El coche se alejó, pero el corazón de Mariana no sentía alivio alguno; por el contrario, se sentía más pesado.La puerta de la casa se cerró. Mariana vio salir a Walter. Su ceño fruncido y su expresión facial dejaban claro que no estaba de buen humor.Seguramente se sentía frustrado, habiendo sido despertado por esos dos ancianos que entraron llorando, arrodillándose y suplicando. Llevaba puesta una camiseta de cuello alto negra, pantalones oscuros y un abrigo de lana colgado del brazo.Mariana lo miró y de repente dijo: —Vamos a ver a Jimena.Walter la miró de inmediato. ¿A quién?Al percibir la incredulidad en los ojos de Walter, Mariana aclaró con calma: —A Jimena.Walter apretó los labios, rechazando la idea: —No quiero.Solo ver a esa mujer le provocaba dolor de cabeza. Recordar cómo lo habían engañado durante esos tres años lo hacía sentir aún más asqueado.Mariana preguntó: —¿Entonces voy yo sola?Walter se mostró descontento: —¿Es realmente necesario verla?¿Por qué de repente
Walter se detuvo en la puerta sin entrar. Mariana tampoco la llamó. En cambio, siguió a la directora hacia la habitación.Jimena estaba despierta, con los ojos rojos e hinchados, y lágrimas aún colgaban de su rostro. Su boca estaba incluso cubierta, lo que le impedía gritar.Al ver a Mariana, su cerebro pareció recibir un estímulo, y sus ojos se abrieron de par en par, como si quisiera matar a Mariana.Sus manos y pies comenzaron a moverse frenéticamente, pero no podía liberarse de las ataduras que la mantenían sujeta. Sus muñecas estaban sangrando, y al mirar a Mariana, sentía un hormigueo en el cuero cabelludo.Ella sentía odio. Sentía dolor. Pero en ese momento, no podía controlar nada, ni siquiera sus lágrimas. No quería llorar, pero no podía detenerse.Mariana se acercó a la cama, observando a Jimena, y una ola de emociones la invadió.Jimena ya no era hermosa; su cuerpo estaba lleno de moretones y su rostro tenía marcas de rasguños. Su cabello, que antes tanto le enorgullecía, ha
—Tus padres tampoco lo están pasando bien —Mariana comenzó lentamente.No sabía si Jimena podía escucharla. —Jimena, tus padres te ocultan un secreto.Jimena abrió los ojos. La miró con desdén, llena de hostilidad.Mariana esbozó una sonrisa y se dio la vuelta para irse.Jimena estaba furiosa. Dijo que sus padres tenían un secreto, pero no lo revelaba. ¿No era eso intencional? ¡Era simplemente odioso mantenerla en la incertidumbre!Cuando Mariana llegó al pasillo, Walter ya no estaba.Una enfermera le recordó: —El señor Guzmán dijo que la espera en la sala de recepción, señora.Mariana asintió en agradecimiento y bajó con la directora para buscar a Walter. Él estaba tomando té.Mariana pensó en la situación de Jimena arriba y luego miró a Walter en ese momento, y no pudo evitar expresar su asombro.—Señor Guzmán, de verdad tienes un corazón duro.Ahora, ¿acaso la actitud de Walter no era la misma que había mostrado antes hacia ella?—Lo que se merece —respondió con frialdad.La directo
Si no se sentaba en el asiento del copiloto, él no iba a conducir. Y tampoco podría bajarse.Estaban tan lejos del centro de la ciudad que no habría un coche que pasara pronto. Si Mariana quería volver, solo podía acomodarse en el asiento del copiloto.Mariana sabía que había perdido la batalla, así que no tuvo más remedio que bajar y ocupar el asiento junto a él.—¡Vamos! —dijo Mariana, molesta.Walter sonrió; era bastante fácil manejar a Mariana, solo dependía de su voluntad.Condujo con suavidad, a un ritmo tranquilo.Mariana miraba su teléfono, revisando mensajes en Twitter. Eduardo había dado una entrevista hoy, donde admitió que el Grupo López estaba en caos, y varias fábricas habían detenido su producción. Walter le había robado un lote a Eduardo, lo que le había causado un gran impacto.Al mencionar a Jimena, la expresión de Eduardo se volvió fría, y su asistente empujó a los periodistas, indicando que no podían hacer comentarios sobre ese tema.Eduardo entró al edificio de ofi
El niño estaba cubierto de sangre. Mariana no podía soportar ver una escena así.Se agachó rápidamente y le preguntó: —¿Qué le pasó a tu papá?—Cuando se abrieron las puertas del ascensor, un señor entró, y yo no sé... —El niño sacudió la cabeza, aunque parecía muy asustado, su forma de expresarse era bastante clara.Mariana no hizo más preguntas, solo asintió y dijo: —No te preocupes, tu papá está bien.¿Es posible que alguien pueda perder tanta sangre en un lugar como este, un hospital? Mariana no podía evitar sentirse incrédula.Walter presionó el botón del ascensor para el primer piso, mientras Mariana le quitaba la ropa al hombre y la enrollaba para presionar sobre la herida.Cuando el ascensor llegó al primer piso, Walter fue a llamar a un médico de urgencias.El hombre fue llevado a la sala de emergencias, pero el niño se quedó en el mismo lugar, mirando a Mariana con sus grandes ojos llenos de lágrimas, luciendo muy triste.Mariana le acarició el cabello y le dijo con ternura:
Mantenerla viva ya era su mayor regalo. No importa si Fabio se arrodillaba ante él, ni siquiera si Jimena muriera frente a él, nunca podría perdonarla.Walter bajó la mirada y se frotó la frente con una mano, sintiéndose algo molesto.Mariana notó su estado de ánimo. —¿Qué pasa?—Estoy molesto, no es nada —Sacudió la cabeza.—¿Qué te molesta?—Mariana, sabes muy bien la respuesta —Walter miró a Mariana, sus ojos alargados eran profundos y serenos.—Pregunto porque no lo sé —Mariana sonrió.Al ver su sonrisa, Walter respondió con desgano: —La molestia no hará que recuperes tu corazón.Mariana hizo un gesto con la lengua. —¿Acaso soy imprescindible?—Sí, eres imprescindible.El ambiente se volvió silencioso. Mariana bajó la mirada, mientras Walter la observaba y preguntaba:—Entonces, si te casas conmigo, ¿realmente soy imprescindible?Mariana levantó la vista, recordando las palabras de Walter de hace años. Ella había insistido en casarse con él, incluso cuando él ya estaba con Jimena.
—No hablen de eso delante del niño.Mariana apretó los labios y, con firmeza, retiró su mano. Walter sintió cómo una profunda tristeza invadía su mirada.En ese momento, la puerta de la sala de emergencias se abrió. El niño saltó de inmediato, sin olvidar agarrar el brazo de Mariana, quien se levantó y se colocó frente al médico.—El paciente no tiene nada grave, solo ha perdido mucha sangre y está inconsciente. Pronto será trasladado a una habitación, y los familiares pueden ir a realizar el ingreso.Mariana asintió. —Entendido, gracias.No estaba muy preocupada, ya que había revisado la herida y sabía que no era nada serio.El niño miró a Mariana con curiosidad y preguntó: —¿Mi papá está bien?Mariana se agachó y lo abrazó con cariño. —Está bien. Pronto podrás ver a tu papá. ¿Cómo te llamas?—Me llamo Felipe —dijo, inclinando la cabeza y abrazando el cuello de Mariana, acurrucándose en su pecho, adorable.Mariana levantó una ceja, repitiendo su nombre: Felipe.—Qué niño tan bueno —So
Parece que lo ocurrido la última vez afectó bastante a Walter; ahora es muy cauteloso.Desde la habitación de la abuela llega una risa, es Nerea conversando con Abril. No se puede negar que Abril es una excelente nuera, una buena suegra, una gran esposa y una madre excepcional. Ella es, sin duda, la que más se esfuerza en la familia Guzmán.Walter empujó la puerta de la habitación. Se suponía que debía haber venido a visitar a la abuela por la mañana, pero después de tanto ajetreo, ya era la tarde.La abuela había terminado su almuerzo y ahora estaba tomando el sol, disfrutando de unas frutas.Al ver a Walter, no mostró sorpresa alguna; simplemente continuó comiendo, sin pronunciar una sola palabra, hasta que notó que había alguien más detrás de él.Cuando oyó la voz de Mariana, los ojos de Nerea brillaron de inmediato.—¡Es Mari! —exclamó Nerea, sorprendida.¿Cómo era posible que Mariana viniera con Walter?Walter sintió un leve fastidio. Al ver a Mariana, parecía que la abuela la tra