Capítulo 61
Jacob nunca supo cómo lidiar con la anciana, así que decidió cambiar de tema y preguntó: —Bueno, ¿ya llegó Walter?

Nerea, al escuchar eso, se enfureció y replicó entre dientes: —Todavía no. ¡Quién sabe dónde diablos andará!

Jacob se rascó la cabeza y soltó una risa torpe, mientras Mariana suspiró con resignación, lamentando lo poco que Walter importaba para su abuela.

Jacob se dio cuenta de la incomodidad y aplaudió. El mayordomo, que estaba detrás de él, entendió la señal y se acercó rápidamente. —Abuela, este es el regalo que escogimos especialmente para ti. Esperamos que te guste.

La familia Díaz le había concedido un colgante de jade nefrita, tallado a mano con una figura vívida de Jesús.

Mientras se revelaba el regalo, las luces resplandecían sobre él, haciéndolo brillar de manera deslumbrante.

—Abuela, le deseamos buena salud, una larga vida y que Dios la bendiga —dijo Jacob mientras le ofrecía el regalo con ambas manos.

Nerea, al ver el colgante, se quedó encantada y no dejó de
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