría por el pasillo, con las manos tapándose la boca y el otro brazo sobre el estómago. Se parecía mucho a una adolescente que sale corriendo después de confesar su amor a la persona que le gusta; él estaba muy familiarizado con esa imagen, ya que tuvo que soportar ese tipo de situaciones durante la escuela secundaria y el instituto. El recuerdo fue agridulce y sus labios se levantaron ligeramente. Pero la sonrisa se desvaneció al recordar la reunión a la que llegaba tarde.—Déjeme cogerlo, señor Reyes—, le dijo su ayudante, Aksa Walker, con las manos extendidas. Asintió con la cabeza y estaba a punto de entregar la caja cuando algo le llamó la atención. Tirando de la caja hacia su pecho, sacó el portarretratos que quedó al descubierto al desprenderse un papel sobre él. Lo que le llamó la atención fue el sujeto de la fotografía. —Señor, ¿quiere que les avise de que va a llegar ta