Mi esposo

Paola no quería marcharse como una perdedora. Necesitaba demostrarle a Lucas que ya lo había olvidado. Miró a su alrededor y notó a un hombre entrando al club nocturno. Vestía un traje que lo hacía parecer alguien importante, pero las luces azules del lugar le impedían distinguir su rostro con claridad. Sin pensarlo demasiado, caminó hacia él y le tomó la mano.

—¡Hola, esposo! —le dijo con una sonrisa fingida.

El hombre bajó la mirada hacia su mano, que ahora sostenía la de ella. Aunque parecía tranquilo, sus ojos irradiaban una intensidad que Paola no pudo ignorar. En otro lugar o momento, ese gesto habría bastado para hacerla retroceder, pero no aquí, no ahora.

A lo lejos, Lucas apareció acompañado de Rose. Al verla, Lucas soltó una carcajada.

—¿Ese es tu esposo? Estás bromeando, ¿no? —dijo con burla.

Rose se unió al escarnio, pero antes de que pudiera agregar algo, un murmullo recorrió el club. La gente comenzó a acercarse, atraída como polillas por una llama. El hombre junto a Pao
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