El encargado abre la puerta de nuestro privado y después de entregarnos el menú, lo revisamos y hacemos nuestro pedido dejándonos solos casi al instante.—¿Qué es lo que quieres decirme?—Primero, que hoy te ves más hermosa que de costumbre —comento, tomando su mano sobre la mesa y dejando un pequeño beso en sus nudillos.—¿Acaso me quieres engatusar para más tarde colarte entre mis piernas?—¿Fui muy obvio?—Bastante.Me acerco a besar su cuello y cuando escucho cómo su respiración se agita un poco, me alejo de ella.—En la casa continuamos, ahora quiero contarte algo que no pude hacer el otro día debido a que me interesaba más que supieses lo que sucedió en la gala.—¿Es algo malo? —me cuestiona con el ceño fruncido.—No —acaricio sus labios y después de dejar un beso en su mejilla, suelto un suspiro—. Ayer me dijiste que yo fingí por mucho tiempo ser gay y en realidad no fue así, bueno no fue por gusto.—¿Cómo que no fue por gusto?—Tú le diste la idea a Marcello de correr ese rumo
ReyyanLos siguientes días conviviendo con Alexandros han sido realmente memorables, ya que ha cambiado demasiado conmigo y todas las tardes llega temprano a casa, ya sea para ver una película juntos, salir por un helado o cumplir alguno de mis antojos y por qué no, muchas veces solo para colarse entre mis piernas.Algunas veces lo observo, preguntándome en qué habría pasado si su tío y Marcello no hubiesen elegido por nosotros y ese día ninguno de los dos hubiese tomado, y aunque en un principio me arrepentía de lo que sucedió entre nosotros, lo cierto es que ahora ya no me imagino sin mi bebé y sin ese hombre que con cada día que pasa nos demuestra cuanto nos ama.[…]Me remuevo en la cama y como una costumbre de medianoche, mi estómago comienza a gruñir, obligándome a despertar y por ende, despertar al hombre que duerme a mi lado.—¡Alexandros! —susurro cerca de su oído—. ¡Alexandros! —insisto cuando veo que no se mueve y que, por el contrario, duerme profundamente hasta con la boc
Una de las enfermeras vuelve a tomar a nuestra bebé y cuando me informan que debo de salir en lo que las preparan para subirlas a su habitación, salgo a la sala de espera y aprovecho para hablar con Aaron y avisarle que ya nació nuestra bebé, así como si él puede contactar a sus padres para darles la noticia.También me comunico con Gianluca, quien me asegura que en cuanto pueda vendrá a conocer a nuestro bebé y después de una breve lucha interna, hablo con mi tío para darle la buena noticia.Cuando por fin me dejan subir, abro la puerta y me encuentro con una de las enfermeras, acomodando la cuna de nuestra bebé.—¿Cómo está mi mujer y mi bebé? —la cuestiono después de saludarla.—Las dos están bien. Su esposa se quedó dormida poco antes de subirla y la bebé tiene poco que despertó, ¿desea cargarla? —me cuestiona con una pequeña sonrisa.—S-sí.Con mucho cuidado la saca de la cuna y me la entrega, envuelta en una cobijita.—Me retiro, si necesitan algo pueden apretar el botón de aquí
AlexandrosObservo a mi tío quien a su vez hace lo mismo con el pequeño bulto que se mueve entre los brazos de Reyyan y cuando su mirada se pierde entre esos pequeños bracitos que se estiran, me parece ver una lágrima rodando por su mejilla.—¿Puedo pasar? —nos cuestiona en un murmullo, dirijo mi vista a Reyyan y cuando ella asiente lentamente mi tío se anima a entrar—. Antes que nada, deseo disculparme por lo que les hice en esa gala, ahora comprendo que no estuvo bien y lamento no haber pensado en ti Reyyan. Espero algún día puedas disculparme y permitirme formar parte de la vida de su bebé, comprenderé si me quieren lejos…—Y-yo, ya lo he perdonado —musita Reyyan estirando su mano para tomar la de mi tío.Me entrega las cosas que trajo para ellas y con unas cuantas lágrimas en sus ojos acepta la mano de Reyyan.—L-lo siento mucho, en verdad sé que me porte muy mal, sobre todo contigo.—Ya no se preocupe por eso. Todo ha quedado en el pasado, todos actuamos mal y las segundas oportu
Semanas después —¿Por qué vamos a casa de mis padres? ¿Acaso quieres ganártelos después de robarme como a novia de pueblo? —¿De dónde sacas eso? —me cuestiona, chasqueando la lengua—. ¿Qué significa eso de novia de pueblo? —inquiere con interés. —Por qué luces muy nervioso, casi podría jurar que estás transpirando. Es una frase muy común en México. —¿Viviste en México? No lo sabía. —No sabes muchas cosas sobre mí Alexandros, así como yo tampoco sé mucho sobre ti, pero no, no viví en México. Mi mamá es en parte mexicana, musulmana e italiana, así que nos criamos con muchas costumbres mexicanas. —Eso no me lo esperaba. —Y regresando al tema, ¿te quieres ganar a los suegros? —insisto con una pequeña sonrisa. —N-no, pero tus padres no han podido conocer a nuestra bebé y creo que ya es tiempo de que la conozcan y sí, también me los quiero ganar —murmura cuando lo observo con los ojos entrecerrados. —Lo sabía, pero tienes razón, Alessia debe de conocer a sus abuelos, ¿verdad mi amo
Dos años después —¿Por qué te sigues negando a casarte conmigo? —me cuestiona Alexandros, dejando los cubiertos y mirándome fijamente. —¿Es en serio que estás preguntando eso frente a Casandra? —inquiero bastante molesta. No puedo creer que insista después de lo que sucedió en la madrugada. —Sí, ¿qué tiene de malo? —¿En verdad quieres que te responda frente a ella? —insisto, chasqueando la lengua. —Sí, no tiene nada de malo —lo observo con los ojos entrecerrados, pero dado que él insistió, limpio mis labios y sonrió al saber que muy pronto se arrepentirá de haberlo preguntado. —Aceptaré casarme contigo cuando dejes de pedirlo mientras tenemos sexo, ¿contento? —suelto de golpe y sin dejar de sonreír al ver cómo se ha puesto casi morado. —Mejor si déjanos solos, Casandra y puedes llevarte a Alessia, por favor. La mujer mayor, sin musitar ni una sola palabra, toma a nuestra hija y sale corriendo, despavorida del comedor. —¿Por qué dijiste eso frente a ellas? —Tú insististe. Ade
Alexandros El lunes por la mañana me apresuro a la oficina de Marcello y cuando su novio me permite pasar, mi amigo me lanza un breve vistazo y continúa leyendo unos documentos. —¿Qué te sucede? —me cuestiona en cuanto tomo asiento. —Tengo un problema. —¿Qué clase de problema? —Reyyan está molesta conmigo. —Eso no es una novedad, y además ya lo sabía. —¿C-cómo es que lo sabes? —Mi amazona le contó a mi Gian. Antes de que le pregunte que es lo que le dijo, tocan a su puerta y en cuanto Marcello les permite pasar, Gianluca aparece con el ceño fruncido. —Señor De Santis, necesito que firme esto —le tiende algunos papeles y cuando Marcello los toma trata de sonreírle a su novio, sin embargo, este lo ignora. —Aquí tienes corazoncito —musita Marcello, con un tono meloso, nada típico de él. Gianluca, por su parte, los toma y antes de salir de su oficina lo fulmina con la mirada. —Vaya, que está enojado contigo. Hasta yo sentí sus deseos por ahorcarte. —Todo es por tu culpa, ere
Después de más de un día de viaje por fin llegamos a nuestro destino, tomo la mano de Reyyan y subimos al auto que nos llevará hasta donde nos hospedaremos los siguientes días.—Todo aquí es muy hermoso —comenta emocionada, bajando la ventanilla y permitiendo que la brisa le dé en la cara.—Me alegra que te guste y espera a que veas nuestro destino final.Regresa a su asiento y recarga su cabeza en mi hombro, entrelazando su mano con la mía. Al cabo de unos veinte minutos el auto se detiene, nos bajamos y subimos a una enorme lancha que ya espera por nosotros.Después de otro pequeño viaje, llegamos a un hermoso hotel compuesto de unos cuantos bungalows. Nos dirigimos al principal, donde nos atiende una pareja rusa un poco mayor y cuando el hombre toma nuestras maletas, nos indica que lo sigamos.—La mujer es muy hermosa —susurra Reyyan, girando su rostro, para lanzarle una breve mirada a la mujer rubia de ojos azules que permanece detrás del mostrador—. Casi podría jurar que parece u