Paola descendió del taxi que la había dejado frente a una de las mansiones más imponentes de la ciudad. El edificio era tan vasto y majestuoso que parecía capaz de albergar cómodamente a siete generaciones. Esta mujer es realmente rica, pensó mientras cruzaba la entrada principal. Miró su reloj de pulsera y confirmó que había llegado a tiempo.La enorme puerta principal estaba entreabierta, así que dio un paso al interior y se encontró en una sala de estar monumental, decorada con muebles de estilo clásico que parecían sacados de un palacio real.—Hola, Paola —la saludó una voz familiar.Al ver a la mujer, Paola caminó rápidamente hacia ella.—¡Señora, buenos días! —dijo con cortesía.—Bienvenida, querida. Me alegra que finalmente hayas venido como prometiste —respondió la mujer, Elizabeth, señalándole un asiento. Paola obedeció, sentándose con cuidado.—Él llegará pronto, ¿de acuerdo? —anunció Elizabeth.Paola asintió nerviosa. Su mente no dejaba de divagar. ¿Sería aquel hombre guapo
Paola reunió fuerzas y con una sonrisa en el rostro les dijo a sus dos hijos la noticia:—Nos mudaremos a un lugar mejor, niños. De hecho, ¡es una mansión muy hermosa!Los pequeños ojos de Ethan brillaron con emoción, aunque una sombra de tristeza se deslizó por su expresión.—Oooh... ¿eso significa que ya no podremos jugar con Aron? —preguntó Ethan, su voz llena de inocencia. Luego añadió—: Extrañaré este lugar, mamá, pero espero que haya una pelota con la que podamos jugar allí.Paola le acarició suavemente la mejilla y le respondió:—Habrá muchas cosas divertidas para hacer allí, cariño. Y no solo eso, podrán empezar la escuela este lunes.Los niños se miraron emocionados y comenzaron a dar pequeños saltos de alegría. Siempre habían soñado con asistir a una escuela en la ciudad, imaginando aulas modernas, maestros amables y actividades emocionantes. Venían de un lugar menos desarrollado, y la idea de esta nueva oportunidad los llenaba de ilusión.En medio de la algarabía, Clara se
Paola cayó al suelo, presionando la mordida en su pierna mientras un dolor abrasador recorría su cuerpo. Las lágrimas fluían sin control por sus mejillas, y un miedo primitivo la consumía. Estaba aterrada de que el veneno terminara con su vida."¿Por qué demonios acepté casarme con él?" pensó con amargura. Cada decisión que la había llevado hasta ese punto parecía un error fatal. Levantó la vista, y a través de la puerta de cristal, vio la figura implacable de Dereck observándola sin compasión.—¡Por favor! Moriré de esta manera. Sálvame —suplicó con voz entrecortada.Dereck la miró con una frialdad desconcertante y respondió:—No puedes morir. Tu muerte no me beneficia.Paola gritó de desesperación mientras se aferraba a su pierna, tratando de contener el avance del veneno. Después de unos eternos minutos, Dereck finalmente abrió la puerta. Paola se desplomó hacia afuera, sosteniendo su pierna con ambas manos, sus ojos llenos de súplica y terror.—¿Es mi dinero lo que quieres o mi pe
Paola tomó un taxi y, mientras avanzaba, sus ojos se posaron en un sitio de construcción. Sabía que muchos lugares de ese tipo siempre necesitaban mano de obra, o al menos personal dispuesto a trabajar. Mientras pudiera ganar dinero, no le importaba qué tipo de labor fuera.Mientras miraba por la ventana, su mente volvió a la serpiente que la había mordido el día anterior. "¿Cómo es que ni siquiera siento dolor?", pensó, desconcertada.Pronto llegó a su destino, pagó el taxi y se dirigió al ingeniero a cargo. Aunque su formación académica no tenía relación con lo que se hacía allí, su disposición para trabajar impresionó al hombre. Sin embargo, al preguntar si había un trabajo menos demandante, él le respondió que la única tarea disponible en ese momento era transportar sacos pesados de arena y cemento de un lugar a otro."Medio pan es mejor que nada", pensó Paola. Después de negociar su paga por hora, se unió a los demás trabajadores.Un par de horas más tarde, mientras se disponía a
Mientras Dereck se apoyaba en la pequeña y elegante pared utilizada para desmantelar el edificio, notó a Nathalia entrar acompañada de dos niños. Quiso sonreír al verla, después de todo, Nathalia era su madrina, pero su enojo le impidió hacerlo.Paola, esa mujer patética, sabía que ahora era su esposa, pero aun así había decidido trabajar en un oficio tan ridículo como el de una mujer en una construcción. ¿Intentaba empañar la reputación de su familia? ¿Qué no tenía ya en su vida? Comida, dinero, todo estaba a su disposición. Su madre le habría dado cualquier cantidad de dinero que necesitara, pero ella había elegido trabajar. Frustrado, apretó su mano contra la pared en la que se apoyaba, sintiendo cómo su enojo aumentaba.—Tía, ¿dónde está nuestra mamá? —preguntó Clara con curiosidad.Nathalia le susurró algo a la niña, reprendiéndola con suavidad mientras miraba alrededor para asegurarse de que nadie las escuchara.—Tienen que referirse a mí como "mamá" y a Paola como "tía". ¿Cómo
—Por favor, sé que parece que me estoy lanzando a ti, pero no es cierto. Todo esto es una coincidencia, te lo juro—, suplicó Paola, con la voz temblorosa.Dereck se movió rápidamente, abalanzándose sobre la cama. Sujetó sus pies y los arrastró hacia él, haciendo que Paola cayera de espaldas. Con una firmeza inquietante, tomó su barbilla entre sus dedos, inclinándose sobre ella.—¿Por atreverte a rechazar mi comida?— dijo con un tono amenazante, rasgando la parte superior de su ropa, dejando expuesto su sostén y su escote.Aunque eran marido y mujer, nunca habían consumado su matrimonio, y la forma en que Dereck la miraba en ese momento le heló la sangre.—Por favor, no de esta manera— murmuró Paola, sintiendo que las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos.Sin prestarle atención, Dereck desabrochó lentamente su cinturón, dejándolo caer a un lado de la cama. La tensión en el ambiente era insoportable. El bulto en su pantalón ahora era visible, y verlo hizo que Paola dejara de respira
Unas horas después de salir de la mansión, Paola tomó un taxi rumbo a la prestigiosa escuela de sus hijos. Era una institución elitista, donde solo los niños de las familias más ricas de la ciudad estudiaban. Al llegar, fue recibida por una maestra que estaba a cargo de los pequeños, quien la sorprendió con una noticia alarmante.—Un hombre vino a recoger a los niños—dijo la maestra con tranquilidad.¿Un hombre? El corazón de Paola casi saltó de su pecho. ¿Elizabeth la había traicionado? ¿Le había dicho a Dereck que planeaba irse?El pánico la envolvió mientras intentaba racionalizar. Si Dereck había descubierto que los niños eran suyos, todo estaba perdido. En un impulso, salió corriendo de la escuela y casi abordó otro taxi de regreso a la mansión. Sin embargo, una posibilidad cruzó su mente: ¿y si no era Dereck?Aunque había un noventa por ciento de probabilidades de que fuera él, Paola decidió regresar a la escuela para obtener más información. Al llegar, interceptó a la maestra c
Paola prefería no pensar en el resultado... al menos por ahora. Debía mantener la compostura. Sus hijos estaban en el hospital y necesitaba verlos, pero antes de que pudiera dar el primer paso hacia el laboratorio, Danny volvió a aparecer frente a ella con la misma seriedad de siempre.—Tienes que seguirme para encontrarte con el Sr. Dereck —dijo con firmeza.Paola suspiró profundamente y asintió. Su corazón latía con fuerza mientras sacaba su teléfono y enviaba rápidamente un mensaje a Elizabeth:"El plan cambió, Elizabeth. Mis hijos están en el hospital B, en el departamento de ADN. Por favor, dile a la Sra. Nathalia que venga a reclamarlos. Yo no puedo ahora, gracias, señora."Envió el mensaje y guardó el teléfono en su bolso, su mente dividida entre el temor por lo que le esperaba con Dereck y la creciente desesperación de no haber visto aún a sus hijos.Lucas observó la escena desde la distancia, con una mirada desconcertada y un dejo de satisfacción en su expresión. Paola sintió