Narra KimSu susurro fue hipnotizarte. Sabía lo que había dicho y cuán peligrosa podrían ser sus palabras. Pero mi cuerpo se enfocó más en su voz ronca que erizaba mi piel y fue por ello, que gire mi cuerpo y lo bese. Anteriormente, había escuchado que la mejor forma de callar a alguien o evitar decir algo que no sentía, era besarlo. Lo cual, me encantaba; besarlo. Hoy lo había probado y me había encantado hacerlo. Por eso, bajo la calma del clímax que habíamos experimentado, lo besé hasta que ya me quedé saciada de sus labios. Agotada por esta sesión, coloque mi frente sobre su mentón y él acaricio mi cabello. Aquí no éramos personas desconfiadas, ni inseguras. Solo éramos dos cuerpo buscado calor y calma después de una sesión agotadora. Cuando ya sentí que era suficiente, me alejé de su cuerpo y cerré la llave de agua.— Voy a bañarme. — Está bien — murmura Alessandro — ¿Puedes salir? — pregunto intentando alejarnos por lo menos, en este momento. Alessandro reacciona y asiente.
Despierto en una habitación muy distinta, siendo abrazada por alguien que básicamente me tiene pegada a su pecho. Sé quién es. Sólo mi exjefe y padre de mi hijo, podría abrazarme así: con su gran mano en mi vientre y toda mi espalda pegada a su tonificado y musculoso pecho. Mi cuerpo estaba tan pegado a él, que no sabía cómo iba a salir de sus brazos y más, con mi cuerpo adolorido por la intensa jornada de trabajo que terminó al amanecer. Sabiendo que debo alejarme de él, intento moverme sin levantar al inmenso hombre a mi lado.Mientras levanto su mano, los recuerdos de la madrugada, vienen a mi mente y como hicimos todo menos, comer helado. Mi cuerpo recuerda sus caricias y como habíamos tenido sexo en casi toda sala. La última vez, había sido en su escritorio ubicado en la sala. Cuando los rayos del sol iluminaron la pared hecha como un ventanal, él estaba entre mis piernas succionado los fluidos con tal maestría que me abrumaba. Me había saciado, de todas las maneras posibles. Po
Narra Alessandro Alguien toca a mi puerta, haciendo que me remueva en la cama. De inmediato, mi mente me recuerda que no estoy solo y debo ser cuidadoso con Kim. Por lo que, me levanto de un solo golpe sorprendiéndome.No solo su cuerpo no está en mi cama, sino que, el sol caliente que brilla atravesando las cortinas, me hacen pensar que es tarde. Quien tocaba la puerta, vuelve a tocar mientras yo intento procesar todo lo que pasó anoche y porque me duele todo el cuerpo.Por lo que, mi mente arroja todas las escenas y sintiéndome agradecido porque mi miembro aún exista y no haya sido consumido por una noche donde había dejado ir todo de mí en cantidades alarmantes, me despierto un poco. ‘Buscando el lado bueno, ella es saludable. Por lo que, el riesgo de una infección de trasmisión sexual, no es posible y un embarazo, aunque ella no lo estuviera, tampoco sería posible. Así que, estás bien. Tuviste el sexo de todo un día en una noche y estás bien. Sin reserva de esperma en tus testícu
Narra Kim Me había asustado. Todo había pasado tan rápido que cuando Lu frenó por la impresión, al segundo siguiente estábamos rodeada de cámaras y preguntas dichas a gritos para ser escuchadas por encima del ruido. Todo era tan extraño y nuevo para mí, que como en el restaurante, quedé estupefacta mientras Lu intentaba cubrirme. ‘Menos mal no te vieron con aquel diminuto vestido’ me dice mi mente intentando tranquilizarme, pero no lo hace. Rayos, si saben dónde vivo, no me sorprende que me hayan seguido desde el restaurante… — Realmente me preocupa que estés tan callada y fría. ¿Realmente te encuentras bien? — pregunta Alessandro y yo lo miro intentando que ello le dé tranquilidad. Sin embargo, me ruborizo al ver una marca roja en su cuello que tiene ciertas partes moradas. ‘Vaya, también lo marqué’ me digo mentalmente avergonzada. — Por lo menos, ahora te veo roja. Es mejor a estar blanca como un papel. — murmura Alessandro y yo desvío mi mirada avergonzada. — ¿Cómo supiste es
Narrador Omnipresente Las cosas estaban resultando increíble. Gabriela, sonreía al ver las fotos bastante comprometedoras de su hijo y futura hija. Porque si algo era claro, era que ellos terminarían juntos. Lo confirmaba hoy con la foto enviada por el conductor del auto donde se atrevieron a tener sexo.— ¿Qué haces aquí, cariño? — pregunta Bill entrando a su oficina, caminando hacia su esposa para saludarla.— Vengo a avisarte que Alessandro va a estar ausente — murmura Gabriela.— ¿A qué te refieres? Debe estar en Inglaterra. — Envía a alguien más a eso. Porque es mejor estar seguro de que las cosas salgan bien con ese trato a confiárselo a Alessandro — ¿Por qué lo dices? Alessandro, es bastante competente en los negocios — comenta Bill y su esposa lo saluda con un beso profundo que les hace a ambos recordar el pasado donde ellos tenían sexo como conejos.— ¿Recuerdas nuestro pasado? — pregunta Gabriela sobre sus labios.— Creo que no, pero sería buen momento, recordarlo cuando l
Narra KimQuería gritar enojada, molestarlo, insultarlo e incluso, quería salir de aquí molesta por su comentario. Deseaba tanto mostrarme empoderada, fuerte y demandante, para gritarle que no necesitaba su ayuda y que me iba de aquí porque no estaba dispuesta a complacerlo. Pero rayos, la mujer fría que encontró a Dante con su amante, había desaparecido y ahora, estaba una mujer que movía la cola como una perra pidiendo cariño. Porque está era yo, la sumisa Kim que se emociona con solo escucharle llamarme “querida”. Así de tonta me he vuelto y apenas, llevamos unas diez sesiones de sexo.¿Qué pasará cuando pasen más sesiones? ‘Anhelo saber ello’ me dice mi lado lujurioso y me enoja estar de acuerdo. En estos momentos, todos los discursos de mujeres dominantes, independientes y fuertes, se han ido al cesto de la basura por una simple palabra: querida. Oh, rayos. Detesto que Alessandro Delacroix tenga un gran efecto en mí. — Señor, ya vamos a marcharnos. Deben apagar los aparatos el
InglaterraVolví al inicio. Donde era la secretaria del gran Alessandro Delacroix. Sonaba de cierto modo extraño, porque ya habían pasado muchas cosas entre nosotros. Y todo porque ahora estábamos esperando un bebé concebido de una manera no natural. Pero, ya no podía decir que no había tenido sexo con mi ahora jefe, porque si lo había tenido y de qué manera. Lentamente y sin poderlo anticipar, me estaba volviendo en la mujer que no quería ser. Que jamás pensé ser; una mujer sumisa. Una mujer que acepta todo y por ello, estoy en esta situación. Un ejemplo de eso, era lo que sucedía ahora. Después de bajar del avión, el empresario con el que se reuniría, le informó por medio de un correo electrónico que había tenido que marcharse y por ello, no podía esperarlo más. Dicho correo, había sido enviado cuando ya estaban por aterrizar y por ello, el teléfono estaba apagado. Aunque, si lo hubiese tenido encendido, no habría cambiado. Después de todo, ya estábamos estamos en aire británico
¿Cómo se sienten las presas frente a sus depredadores? ¿Cómo se siente estar sin salidas? Mi corazón late frenéticamente y no sé si es la misma sensación que siente un ladrón cuando está contra una pared y la policía, o si la está sensación estaba relacionado a la excitación que su mirada podía causar. Porque sí, justo ahora me estoy excitando y más, cuando sé que él está igual y estamos en medio de espejos que bien podrían mostrar como sucede todo. Justamente, lo que una fantasía sexual insatisfecha, pide a gritos. ‘Cálmate, lujuriosa Kim. estás en una tienda erótica, no puedes hacer… eso’ murmura mi mente y es cuando yo reacciono, alejándome de él. Regresando a mí yo racional, empujó a Alessandro y me coloco el vestido lo más lejos posible de él. — ¿Qué le sucede, señor Delacroix? — pregunto incómoda — Nosotros no tenemos este tipo de relación. Así que, márchese, por favor — digo escandalizadaAlessandro rueda los ojos y me da la espalda mientras termina de quitarse la camisa, cu