ANDY DAVIS
—No estás sola, Andy. No voy a dejarte. Te protegeré. —Bastián me rodeaba con sus brazos y su calor reconfortante, envolviéndome mientras susurraba contra mi cabello. Aunque me sentía segura, no podía dejar de ver hacia Damián, su figura alta e imponente, ese ceño fruncido y dominante, esa mirada que parecía querer arrancarte el alma.
Escondí mi rostro contra el pecho de Bastián, obligándome a ignorar a Damián que seguía hablando por teléfono. Parecía que le estaban dando malas noticias por como su rostro era una mueca de desagrado.
Después de un profundo suspiro, me aferré al torso de Bastián. Quería creer cada una de sus palabras, aferrarme a esa promesa. Era el hombre perfecto, dulce, considerado y protector, ¿qué mujer no estaría feliz de tener a alguien como él a su lado? Entonces… ¡¿por qué mi corazón parecía
MINDY MILLERNo podía dejar de pensar en la humillación que había sufrido frente a todos, frente a mi familia, mis amigos y la sociedad. Damián no solo me había dejado plantada en nuestra fiesta de compromiso, sino que se había fugado con una desconocida. ¡¿Quién demonios era ella?! ¡¿De dónde había salido?! ¡¿Cómo se atrevía a arruinar mis planes, mis sueños, mi futuro?!Había apostado por Damián porque era conocido por su prudencia con las mujeres. Sí tenía sus aventuras pasajeras, no eran de dominio público. Ante la sociedad él era serio, frío, calculador, un tiburón en el estanque de empresarios, además de ser uno de los hombres más acaudalados de la ciudad que no era un anciano. Era la clase de hombre perfecto que ansiaba tener, aunque fuera por contrato. ¡No podía creer que mi buena suerte se viniera abajo por una mujer como esa!A
MINDY MILLERComo si fuera algo secundario, saqué las fotografías y los informes que el detective me había entregado. Los deslicé sobre la mesa frente a la señora Ashford. Vi su expresión cambiar de la felicidad absoluta a la confusión y luego al horror.—Damián está con esa mujer —le dije con voz melancólica—. Y ella no está sola. No solo regresó con los niños… también tiene a otro hombre a su lado.Los ojos de la señora Ashford se entrecerraron. Lo supe en ese instante. Había sembrado la duda. Ahora, solo tenía que esperar a que germinara en odio.Damián era mío. Y no iba a dejar que nadie me lo arrebatara.
ANDY DAVISAún sentía el calor de los labios de Damián sobre los míos y el peso de sus palabras resonando en mi cabeza. ¡No podía confiar en él!, no debía confiar en él… pero una parte de mí se negaba a ignorarlo. Era guapo y esa actitud dominante y feroz, la manera en la que me veía como si fuera su propiedad y la forma en la que me tomaba con firmeza me hacía temblar.Había algo en él y en la manera en la que me tocaba, no era suave como Bastián, era decidido y firme, pero sin lastimarme. Aunque parecía que Damián estaba hecho de acero y cuero, cuando acariciaba mi piel, se sentía suave y cálido.Busqué a Damián en el pasillo, mientras me sentía incómoda por l
DAMIÁN ASHFORDEl frío del alcohol sobre mi piel apenas logró distraerme. No podía apartar la vista de la pantalla del televisor mientras el médico terminaba de tomar la muestra. La imagen era clara, el cintillo de noticias rojas anunciaba con una seguridad insultante mi supuesto compromiso con Mindy. A su lado, una fotografía de ella con una sonrisa angelical y una mía que parecía tomada por un «paparazzi», porque claramente no teníamos ninguna foto juntos que pudieran usar. Sentí un nudo de furia en el estómago. Sabía que mi madre estaba detrás de esto.El doctor hablaba sobre los tiempos de espera para los resultados, pero su voz se volvía un eco distante. Mi mano ya estaba en el bolsillo, sacando el teléfono para marcarle, cuando la pantalla se iluminó con
DAMIÁN ASHFORDNo supe qué responder de inmediato. La pregunta de Victoria me dejó completamente fuera de base. Miré los pequeños rostros expectantes de mis hijos, tratando de encontrar la trampa, la razón por la cual me habían lanzado esa bomba sin previo aviso. Mi mente trabajó a toda velocidad, intentando recordar si Andy había dicho algo frente a ellos, si de alguna forma los niños habían descubierto la verdad por algún descuido torpe ya fuera mío o de ella.Cuanto más intentaba hilar las piezas, menos lógica encontraba. León y Victoria no parecían tensos ni confundidos, sino entretenidos, como si su pregunta fuera un simple juego. Y entonces comenzaron a reírse, Victoria con esa risa cristalina que parecía llenar la habitación de luz y Le&o
ANDY DAVISNecesitaba aire, las cosas me estaban abrumando. Apenas entró la enfermera para revisar a León cuando yo decidí salir por un vaso nuevo de café, aunque ya había dos enfriándose sobre el mueble.Quería ordenar mis pensamientos, decidir qué haría con la noticia del compromiso de Damián. Me sentía estúpida por haberme permitido bajar la guardia, por haber sentido ese cosquilleo de emoción cuando él estaba cerca. Me había dejado engañar por una fantasía que jamás podría ser real. Había sido un error besarle, un error escucharle, un error mirar en sus ojos la promesa de algo que nunca llegaría.¡Era el mismo hombre del que había escapado! ¿Solo por aceptar salva
ANDY DAVISDe pronto el ambiente alrededor se volvió más denso y la atención de varias personas se fijó en un punto al que yo volteé. Entonces vi a Damián, caminando con determinación hacia nosotras, luciendo su ceño fruncido y su altanería. Tenía esa aura imponente que siempre generaba respeto y temor, y contra mi voluntad, mi corazón se aceleró.—Madre… ¿qué haces aquí? —la voz de Damián irrumpió en la conversación. Su mirada era fría y cortante, pero reconocí el brillo de ira en sus ojos.—Solo quería conocer a la madre de los mellizos —dijo su madre con una falsa dulzura—. Y ver la manera de conocer a mis nietos. ANDY DAVIS—¿Señora Davis? —preguntó la enfermera asomándose a la habitación, mientras mi pequeño Leoncito dormía y Vicky también, acurrucada en mi pecho, ambas en el cómodo sofá al lado de la cama.Aunque le había insistido a Vicky que regresara a casa con la niñera, ella era muy cercana a su hermano y no quería dejarlo solo. También sabía que el buen humor de León dependía de la alegría de su hermana. Compartir mi vientre había formado un lazo entre ellos demasiado fuerte y no podían estar el uno sin el otro.—¿Qué ocurre? —inquirí algo somnolienta mientras con cuidado dejaba a Vicky en el sofá. Se acomodó resintiendo mi ausencia, perCapítulo 33: Dos demonios compitiendo por una mujer