DAMIÁN ASHFORD
Una y otra vez llamé al teléfono de Andy, le mandé mensajes pidiéndole que nos reuniéramos para hablar, pero todo parecía inútil, ella simplemente se rehusaba a contestarme de cualquier manera. Aún me sentía intrigado por ese par de mensajes eliminados, pero no había manera de que Mindy pudiera darme explicaciones, y al estar embarazada, no podía ser tan brusco con ella como deseaba, por mucho que la odiara, mi hijo crecía en su vientre y no podía provocar que lo perdiera.
—Damián… ¿por qué parece que aún no estás listo? —preguntó mi madre viendo el caos dentro de mi habitación al entrar—. Tenemos que regresar a casa, el vuelo está programado para dentro de una hora y ya deberíamos de
ANDY DAVISMe quedé estática viéndolo irse, sin explicaciones ni intenciones de justificarse. Parecía que solo había venido a golpear a Bastián. De pronto sentí un par de manos cálidas sobre mis hombros, era Bastián que parecía sentir lástima por mí. Me dirigió al interior del departamento y me sentó sobre el cómodo sofá.—¿Por qué saliste así? —preguntó viendo mi sábana y resoplé mientras mi párpado inferior temblaba—. La gente va a pensar que nos interrumpieron teniendo intimidad.De inmediato me avergoncé y desvié la mirada.—Con que ambos sepamos que no pasa nada entre nosotros, su
ANDY DAVISAntes de que pudiera preguntar más, el bullicio a nuestro alrededor cesó y se convirtió en un murmullo expectante. Vi rostros de colegas, jueces, abogados, personas que admiraban a Bastián, y que esperaban ansiosos mi reacción. ¿Qué estaba pasando? ¿Cómo era posible que todos estuvieran reunidos en ese momento de manera tan coordinada? Me ericé como lo haría un gato acorralado, pero me obligué a comportarme relajada, sin embargo, mi sonrisa nerviosa no ayudaba.—La primera vez que te pedí matrimonio, no tenía nada digno para ofrecerte. —¡Ay no! No me gustaba la frase con la que había empezado Bastián. Abrí la boca, pero se me retorció el estómago de manera dolorosa cuando se hincó frente a mí y sac&oacut
DAMIÁN ASHFORDVolver a Estados Unidos se sentía como una derrota. No importaba cuánto intentara convencerme de que lo hacía por el bien de la empresa, de que era lo correcto, de que seguir adelante era la única opción lógica. El asiento de primera clase en mi avión privado me parecía incómodo después de haber compartido el mismo espacio con Andy y no tenerla ahora, y la presencia de Mindy y mi madre a unos asientos de distancia me revolvía el estómago.Cerré los ojos y apoyé la cabeza en el respaldo, fingiendo dormir, pero escuché claramente la conversación entre ellas.—Ahora regresaremos como una verdadera familia… —dijo mi madre en un susurro—. Las cosas serán como tienen que ser
CAMILLE ASHFORDA veces, cuando cerraba los ojos, el olor a desinfectante y medicamentos volvían a mi nariz, como si tuviera su propia memoria. Era lo único que recordaba de aquella habitación de hospital. Las sábanas blancas, las luces frías y la fragilidad de la mujer que yacía en la cama, aferrándose a la poca vida que le quedaba. Esa mujer era mi madre.—Ya no hay nada qué hacer… entiendo que mi tiempo se acabó y estoy en paz con eso —susurró jadeando. La mascarilla de oxígeno no era suficiente para calmar su asfixia constante—. Por favor, solo prométeme que no buscarás problemas con esa familia.¿Cómo podía lidiar con la bomba que había dejado caer sobre mí? En un intento por so
DAMIÁN ASHFORDSostuve la mirada de Camille y esperé a que los hombres de bata blanca terminaran su trabajo. Camille ni siquiera pestañeó cuando la jeringa perforó su piel, ni cuando los hisopos rasparon el interior de su mejilla. No hubo súplicas ni quejas, solo una sonrisa afilada y desafiante. Me recordó a mí mismo. Podía admitir que era una digna Ashford.—Supongo que esto es lo que llaman hospitalidad —se burló, cruzando las piernas con desdén mientras me observaba.—Digamos que es una precaución necesaria —respondí sin emoción.Ella rio suavemente, inclinándose hacia adelante.—Y ahora que ya tienes mis muest
DAMIÁN ASHFORD—¡Vaya que has escarbado profundo! —exclamó Camille con ironía y el rostro tenso. Su alegría fingida solo me dejaba en claro lo molesta que estaba por meterme en su vida.—Si vas a ser mi hermana… No puedes seguir moviendo el culo para hombres asquerosos —solté tomándola del brazo para dirigirla hacia el elevador, pero ella se zafó de mi agarre y me empujó del pecho con ambas manos.—Eso es lo que pasa cuando tu madre enferma y el trabajo «decente» te paga una mierda —siseó con los ojos inyectados de furia y dolor—. De donde obtengo el dinero no es tu asunto, y si me da la gana regresar a ese maldito congal, lo haré. La sangre no significa nada, porque tú no estuviste ahí cu
ANDY DAVISLas felicitaciones me asfixiaban. Cada mensaje, cada llamada, cada sonrisa bienintencionada de quienes celebraban mi compromiso con Bastián pesaban sobre mis hombros como una losa, y dentro de todo ese caos sentimental podía ver como mis niños se volvían cada vez más retraídos y desconfiados. Toda la felicidad que un día los había invadido estaba desapareciendo poco a poco. ¿Bastián tenía razón en que conocer a Damián los había cambiado?—Mami… —susurró León mientras arrastraba sus piecitos hacia mí. Cuando llegó a mi lado, pegó su frente a mi muslo y suspiro.—¿Qué pasa, mi amor? —pregunté preocupada por su comportamiento cabizbajo, enton
ANDY DAVISEl trayecto fue un martirio. Los niños parecían traicionados por haber escuchado lo que Bastián tenía que decir. Podía ver sus ceños fruncidos a través del retrovisor.—¿Nos vamos a mudar del departamento de Bastián? —preguntó León rompiendo el silencio, con su pequeño ceño fruncido y la voz quebrada—. ¿Nos mudaremos con papá?Sus ojos llenos de ilusión me cortaron toda intención de negar todo.—¿Cuándo volveremos a ver a papá? Lo extrañamos. —Ahora fue Victoria quien preguntó, asomándose entre los asientos, ansiosa por una respuesta.Mi