Un mes despuésNarra KimLos juzgados habían salido a vacaciones y yo con ellos. Mi trabajo, había disminuido y todo lo poco que hacía, lo seguía haciendo virtualmente, así que, estaba aburrida. Aburrida al punto de dirigirme a la empresa de Alessandro. Lu, estaba de vacaciones en Brasil y la señora Gabriela había ido de compras a París, así que, al tener solo esos dos contactos para entretenerse, había quedado sin diversión. Por ello, iba rumbo a la empresa, donde todas me miraban con enojo y envidia.— Hay que traer a los fumigadores, las cucarachas están entrando a la empresa — dice la recepcionista mientras paso y yo la ignoro.— Además de eso son sordas. Vaya calamidad — se burla su compañera.— Es mejor ser sorda a ser envidiosa. La envidia es una enfermedad que no te deja vivir en paz ni tranquila. Pero a los sordos, los veo feliz, adaptándose al mundo y saliendo adelante sin envidiar el marido de nadie — digo pasando hacia el ascensor.— ¿Su marido?— Recuerden cuál es su luga
Estaba decepcionada y me sentía extraña. Me dolía el pecho y ese dolor me recordaba que nuevamente había sido herida. Pero está vez, si dolía. Quería decir que estaba tranquila o que fingir tranquilidad, era fácil.Pero, apenas llegue al ascensor, las lágrimas cayeron por mis mejillas sin que pudiera evitarlo.‘¿Por qué estoy llorando? ¿Por qué debo sentirme así si solo fue un trato?’ me pregunto mentalmente mientras intento secar mis lágrimas. El ascensor suena diciéndome que he llegado a mi destino y yo vuelvo a tomar mi aspecto inquebrantable. Saliendo como si nada, caminó hacia la salida donde las serpientes en la recepción, destilan su veneno.— Vaya visita tan fugaz, ¿será que la echaron como perra? — pregunta una de ellas y yo me detengo dispuesta a responderle. — ¡Están despedidas! — grita Alessandro corriendo hacia mí.Sabiendo que no quiero ser parte de un espectáculo, avanzó hacia la salida, pero su mano me toma antes de que pueda subir al auto.— Váyanse. — ordena a mi ch
Sabía que no iba a irse fácilmente. Si había llegado hasta aquí, era porque no se iba a marchar hasta que hablara. El problema es que no quería escucharlo. No deseaba seguir escuchando mentiras de alguien experto.— ¿Por qué estamos aquí? — pregunto molesta.— Kim, sabes que necesitamos hablar. — ¿De qué? Firmamos un acuerdo donde dejamos claro que debíamos hacer si esto se iba a terminar. Tú violaste el acuerdo de exclusividad y esto ya termina. — No es así de sencillo. Aunque hayamos decidido cortar nuestra relación después de un error, debemos hablar.— ¿Qué vamos a hablar? — Kim, muchas cosas.— Alessandro, te había pedido que no termináramos como lo hacías con tus conquistas. Pero viendo que sigues dando vueltas. Prefiero que seas como siempre, cortante y frío. Así, nos evitamos hablar de algo que ya está claro. — pido.— No puedo hacerlo. Yo no puedo ser frío contigo porque si siento algo por ti. Algo que no había sentido por ellas — asegura.— Bien, ¿qué sientes por mí, Aless
¿Alguien puede saber cuándo las emociones se profundizan o cambian? ¿Alguien podría decirme el antes y después de todo esto? Porque, ¿por qué ahora nada me resulta claro con él y por eso, es que ahora lloro como una magdalena?No sabía cuando había empezado, pero aquí estaba, mirando al hombre que me había hecho llorar y aún sentía como removía cada fibra de mi cuerpo. Tenía razón, me había enamorado de él, solo eso podía explicar porque su traición me dolía tanto. — Tienes razón. Me enamoré de ti, Alessandro. Por eso, me sentía segura a tu lado y caminaba cómoda. No sé cuándo pasó al punto de desconocer si ciertos momentos de mi vida, fueron causados porque ya te quería o no.— Me pasa igual. — coincide Alessandro — No sé en qué momento sucedió. Pero no temo por quererte, Kim. Sé que no soy la persona que ama sin medidas y está con una sola persona. Pero, me estuve esforzando, Kim. En todo el tiempo que llevamos juntos, no te había fallado.— Entiendo. Pero, aunque me insistas, ya no
Un mes después ¿Quién puede dormir cuando tiene la mente nublada por recuerdos que sólo aumentan tu malestar? Desde que Alessandro se fue, no sentí paz. No quería comer y aunque me esforzaba en alimentarme por mi hijo, la misma, me sabía desagradable. Era como si todo interés por seguir mi vida, se fuera con Alessandro. ¿Tanto poder le había dado en mí? ¿Tan profundo había cavado en mi ser para causar este efecto en mí? No sabía porque lo había permitido, pero, ya no importaba, lo que me importaba, era acabarlo. Necesitaba dejar de sentirme así. Decepcionada, por cómo me ha dolido está ruptura cuando no éramos algo en concreto, salgo de la casa de Lu en busca de algo por hacer. Por ello, me marcho en busca de algún trabajo que hacer. Pero en la firma de abogados, no hay más que fórmulas que llenar para mí. ‘¿Qué debo hacer mantener mi mente ocupada?’ me pregunto mentalmente. Sabiendo que con mi abdomen que evidencia mi embarazo, solicitar un nuevo trabajo se complica, no camino mu
Narrador OmnipresenteAlessandro estaba desesperado y ver a Kim así de mal llorando por el dolor, le angustiaba. Ambos tenían temor, no saber controlar sus emociones, lo habían traído a este momento y por ello, los dos se sentían arrepentidos. — Tengo miedo — murmura Kim sudando del dolor mientras todos corrían con ella empujando su camilla y diciendo el procedimiento a hacer. — Todo estará bien. No te preocupes, los tres estaremos bien. — asegura Alessandro con sus ojos nublados por las lágrimas.De repente, un enfermero, le impide el paso y por ello, Kim y él sueltan sus manos.— Señor, hasta aquí nos puede acompañar — dice él deteniéndolo en la entrada de un área restringida. — Pero, ella me necesita. — dice Alessandro mortificado.— Nosotros la atenderemos y pronto podrá verla. Mientras, llene el formato de ingreso. — pide el enfermero para después marcharse. — M*****a sea. — murmura Alessandro frustrado.— ¡Alessandro! — grita Greg, llamando su atención — ¿Qué pasó?— No sé. A
La tensión aún no se había disipado mientras la leyenda se marchaba. La guerra, había sido de palabras, pero había causado tanto impacto que casi se revisan para conformar que estaban bien.El enfrentamiento que hoy empezaba, había dejado en los presentes, un peso mental que se mostraba en la preocupación de todos.Bill, se acerca a su hijo y toca su hombro palpando el mismo en señal de apoyo.— Hiciste bien en ponerle un alto. — murmura Bill Delacroix — Debía hacerlo. Yo no puedo dejar que se lleven a mi hijo. — dice Alessandro en un susurro— Creo que cerraré la firma antes que la hagan cerrar, ¿no creen? — pregunta Greg con nerviosismo.— Ahora, debemos anticiparnos a sus movimientos y lo más importante, Alessandro, deja de complicar las cosas con Kim. Dudo que ella vaya a confiar en ti cuando no sabes mantener tu miembro en tus pantalones, pero debemos mantener la esperanza de que confíe en nosotros y aceptar que se vayan del país. — dice Bill.— No, ninguno puede irse con Kim. Él
Dos días después Narra KimMi mente intenta procesar toda la información, sin que ello me altere. Y aunque, logró no alterarme, sigo sin entender en qué momento, se ha complicado tanto mi vida, al punto de tener que marcharme.— No me iré. — digo decidida mientras los tres intentan convencerme de ello.— Kim, sé que es complicado entenderlo, pero, necesito que lo comprendas. Las cosas no están bien y debemos apresurarnos. — Es su familia, no debe imponerse sobre sus deseos y menos, si alguien que no es de su familia, está implicada. — digo molesta. — Mi padre no es así, Kim — comenta el señor Bill — Aunque quisiera decir que nos va a escuchar, no lo hará y no puedo ir en su contra. No por mucho tiempo.>> Así que, debemos movernos, cada minuto que pasa, hace que disminuya la oportunidad de que veas a tu hijo. Si él no ha hecho sus movimientos, es porque aún estás delicada de salud. Pero, apenas pases todo riesgo, no habrá nadie que impida llevarte. Ni siquiera nosotros. ‘Rayos, de