La luz de la luna se filtraba a través de las ramas enredadas, proyectando un brillo plateado sobre el suelo del bosque mientras Daniel, flanqueado por Edon y Bardou, continuaba su incesante búsqueda de Nicolli. El aire estaba cargado del olor a tierra húmeda y al almizcle de sus compañeros de manada, cuyos alientos tejían zarcillos de niebla en la fría noche.Nicolli era una amenaza para cualquiera de las tres manadas. —Daniel, hemos estado buscando durante horas. —murmuró Edon, preocupado dibujando líneas en su frente. —Tal vez es hora de que regresemos a la mansión y nos reagrupemos con el resto de la manada. Los tres Alfas viajaron hacia escocia, en búsqueda del alfa falso. —Paciencia, Edon. —respondió Daniel, su voz baja y mesurada, sin revelar nada de la frustración que hervía dentro de él. —No puedo descansar hasta encontrarlo. Es una amenaza para Kyra y para toda nuestra manada. —De acuerdo. —gruñó Bardou, sus ojos oscuros brillando con determinación—. Lo encontraremos.
La luna bañaba el bosque con un brillo plateado, proyectando largas sombras que bailaban y susurraban entre los árboles. Daniel Storm, alfa de su manada, abrió el camino, seguido por Benjamin y varios betas, con sus ojos brillando con determinación. Tenían la misión de cazar a Marcus, llevaba más de un año encerrado en las cuevas de la manada, por su alta traición a la manada. Se suponía que se encontraba grave de salud, pero al parecer todo era una mentira, puesto que tuvo la suficiente fuerza para escapar de su cárcel. —Mantén tus sentidos alerta. —instruyó Daniel, en voz baja pero autoritaria—. Marcus es astuto y peligroso.Benjamín asintió con expresión sería mientras caminaba junto a Daniel. —No será fácil encontrarlo, pero haremos lo que sea necesario para proteger nuestra manada. A medida que se aventuraban más profundamente en el bosque, una sinfonía de criaturas nocturnas les daba una serenata. Los grillos chirriaban, mientras los búhos ululaban desde sus elevadas posicio
Kyra se despertó con el constante subir y bajar del pecho de Daniel debajo de su mejilla. Mantuvo los ojos cerrados, todavía no lista para afrontar el día que le esperaba. El aroma de las hierbas y el ungüento llenó la habitación mientras Benjamín atendía a Daniel y le administraba una cataplasma para aliviar el dolor punzante dejado por la maldición de Marcus.—El elixir lo ayudará a descansar. —dijo Benjamín suavemente. —Quizás sea mejor que tomes un poco de aire, Kyra o descanses, pasaste toda la noche en la habitación, cuidaron de Daniel.Kyra estiró sus brazos y masajeó su cuello.—¿Él va a estar mejor? —preguntó a Benjamín —Lo estará, además de mis cuidados, tu presencia ha sido de gran ayuda.Kyra miró hacia Daniel, quien mantenía sus ojos cerrados. —Él te ama…—habló Benjamín—. Y sé que tú también, aunque no lo recuerdes.—Aún me estoy acostumbrando a esto, sobre todo este mundo sobrenatural. Benjamín sonrió.—Recuerdo muy bien cuando viniste por primera vez a la mansión y d
Kyra se encontraba en la habitación de Darius, mirando como su pequeño jugaba y hacía trucos de levitación y fuerza, mientras sus pensamientos la consumían. La imagen del beso apasionado con Daniel seguía rondando en su mente, trayendo consigo una sensación de confusión y emoción.Amelie entró en la habitación, su rostro iluminado con una sonrisa cálida y familiar. —¿Qué sucede, Kyra? Pareces distraída. —preguntó con preocupación.Kyra giró hacia su hermana, su expresión reflejando la lucha interna que estaba experimentando. —Amelie, necesito hablar contigo. Sobre Daniel y yo...Amelie se sentó a su lado, colocando una mano reconfortante sobre su hombro. —¿Qué pasa con Daniel? ¿Ha pasado algo entre ustedes?Kyra inhaló profundamente, tratando de encontrar las palabras adecuadas para expresar sus sentimientos. —Anoche, Daniel y yo... nos besamos. Fue apasionado y familiar, como si nuestro cuerpo se conociera aunque mi mente no lo recuerde.Amelie la miró con ternura, comprendiendo la c
Bajo el pálido resplandor de la luna, Daniel estaba de pie frente a su mochila, su silueta rígida contra la luz plateada. Su voz, profunda y autoritaria, atravesó el aire fresco de la noche como una espada.—Con las primeras luces del amanecer, quiero que se limpien todos los rastros, todas las sombras. Nicolli se ha llevado a Darius y llevaremos a nuestro cachorro a casa. —rugió, con los ojos encendidos, con una determinación salvaje. Murmullos de asentimiento resonaron entre los lobos reunidos, sus formas tensas con un propósito.Kyra observaba desde el borde del claro, su corazón era un torbellino de miedo y furia. Mientras los lobos se dispersaban como hojas en un torbellino.—Daniel va a encontrarlo. —trató de consolarla Amelie. —Me siento inútil quedándome aquí. —habló Kyra. —No puedes ir. —habló Circe—. Tu vida también está en peligro, ellos manipulan la magia oscura, el hechizo que fue lanzado para Daniel, fue uno de los más complejos y poderosos que vi, ni siquiera yo podrí
—¡Daniel, no! —El grito de Kyra fue una nota aguda en la silenciosa cañada.—Ya he tomado la decisión, el pacto está sellado. El corazón de Kyra se fracturó, cada pieza reflejaba el amor y la agonía de su vínculo con Daniel. Sabía que lo que viniera después, la historia de Daniel Storm, el alfa que sacrificaría todo por su manada, por su familia, sería cantada por los vientos y susurrada por los espíritus del bosque para siempre.—Tiene que haber otras opciones. —habló Benjamín. —No tengo opción. No me importa morir por mi hijo. —¿La manada? ¿Qué haremos sin ti? —Mi hijo continuará mi legado, es un Storm ejemplar y sé que él podrá guiarlos, estará a lado de su madre y de mi mejor amigo. —Me niego a aceptarlo. —exclamó Kyra.—Podemos armar un plan, escondernos y…—Benjamin fue interrumpido por el golpe en la mesa de la palma de Daniel. —No pondré en riesgo la vida de nadie, ellos me quieren solo a mí. Benjamin va a acompañarme para traer a Darius de regreso. No voy a discutir el t
La primera luz del amanecer se deslizó a través de las cortinas de gasa, arrojando un suave brillo sobre la habitación donde Kyra White yacía acurrucada entre las sábanas. Sus párpados se abrieron y con la suave luz de la mañana llegó una avalancha de recuerdos, cada uno de ellos encajando en su lugar con sorprendente claridad. Lo recordaba todo: los votos a la luz de la luna, las batallas compartidas, las promesas susurradas entre ella y Daniel. Se giró hacia el espacio a su lado, esperando el reconfortante bulto de su marido, solo para encontrarlo vacío.—¿Daniel? —murmuró con la voz ronca por el sueño. Pero no hubo respuesta, salvo el eco de sus propias palabras contra las paredes desnudas.En un frenesí de movimiento, Kyra dejó a un lado las mantas y echó su largo y oscuro cabello sobre un hombro. Sus penetrantes ojos grises escanearon la habitación en busca de alguna señal de él, pero la quietud lo decía todo. Daniel había salido para encontrarse con Nicolli.El pánico mezclado
El cielo oscuro se tiñó de tonos de malva intenso y cobalto cuando Daniel y Benjamín se acercaron al claro donde se encontraba Nicolli, su forma era una mancha no deseada. El aire estaba cargado de anticipación, cada respiración era un juramento silencioso de ajuste de cuentas inminente.—Muéstrame a mi hijo. —la voz de Daniel era un gruñido controlado, que no traicionaba la tempestad que se estaba gestando dentro de él. Sus ojos, dos orbes de obsidiana, estaban fijos inquebrantablemente en la mirada cambiante de Nicolli.—Tu hijo está a salvo, Daniel. —respondió Nicolli, con sus palabras goteando un veneno meloso—. No te preocupes por Darius; preocúpate por nuestro acuerdo. Pero antes de que Daniel pudiera cuestionar la veracidad de las afirmaciones de Nicolli, el viento susurró con brujería cuando Marcus emergió de las sombras como un espectro en el crepúsculo. —Cambiaré mi vida por la de mi hijo. Mi amigo me acompaña para asegurarse de que Darius regresará con bien con mi esposa.