Narra KimQuería gritar enojada, molestarlo, insultarlo e incluso, quería salir de aquí molesta por su comentario. Deseaba tanto mostrarme empoderada, fuerte y demandante, para gritarle que no necesitaba su ayuda y que me iba de aquí porque no estaba dispuesta a complacerlo. Pero rayos, la mujer fría que encontró a Dante con su amante, había desaparecido y ahora, estaba una mujer que movía la cola como una perra pidiendo cariño. Porque está era yo, la sumisa Kim que se emociona con solo escucharle llamarme “querida”. Así de tonta me he vuelto y apenas, llevamos unas diez sesiones de sexo.¿Qué pasará cuando pasen más sesiones? ‘Anhelo saber ello’ me dice mi lado lujurioso y me enoja estar de acuerdo. En estos momentos, todos los discursos de mujeres dominantes, independientes y fuertes, se han ido al cesto de la basura por una simple palabra: querida. Oh, rayos. Detesto que Alessandro Delacroix tenga un gran efecto en mí. — Señor, ya vamos a marcharnos. Deben apagar los aparatos el
InglaterraVolví al inicio. Donde era la secretaria del gran Alessandro Delacroix. Sonaba de cierto modo extraño, porque ya habían pasado muchas cosas entre nosotros. Y todo porque ahora estábamos esperando un bebé concebido de una manera no natural. Pero, ya no podía decir que no había tenido sexo con mi ahora jefe, porque si lo había tenido y de qué manera. Lentamente y sin poderlo anticipar, me estaba volviendo en la mujer que no quería ser. Que jamás pensé ser; una mujer sumisa. Una mujer que acepta todo y por ello, estoy en esta situación. Un ejemplo de eso, era lo que sucedía ahora. Después de bajar del avión, el empresario con el que se reuniría, le informó por medio de un correo electrónico que había tenido que marcharse y por ello, no podía esperarlo más. Dicho correo, había sido enviado cuando ya estaban por aterrizar y por ello, el teléfono estaba apagado. Aunque, si lo hubiese tenido encendido, no habría cambiado. Después de todo, ya estábamos estamos en aire británico
¿Cómo se sienten las presas frente a sus depredadores? ¿Cómo se siente estar sin salidas? Mi corazón late frenéticamente y no sé si es la misma sensación que siente un ladrón cuando está contra una pared y la policía, o si la está sensación estaba relacionado a la excitación que su mirada podía causar. Porque sí, justo ahora me estoy excitando y más, cuando sé que él está igual y estamos en medio de espejos que bien podrían mostrar como sucede todo. Justamente, lo que una fantasía sexual insatisfecha, pide a gritos. ‘Cálmate, lujuriosa Kim. estás en una tienda erótica, no puedes hacer… eso’ murmura mi mente y es cuando yo reacciono, alejándome de él. Regresando a mí yo racional, empujó a Alessandro y me coloco el vestido lo más lejos posible de él. — ¿Qué le sucede, señor Delacroix? — pregunto incómoda — Nosotros no tenemos este tipo de relación. Así que, márchese, por favor — digo escandalizadaAlessandro rueda los ojos y me da la espalda mientras termina de quitarse la camisa, cu
Narra Alessandro Estaba molesto. Nunca nadie se había atrevido a tratarme así y está mujer lo había hecho. Básicamente, me había rechazado con la misma dureza con que rechazaba yo a las mujeres y eso, era demasiado molesto para mí.Era humillante que alguien me rechazara y remarcara nuestra relación, como si yo fuera intenso y tóxico. Era un golpe a mi orgullo, dignidad y hombría. Tanto que me molestaba reconocerlo. Y por ello, debía alejarme, dejarla gozar del golpe que me había dado mientras yo me recuperaba del mismo.‘Debes hacerlo, porque fue un golpe certero. Te mostraste celoso y posesivo por tu secretaria. Una simple mujer que el único beneficio que va a darte es tu hijo. Pero después de anoche, no la ves como una socia.’ me dice mi mente y yo niego.No, es imposible que me de celos. No sé qué es sentir celos por alguien, porque experimentar celos es un síntoma de una persona insegura de sí mismo y yo no soy así. Yo no pude mostrarme celoso. Menos cuando no la quiero. No así.
Narrador Omnipresente El reporte de recepción había llegado y por ello, habían llamado a una ambulancia y habían enviado personal del hotel con una camilla por si necesitaban actuar con urgencia. Justo lo que confirmaron cuando caminaron hacia su habitación y la encontraron desplomada puertas antes.— Rápido, debemos ayudarla — dice el trabajador del hotel cuando ve la bata con sangre. Los dos comienzan a subirla a la camilla y juntos se marchan al ascensor donde al bajar, ya está la ambulancia. — ¿Qué sucedió? — pregunta el paramédico — No sabemos, la encontramos inconsciente y cuando llamó, solo solicitó una ambulancia. No explicó lo que sentía — murmura el recepcionista.— Debemos movernos rápido, ¿sabe si vino con alguien?— Sí, llamaremos de inmediato.El recepcionista comenzó a llamar a la habitación de Alessandro, pero él estaba tan frustrado por no poder tener sexo, que al escuchar el ruido, lanzó el teléfono enojado. Mientras los paramédicos se llevaban a Kim a la ambulanc
Narra KimMi cabeza duele, pero el desespero por saber que ha pasado conmigo, me da la fuerza para ignorar mi propio malestar y concentrarme en volver a la consciencia. Las voces, se escuchan lejos al igual que el sonido de una máquina tomando signos vitales.Todo está tan lejos que me esfuerzo en llegar a la fuente del ruido, hasta que finalmente la oscuridad que me rodea, me muestra una pequeña ventana iluminada.Sin saber que podría ser, avanzó ansiosa por salir de la oscuridad y es allí cuando mis ojos se abren, mostrándome a Gabriela y Alessandro Delacroix, en un regaño bastante fuerte.— ¿¡Así terminaba tu preocupación por tu hijo!? ¿¡Esto era lo único que estabas dispuesto a hacer, Alessandro!? — grita su madre con evidente enojo.— Madre…— Estabas con unas prostitutas, mientras ella tenía riesgo de aborto. Dime, Alessandro, ¿ese es el padre que serás para mi nieto?— ¡¿A-aborto?! — pregunta Alessandro mientras mi corazón se acelera al escuchar la palabra — Madre, ¿el bebé…?—
Gabriela había tenido una fuerte discusión con su hijo, donde remarcaba su apoyo hacia mí, pero no se mostraba afectada y la verdad, parecía un poco loca al tomar el lado de una extraña en vez de su hijo. Pero era justamente eso lo que me hacía admirarla.Ella antes de ser madre, era mujer y lo seguía siendo. Quizás, por eso no estaba de acuerdo con la vida de su hijo y como le encantaba divertirse con las mujeres. Pero aún así, era sorprendente. Tanto que me abrumaba. — ¿Cómo te sientes, cariño? — pregunta la señora Gabriela y yo asiento— Me alegra que mi bebé siga conmigo, es lo único que me importa — comento en un hilo de voz— Sí, tienes razón. Para las madres, la prioridad siempre va a ser nuestros hijos. — comenta sonriendo. — Entonces, ¿por qué ahora…?— ¿Soy dura con él? — pregunta Gabriela y yo asiento — Él sigue siendo mi prioridad y por eso actúo así. — No logro entenderla, señora Gabriel. — No solo las personas pobres, dan lecciones duras a sus hijos. Muchas veces, no
Días después¿Quién me mandó a meterme en está ‘lección’ de una madre hacia su hijo? ¿Quién me dijo que esto era una buena opción? ¿En qué estaba pensando cuando acepté está locura? Realmente no sé qué pensaba, pero sin duda, no era en algo bueno. Diez días pasaron desde que tuve la amenaza de aborto y cuatro desde que me dieron el alta. Según los doctores, no tenía algo grave, pero por orden del señor Bill y Alessandro Delacroix, debían dejarme en observación, aunque todo estuviera bien. Por lo que, debí esperar en cama todo este tiempo que ellos vieron prudente darme el alta. Pero, si antes me había parecido molesto esperar en un hospital, cuando estoy bien, lo era ahora esperando que terminaran de arreglarme para una cita a ciegas en Inglaterra. Porque sí, Alessandro había tenido que marcharse por sus negocios, pero yo seguía en el país por temor a que el vuelo haya ayudado en el aborto.Era ilógico, más cuando el médico había dicho que no había sido ello, pero los Delacroix dudan