Capítulo 5; Encuentro I

Capítulo 5; Encuentro I

~Jane~

Camino por el pasillo, mirando el folleto en mis manos, la bata azul en mi cuerpo solo me pone más nerviosa.

¿Estoy haciendo las cosas bien?

Dije que iba a tener al bebé, pero ¿cómo lo tendré si no puedo ni conmigo misma? Soy un caos que hace daño, que lastima, que destruye.

«No puedo hacerle daño».

Escucho mi nombre y entro a la sala de procedimientos. Veo que tienen todo listo y mi corazón parece que terminará en el piso de los nervios que tengo.

No soy fans de los hospitales.

—La chica del avión.

Levanto la mirada al escuchar una voz conocida, y me quedo viendo al chico que venía a mi lado cuando viajé. Su bata blanca y sus lentes lo hacen ver un poco mayor, pero seguro no pasa de los veintisiete.

—¿No hay otro médico en turno? No me siento en confianza contigo.

—Soy el único en turno. Súbete a la camilla y te acomodas en posición ginecológica.

Me dice en un tono profesional, mientras se pone sus guantes.

—¿Por qué quieres abortar?

—Eso no viene dentro del procedimiento, no tienes que hacer preguntas.

—Mi trabajo es preguntar también.

—No quiero ser madre soltera.

—¿O tienes miedo de hacerle daño?

Su pregunta hace que me quede callada, mientras se forma un nudo en mi garganta.

—Muchas mujeres piensan que no serán buenas madres y toman una decisión equivocada. Otras veces es porque el padre no está de acuerdo y lo quieren complacer, no pareces de esas.

—¿Qué haré con un bebé? Ni siquiera tengo estabilidad emocional, soy un desastre, no soy buena.

—Sí eres buena, y estoy seguro de que serías una madre increíble.

Me queda viendo, acaricia mi barriga que todavía no se nota.

—¿Estás segura de lo que harás? —me interroga, mirándome a los ojos—. Será una decisión que va a marcar tu vida para siempre.

Sus palabras hacen que me suelte a llorar, me abraza y no lo alejo, lloro como una niña pequeña. Estoy tan llena de dolor y lastimada.

—Tengo… miedo —sollozo.

—Se vale tener miedo, no tienes que sentir culpa por eso —me hace que lo mire—. Busca tu ropa, y sal de aquí, ese bebé que viene en camino lo necesitas. Busca a su padre, tal vez ya cambió de opinión.

—¿Por qué haces esto por mí? No me conoces.

—Porque yo tuve la oportunidad de ser papá, y me la quitaron.

[…]

¿Cómo puede alguien ser tan cruel? Yo no soy la mejor persona del mundo, y no me interesa serlo para cumplir las expectativas de todos, pero Hugo es una basura en todo el sentido de la palabra.

Yo sola no hice este bebé, así que no puede dejarme toda la carga a mí, no pienso quedarme a esperar que venga a buscarme.

No pienso abortar, ya me arrepentí, eso está fuera de mis límites, así que tiene que hacerse cargo del bebé que por su m*****a culpa estoy esperando.

—Maldita fiesta de las Vegas.

Maldigo, mirándome en el espejo.

Me siento perdida, y odio que sea de esa manera. Normalmente, nada está bien en mi vida, pero salir embarazada de un día para otro está sobrepasando todo lo que esperaba, esto está haciendo que todo cambie.

Camino hasta la ventana, viendo el jardín. Siempre ha estado tan cuidado, solía jugar ahí.

—¡Hermana! ¡Sí viniste!

Me tambaleo al punto de tener que agarrarme de la ventana para no caerme. Nora ha llegado, se ve feliz de verme, su sonrisa y sus ojos llenos de lágrimas me hacen saber que me extrañó, que ha sido la única que esperaba que viniera.

Correspondo su abrazo, dejando mi cabeza en su pecho, había olvidado lo cálido que son sus abrazos, tiene el don de hacerte sentir bien con una abrazo y una de sus sonrisas.

—¡Me alegra tenerte aquí! ¡Estoy tan emocionada! —empieza a dar saltitos—. Estaré tan feliz en mi boda, estarás tú, no sabes cómo quería verte —me vuelve a abrazar—. Te extrañé, te lo juro.

Su cabello rojo le cae en la cara y se lo hago a un lado, siempre ha sido hermosa.

—También te extrañé —nos alejamos—. Créeme, no iba a venir, vine porque…

—¿Me ibas a fallar? Somos hermanas.

—Lo importante es que estoy aquí, veré como mi hermana mayor se casa con el hombre de sus sueños.

—¡Estoy tan enamorada! —sonríe, haciendo que sus mejillas se pongan rojas—. Tenemos que ponernos al día de todo, estás demasiado hermosa, me imagino que tienes a muchos detrás de ti. Pero ahora, quiero que conozcas a mi prometido. Está en la sala.

Asiento a lo que me dice y me arreglo un poco, sintiendo su mirada sobre mí.

—¿Qué le pasó a tu cabello rojizo?

La escucho preguntar.

—No quería verme al espejo y seguir recordando mi niñez, así que me cambié el color.

—El negro te va bien, te hace ver demasiado atractiva. Mi novio se dará cuenta de que eligió a la menos bonita, delante de ti nadie me miraría, mírate, tu cuerpo es hermoso y tu cara tan bien cuidada.

—No digas tonterías, eres hermosa y ese hombre debe estar igual de enamorado como tú. Tienes un alma bonita, la gente ama eso. En cambio, yo estoy dañada.

—No te sigas torturando, ya pasó.

—Dile eso a mi madre, no está feliz con verme.

Me abraza, y salimos de la habitación.

Sigue hablando de su prometido, y solo me queda escuchar.

Basta con poner un pie en la escalera para quedarme sorprendida al ver al hombre que nos espera al final de los escalones.

«Hugo».

Puedo sentir cómo se detiene todo, como mi garganta se reseca y cada centímetro de mi cuerpo parece reaccionar a lo que estoy viendo. Mis ojos parecen salirse de su órbita, la sorpresa es evidente.

Sus ojos se fijan en los míos, sus dientes apretados igual que sus puños me hacen saber que tampoco lo sabía; somos cuñados.

¿Estoy embarazada de mi cuñado? ¡Carajo!

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