Dos semanas después.
Las hermanas estaban sumamente concentradas en la decoración del pastel de su abuela. Cyia untaba merengue a los lados y Mia colocaba flores comestibles de color lila en el centro del pastel.
Ambas estaban absortas en la felicidad de vivir ese día junto a su abuela, ochenta años de pura salud y vida. Su única figura materna desde cierto tiempo, quien calmaba sus fiebres con trapos mojados sobre sus frentes, quien eliminaba sus gripes con guarapos de malojillo, toronjil y gotitas de limón. Quien celebró sus graduaciones del colegio y estuvo con ellas en la primera comunión y la confirmación, esperanzadas de que la viejita no masticara todavía el agua para cuando una de ellas se casara. Esa mujer de manos mágicas que preparaba una comida tan deliciosa que n
Era domingo, así que Mia y su nana decidieron pasar tiempo juntas al darle amor a la flora de su pequeño hogar. Gertrudys removía la tierra mientras Mia cortaba la maleza de algunas plantas en lo que conversaban sobre la infancia del padre de las hermanas. Cyia estaba en el mercado comprando cosas para llenar la despensa.—Bueno, una vez estábamos en la finca de mi hermana Juana —comenzó a contar una de tantas anécdotas —en Tijuana. Tu padre tenía siete años, yo estaba ayudando a bajar unos mangos para un jugo y Gregorio —el padre de las hermanas —salió corriendo, me dijo "Mami, ven a ver este nido de mariposas" y cuando fui, era una mata de plátanos. Él creía que las mariposas salían del racimo cuando está morado porque normalmente se la pasan ahí —ambas rieron—. Mi hermana lo molestó con eso hasta que tenía como quince años.—Me imagino la vergüenza cuando supo la verdad.Ella se adentró a la c
Los viajes en bicicleta se habían vuelto una rutina agradable para la pelirroja y el del cabello castaño en el último mes, su conexión era digna de envidiar por parte de otros amigos, puesto que sin llevar más de noventa días conociendose, el lazo que los unía era impenetrable.Es cierto eso de que no es el tiempo, sino la persona. Por eso existe el amor a primera vista.Cuando estaban juntos, se sentían en una cápsula más fuerte que una sed de venganza, el entorno a su al rededor se dispersaba, el mundo se ensordecía, pues lo único audible para el sistema de audición de ambos, era el sonido de sus propias voces, y las facciones de sus rostros el único campo de visión que importaba.Mia comenzaba a sentir por el chico de lentes algo que comenzaba a romper las barreras de un simple cariño nato.Eliot creía estar profundamente enamorado de la chica de las pecas, eso se lo metía en la mente c
La noche del sábado por fin había llegado. La pecosa se veía algo insegura en el espejo de su peinadora. Se había colocado el vestido dorado que le prestó su amigo la tarde anterior, su nana la había ayudado a atarse el cabello en una cebolla perfecta, pero dejando dos mechones sueltos a los lados de su frente.No sabía si se veía bien así, o si le faltaba algún otro detalle. En ese momento la vida le estaba comenzando a pasar factura por no tener amigas que la maquillaran. Aunque en parte eso la tenía sin cuidado, tenía a Eliot y no necesitaba nada más.Suspiró, pasando sus manos por la seda de dorada que se aferraba un poquito a su cintuta, haciendola lucir como una muñequita. Su calzado de basaba en unas zandalias de tacón pequeño con piedrerías brillantes que le había regalado su hermana como dos años atrás y hasta entonces no se había presentado la oportunidad de lucirlas. Estaba conforme con su aspecto del cuello h
—Vianka era la hermanastra de Eliot, su mirada era tan empática que daban ganas de ver sus ojos toda la vida. Era muy hermosa, su cabello era largo y lacio de color cobrizo, tenía una contextura delgada. Sus carcajadas iluminaban al mundo —Bea relataba la historia con ciertas pausas mientras se acariciaba el nacimiento del cabello—. Era tan mágica que nadie quería ir a ningún sitio si no estaría ella, echizaba de buena manera a todo aquel que la conociera.»Salíamos a pasear todos los fines de semana, y cuando no, nos reuníamos aquí en mi habitación para hablar de cualquier tema. Éramos felices. Un día un compañero de trabajo de mi papá vino a reunirse con él y lo acompañaba su hija Pipper, a Vianka y a mí nos cayó bien apenas la conocimos; atrevida, extrovertida, divertida, bromista, muchas cosas la caracterizaban. Le gustó a Eliot desde el primer instante en que lo vio, pero a él no le interesaba Pipper, sino cierto e
La primavera había comenzado a recoger sus colores, dejándole el camino libre al irradiante sol del verano para que alumbrase todo a su paso, y junto a esa nueva estación; venía consigo el sentimiento de amor sembrado en los pechos latentes de dos amigos que comenzaban a desear ser mucho más que eso.Mia se encontraba haciendo tarea de historia junto a su gato Vincent, recién había llegado del colegio, había decidido adelantar algunas páginas de su ensayo para tener un poco de tiempo para su sagrada lectura, esta vez, releía otro de los libros que su amada hermana le había obsequiado: La masacre de Nunca Jamás.Axael Velasquez lograba atraparla con cada verso de sus ejemplares.Era lunes, por ende habían pasado dos días desde la fiesta de su nueva amiga Bea Francis. Por más que la pelirroja intentaba prestar atención a su tarea, su mente se negaba a disipar al menos momentáneamente la historia de
El castaño y la pelirroja se quitaron los cascos y le dejaron la bicicleta a uno de los guardias encargados del lugar.—Espérame aquí —le dijo Eliot a la chica cuando vio una bodega cerca—, no tardo nada.Ella sólo asintió y se sentó al borde de una ámplia fuente que adornaba la entrada del sitio. Un letrero yacía colgado en el rocoso muro metamórfico, el letrero tenía especie de la silueta de un arco sobre las letras perfectamente hechas con molde y de color negro "El Eden" era lo que se leía, a su lado; una gran carrueta de madera barnizada con piedras medianas y metamórficas al igual que el muro. El suelo estaba adornado con granitos y pequeñas piedras igneas con minerales variados entre éstas.Mia desconocía completamente aquel sitio, pues no sabía que era un lugar turístico. Observaba las afueras del lugar, eran un m
semanas habían pasado luego de los sentimientos mutuos y revelados de Romeo y Julieta. Caminaban por el parque una tarde de junio con la compañía de su amiga Bea. El castaño estaba en el medio, sujetando las manos de ambas mientras transitaban por el sendero de concreto.—El profesor no había tenido chance de corregir los trabajos —Mia comentó sobre el silencio del trío—, saqué un diez. Creo que te cobré el haberte ayudado con la maqueta del sistema solar —soltó una exhalación de gracia y se aferró al brazo de su novio.—¿Eso te dijo? —inquirió Bea con una ceja levantada hacia el chico.—¿Qué? —cuestionó Mia, a la espera de recibir una pregunta más concreta.—¿Qué de qué? —interrumpió Eliot, soltando la mano de su amiga para hurgar en el bolsillo de su pantalón de chándal —Bea, traete unos refrescos y unos elotes que hay harta hambre —le tendió unos pesos, la chica le dio una mala mirada—. Anda, y te compras a
Abuela y nieta bebían tazas humeantes de café tranquilamente mientras esperaban que los tintes hicieran efecto en sus cabellos. Mia pensó que sería buena idea compartir alguna similitud con su nana, también estaría genial un pequeño cambio de imágen.—¿Ya pensaste en qué regalo le darás a Eliot, mija? —preguntó la mujer mayor, agarrando una galleta de canela junto a su café.Mia asintió.—Compré para hacer un pequeño picknick, le diré para ir a la azotea de su edificio a comer y pasar el resto de la tarde —alzó la comisura de sus labios—. Pensaba en ir al cine, pero a él le gustan las cosas simples, lo extravagante no llama su atención.—Ay, Mia Susej —la señora negó con la cabeza—. S