El brillo plateado de la luna acarició el pelaje de Kyra mientras caminaba suavemente por el bosque, sus patas apenas hacían ruido sobre el follaje bañado por el rocío. Cada respiración era una columna de niebla en el aire fresco de la noche, y el ritmo primario del bosque cantaba en armonía con los latidos de su corazón. El mundo era una mancha de sombras y luz plateada, cada sentido intensificado, cada movimiento lleno de gracia y poder.Pero a medida que Kyra se acercaba al borde del bosque, donde los árboles susurraban secretos al cielo abierto, un repentino cansancio tiró de sus extremidades. Su paso disminuyó, un mareo inexplicable la hizo tambalearse. Tal vez por el miedo o la sorpresa de haberse encontrado un desconocido en el río. Pero ese desconocido tenía algo especial para Kyra, su corazón latió frenéticamente, pero decidió huir. Luchó contra la oscuridad invasora que mordisqueaba los bordes de su conciencia, pero fue una batalla perdida. Con un último y débil gruñido,
Kyra se despertó sobresaltada, con el corazón acelerado. Los sueños del lobo se habían sentido tan reales, casi como recuerdos. Todavía podía sentir la tierra bajo sus patas, el viento en su pelaje. No pudo haber sido solo un sueño... ¿o sí? Se preguntó así misma. Los recuerdos de aquel desconocido no podía borrarlos de su mente. Un golpe en su puerta la hizo sobresaltarse. —¿Kyra? Soy Nicolli. ¿Puedo pasar?Ella suspiró. Nicolli tenía buenas intenciones, pero su persistencia en perseguirla era irritante. Se supone que era su esposo, pero ella no se sentía atraía hacia él, sus besos eran como hielo, su corazón ni siquiera se emocionaba al escucharlo o tenerlo cerca —Adelante. —llamó sin entusiasmo.La puerta se abrió y Nicolli entró, con su habitual sonrisa encantadora en el rostro. —Buenos días, Kyra. Te ves tan hermosa como siempre. —la aduló. Nicolli se esforzaba en halagarla en hacerla sentir especial. Kyra resistió la tentación de poner los ojos en blanco. —Buenos días, Nicoll
El corazón de Kyra latía con fuerza cuando golpeó la puerta principal y la encontró bien cerrada. La risa cruel de Nicolli resonó en el vestíbulo mientras ella se daba vuelta, con los ojos buscando otra vía de escape. Ella no iba a irse de la ciudad sin antes conocer la verdadera identidad del desconocido. Se sentía como un pájaro salvaje contra los barrotes de su jaula. La casa parecía cerrarse sobre ella, las paredes susurraban secretos que ella no podía comprender. Fue obra de Nicolli, ella lo sabía.—Maldito sea. —murmuró en voz baja, sus penetrantes ojos grises escaneando la habitación en busca de un escape. Intentó abrir la puerta de nuevo, pero esta se mantuvo firme y cerrada desde fuera.Me encerró como si fuera un animal enjaulado. —susurró Kyra, con la frustración hirviendo dentro de ella. Fue al baño y vio la ventana abierta. Sin pensarlo dos veces, dio un salto para subirse y salir a través de la ventana. Sonrió al ver la libertad.—Si quiere un animal enjaulado. —murmu
Debajo del susurrante dosel de robles antiguos, las hábiles manos de Benjamín se deslizaron sobre la maltrecha forma de Kyra, su toque se encendió con el brillo plateado de la magia curativa. Mientras la luminiscencia se filtraba en sus heridas, tejiendo carne y reparando huesos, el bosque parecía contener la respiración, el único sonido era la suave cadencia de los encantamientos de Benjamin.—Kyra. —susurró, convenciéndola de regresar al mundo de la vigilia—. ¿Puedes oírme?Sus párpados se abrieron, revelando el azul tormentoso de un mar que agitaba tempestuosamente cuentos olvidados. Pero mientras ella lo miraba, ninguna chispa de reconocimiento bailaba en sus profundidades. Estaba a la deriva, libre de los recuerdos que la anclaban a esta vida.—Soy Benjamin. —¿Benjamín? —Su voz era un hilo fantasmal, un pétalo perdido en el viento. —¿Quién... eres?… ¿Quién soy yo?Ahora estaba mucho más confundida. Un suspiro escapó de los labios de Benjamín, un céfiro triste zigzagueando entr
El regreso de Kyra al refugio de la manada Storm fue recibido con una efusión de alegría que se extendió entre la multitud reunida como la luz del sol, persiguiendo sombras a través del suelo del bosque. Aullidos eufóricos y abrazos fervientes de sus recién descubiertos parientes, sus ojos brillando con alivio, envueltos alrededor de ella como una cálida manta. Entre ellos, los ancianos de la manada permanecían con los brazos abiertos y sus rostros arrugados mostraban sonrisas por el regreso de su luna. —Bienvenida de nuevo, Kyra White-Storm —entonó Vladimir, su voz, con el timbre de un roble antiguo. —Tu presencia restablece el equilibrio en nuestros corazones. —Gracias. —respondió Kyra, su voz, un suave aleteo contra la fuerza de la de ellos, sintiendo el peso de muchos ojos sobre ella. Su mirada, sin embargo, seguía desviándose hacia donde estaba Daniel. Él estaba tenso, ya que le parecía que el actuar de los ancianos era hipócrita, porque durante mucho tiempo dudaron de Kyra,
La luz de la luna se filtraba a través de las ramas enredadas, proyectando un brillo plateado sobre el suelo del bosque mientras Daniel, flanqueado por Edon y Bardou, continuaba su incesante búsqueda de Nicolli. El aire estaba cargado del olor a tierra húmeda y al almizcle de sus compañeros de manada, cuyos alientos tejían zarcillos de niebla en la fría noche.Nicolli era una amenaza para cualquiera de las tres manadas. —Daniel, hemos estado buscando durante horas. —murmuró Edon, preocupado dibujando líneas en su frente. —Tal vez es hora de que regresemos a la mansión y nos reagrupemos con el resto de la manada. Los tres Alfas viajaron hacia escocia, en búsqueda del alfa falso. —Paciencia, Edon. —respondió Daniel, su voz baja y mesurada, sin revelar nada de la frustración que hervía dentro de él. —No puedo descansar hasta encontrarlo. Es una amenaza para Kyra y para toda nuestra manada. —De acuerdo. —gruñó Bardou, sus ojos oscuros brillando con determinación—. Lo encontraremos.
La luna bañaba el bosque con un brillo plateado, proyectando largas sombras que bailaban y susurraban entre los árboles. Daniel Storm, alfa de su manada, abrió el camino, seguido por Benjamin y varios betas, con sus ojos brillando con determinación. Tenían la misión de cazar a Marcus, llevaba más de un año encerrado en las cuevas de la manada, por su alta traición a la manada. Se suponía que se encontraba grave de salud, pero al parecer todo era una mentira, puesto que tuvo la suficiente fuerza para escapar de su cárcel. —Mantén tus sentidos alerta. —instruyó Daniel, en voz baja pero autoritaria—. Marcus es astuto y peligroso.Benjamín asintió con expresión sería mientras caminaba junto a Daniel. —No será fácil encontrarlo, pero haremos lo que sea necesario para proteger nuestra manada. A medida que se aventuraban más profundamente en el bosque, una sinfonía de criaturas nocturnas les daba una serenata. Los grillos chirriaban, mientras los búhos ululaban desde sus elevadas posicio
Kyra se despertó con el constante subir y bajar del pecho de Daniel debajo de su mejilla. Mantuvo los ojos cerrados, todavía no lista para afrontar el día que le esperaba. El aroma de las hierbas y el ungüento llenó la habitación mientras Benjamín atendía a Daniel y le administraba una cataplasma para aliviar el dolor punzante dejado por la maldición de Marcus.—El elixir lo ayudará a descansar. —dijo Benjamín suavemente. —Quizás sea mejor que tomes un poco de aire, Kyra o descanses, pasaste toda la noche en la habitación, cuidaron de Daniel.Kyra estiró sus brazos y masajeó su cuello.—¿Él va a estar mejor? —preguntó a Benjamín —Lo estará, además de mis cuidados, tu presencia ha sido de gran ayuda.Kyra miró hacia Daniel, quien mantenía sus ojos cerrados. —Él te ama…—habló Benjamín—. Y sé que tú también, aunque no lo recuerdes.—Aún me estoy acostumbrando a esto, sobre todo este mundo sobrenatural. Benjamín sonrió.—Recuerdo muy bien cuando viniste por primera vez a la mansión y d