Su hermanastra

Fue al baño y se lavó la cara con agua fría, pero eso no alivió ni el dolor de cabeza que sentía ni el peso que aplastaba su corazón. Agotada, tomó su teléfono y llamó a Mike. La llamada estaba a punto de terminar cuando él contestó.

—Lo siento, Paola. Acabo de salir del baño. ¿Estás en casa ahora?

—No finjas que no sabes cómo estoy —respondió ella, su voz cargada de tensión—. ¿Por qué me hiciste un chupetón en el cuello?

Aunque no estaba segura de que él fuera el culpable, no podía pensar en nadie más. Por mucho que Lucas la odiara, él no intentaría matarla, y menos si seguía en prisión. Planeaba disculparse si Mike refutaba su acusación, pero lo que no esperaba era el silencio que siguió a su pregunta.

—¿Por qué estás callado? ¿Te sorprende que lo sepa?

—Yo no hice esos chupetones en tu cuello —dijo finalmente. Pero, tres segundos después, agregó—: Aunque sé quién lo hizo.

El rostro de Paola se congeló por el shock. No esperaba esa respuesta. Su sorpresa fue tan grande que se endere
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