DAMIÁN ASHFORDLa puerta del salón privado se abrió con suavidad y entró Mindy Miller, la mujer que mi madre había escogido como madre subrogada. Alta, de rasgos delicados, con una cabellera rubia que caía en ondas perfectas y unos ojos color ámbar que destilaban seguridad.Parecía una modelo en pasarela, segura de su figura y su belleza. No era el tipo de mujer que se amedrentaba fácilmente y su porte dejaba claro que estaba acostumbrada a moverse entre la élite. Pero por más que tratara, no podía ver en ella lo que aún me atormentaba cada noche: a Andy.Se sentó con gracia en el sofá frente a mí, cruzando las piernas de manera calculada. Podía apostar que había tardado horas en encontrar el vestido correct
ANDY DAVIS—Pero… ¿volverás pronto, mamita? —preguntó mi Leoncito mientras me veía desde esa cama de hospital. Victoria, mi pequeña princesa, permanecía a su lado, tomando su mano, atenta a su hermanito.—Lo que importa es que mami traerá una cura para ti —susurró Vicky tratando de reconfortar a su hermano.—Prometo que volveré lo más pronto posible. —Me incliné sobre ellos y los llené de besos, intentando mantenerme fuerte, pero sabía que una parte de mi corazón se quedaría aquí, con ellos.Después de una despedida dolorosa, salí de la habitación con lágrimas en los ojos. Bastián me observaba con esa paciencia infinita que le caracterizaba. Comprendía el calvario por el que estaba pasando. Se acercó y tomó mis manos con suavidad, sus dedos transmitiéndome un calor reconfort
ANDY DAVISMe quedé en silencio, viendo como Ashford caminaba de un lado para otro, peinando su rubio cabello hacia atrás mientras tensaba y destensaba sus mandíbulas. Podía imaginarme todo lo que pasaba por su mente. Saqué mi teléfono sin que se diera cuenta y busqué la última foto de mis pequeños antes de levantar el aparato hacia él.—Son ellos… —susurré. Por un momento pensé que no me habría escuchado, pero de inmediato volteó, primero hacia mí, sentenciándome con su feroz mirada antes de bajarla hacia el teléfono y arrebatármelo. En otro momento lo hubiera golpeado, pero no podía hacerlo enfurecer más, el miedo de que se muriera aquí por el coraje o, peor aún, que decidiera no ayudarme a salvar a León
DAMIÁN ASHFORDEl ruido del avión privado era apenas un murmullo en la cabina de lujo, pero mi mente estaba atrapada en un torbellino de pensamientos. Andy iba sentada frente a mí con su expresión severa pero serena, como si tratara de encontrar la forma correcta de abordar lo inevitable. Era la primera vez en cinco años que compartíamos un espacio tan reducido y eso me molestaba. Me molestaba porque me daba cuenta de que, a pesar de todo, su presencia seguía teniendo el mismo efecto en mí: un maldito caos interno.—¿Quién era la mujer que quiso detenernos en tu casa? —preguntó de pronto, con un tono de voz impersonal, fingiendo que lo que había pasado en los últimos años eran pequeñeces y podíamos tener una plática amistosa.La miré sin prisa, deleitándome con el azul gélido de sus ojos. Era curioso como una sola mirada de Andy er
DAMIÁN ASHFORDSentí el ardor del enojo treparme por la espalda cuando vi la facilidad con la que ese hombre tocaba a Andy, su mano recorriendo su brazo y la cercanía cómoda entre ellos era insoportable de tolerar.Andy le dedicó una sonrisa, y mi sangre hirvió. No podía soportarlo. Una sola frase comenzó a causar eco dentro de mi cabeza: ella debía estar conmigo.Esto iba a ser un infierno y apenas estaba comenzando.No me gustaba la sensación de perder el control y, sin embargo, aquí estaba, completamente fuera de mis casillas, esperando el momento para golpear a ese tipo en la cara. Solo estaba esperando una sola palabra, el más mínimo motivo para tomarlo por el cuello y destruirlo con mis prop
DAMIÁN ASHFORD—Soy copropietario del bufete de abogados Leblanc & Davis —agregó Bastián como si en verdad necesitara saber más de él—. Principalmente, soy socio de Andy y… su prometido.Mi mandíbula se tensó. Miré de inmediato a Andy, esperando que lo desmintiera, que se riera y dijera que ese comentario era una de sus ridículas bromas. Pero no lo hizo. Lo que hizo fue lo peor que podía haber hecho en ese momento: callarse.Cuando creí que no podría sentir más odio, ese idiota soltó una bomba de esa magnitud. ¿En verdad estaban comprometidos? Imaginarme que el corazón de esa feroz pantera le pertenecía a ese hombre simple y sin ambición me revolvió el estómago. Entorn&ea
ANDY DAVIS—No estás sola, Andy. No voy a dejarte. Te protegeré. —Bastián me rodeaba con sus brazos y su calor reconfortante, envolviéndome mientras susurraba contra mi cabello. Aunque me sentía segura, no podía dejar de ver hacia Damián, su figura alta e imponente, ese ceño fruncido y dominante, esa mirada que parecía querer arrancarte el alma.Escondí mi rostro contra el pecho de Bastián, obligándome a ignorar a Damián que seguía hablando por teléfono. Parecía que le estaban dando malas noticias por como su rostro era una mueca de desagrado.Después de un profundo suspiro, me aferré al torso de Bastián. Quería creer cada una de sus palabras, aferrarme a esa promesa. Era el hombre perfecto, dulce, considerado y protector, ¿qué mujer no estaría feliz de tener a alguien como él a su lado? Entonces… ¡¿por qué mi corazón parecía
MINDY MILLERNo podía dejar de pensar en la humillación que había sufrido frente a todos, frente a mi familia, mis amigos y la sociedad. Damián no solo me había dejado plantada en nuestra fiesta de compromiso, sino que se había fugado con una desconocida. ¡¿Quién demonios era ella?! ¡¿De dónde había salido?! ¡¿Cómo se atrevía a arruinar mis planes, mis sueños, mi futuro?!Había apostado por Damián porque era conocido por su prudencia con las mujeres. Sí tenía sus aventuras pasajeras, no eran de dominio público. Ante la sociedad él era serio, frío, calculador, un tiburón en el estanque de empresarios, además de ser uno de los hombres más acaudalados de la ciudad que no era un anciano. Era la clase de hombre perfecto que ansiaba tener, aunque fuera por contrato. ¡No podía creer que mi buena suerte se viniera abajo por una mujer como esa!A