A pesar de su extrema ansiedad, Jimena trató de aparentar calma, levantó la barbilla y respondió: —¡Está bien, adelante! Este loto nevado me costó cien millones de dólares, ¿cómo va a ser falso? Además, lo seleccioné cuidadosamente como regalo para la abuela, ¿cómo podría atreverme a usar una falsificación?Dicho eso, arrojó bruscamente su bolso a un lado y tomó una silla cercana para sentarse, mostrando una actitud de despreocupación, como si no temiera ninguna verificación.—Pero, Mariana, si hoy me acusas falsamente, ¡ni siquiera arrodillándote y pidiendo perdón te perdonaré! —continuó ella, con los dientes apretados.¡No se dejaría intimidar! ¿Con qué derecho Mariana cuestionaba la autenticidad de su loto nevado?—¿Y si no te acuso falsamente? —Mariana inclinó la cabeza y preguntó sonriendo.Jimena se burló y, señalando los tacones de Mariana, replicó: —Entonces, ¡me arrodillaré y te limpiaré personalmente los zapatos!Sus palabras provocaron un alboroto entre la multitud, quienes
Todos asintieron en señal de acuerdo al escuchar esas palabras.«Una mujer cualquiera que se casó tan joven...»Esa frase resonaba en los oídos de Mariana, como el zumbido de un mosquito, irritándola cada vez más.—Casi me dejé engañar, de verdad pensé que el loto nevado de la señorita López era falso.—¡Mejor agarra tu rosa y lárgate de una vez!La multitud empezó a alborotarse de nuevo, lanzando comentarios sarcásticos y crueles hacia Mariana sin piedad.Cada palabra hiriente era como una nube oscura que la aplastaba, casi asfixiándola.Se había contenido porque no quería incomodar a Nerea, pero ellos tomaron su concesión como una excusa para pensar que era débil y fácil de intimidar.Siendo así, tendría que demostrar personalmente cuál loto nevado era el verdadero.Mariana arrebató el detector de las manos de Yahir, y con la cabeza en alto, caminó hacia su loto nevado en medio de las risas burlonas de la multitud.—Mari... —Abril la llamó en voz baja, con preocupación en su mirada.
Al escuchar eso, Nerea fijó su mirada en Jimena, y las dudas empezaron a surgir en su mente: «¿Me regaló un loto nevado falso porque me desprecia?»Jimena se puso aún más pálida, sacudiendo enérgicamente la cabeza y tratando de defenderse: —Abuela, no les haga caso. Nuestra familia siempre ha sido leal a los Guzmán, y yo la respeto muchísimo. ¿Cómo le iba a regalar algo falso?Soñaba con casarse con Walter, ¿cómo iba a despreciar a su familia?Mordiéndose el labio, señaló el dispositivo de Mariana y gritó: —¡Mi loto nevado es auténtico, no puede ser falso! ¡Debe estar fallando el aparato que trajo!Así era, el dispositivo debía estar defectuoso.Si ni siquiera ella pudo conseguir el verdadero loto nevado, ¿cómo podría Mariana, esa inútil, haberlo hecho?Pensando en eso, Jimena miró a Mariana y la acusó en voz alta: —¡Seguro que manipulaste el dispositivo!Preferiría morir antes que aceptar que esa mujer había conseguido el verdadero loto nevado. Esos días había estado presumiendo delan
Hernán miró a Jimena y le preguntó: —Señorita López, ¿cuál es el que trajiste?Había visto en las noticias que los López planeaban regalar el legendario loto nevado a Nerea para su cumpleaños, algo que había causado un gran revuelo.Jimena, orgullosa, señaló el ginseng de inmediato.Hernán sólo le echó un vistazo y se quedó pasmado.¿Eso no era... ginseng?Observó la planta y no pudo evitar reír.Los invitados fijaron sus miradas en él y, al escuchar su risa, comenzaron a murmurar como si hubieran captado algún tipo de señal misteriosa: —¡Parece que el loto nevado de la señorita López es el verdadero!—¡Qué injusto! Se esforzó tanto en preparar el regalo y al final fue acusada sin razón.Jimena escuchó esos comentarios y sintió un nudo en la garganta, con lágrimas de frustración a punto de brotar. No había derramado ni una lágrima cuando la multitud dudaba de ella, pero ahora que la reconocían, no podía evitar las ganas de llorar.Sin embargo, las siguientes palabras de Hernán fueron c
Mariana tuvo una idea, se acercó a Abril y, fingiendo ser compasiva, persuadió amablemente: —Mamá, ¿por qué no lo dejamos así? Sólo estaba bromeando. Tal vez la señorita López de verdad fue engañada.—¿Dejarlo así? ¡Esto no puede quedar así de fácil! ¡Tiene que aceptar las consecuencias! —rechazó Abril con firmeza.¿Cómo iba a permitir que Mariana fuera humillada en una fiesta organizada por la familia Guzmán? Además, esa zorra de Jimena siempre estaba seduciendo a Walter y causando problemas en su matrimonio. ¡Hoy, se aseguraba de darle una lección dura a esa desgraciada!Viendo la determinación de Abril, Mariana miró a Jimena y se encogió de hombros con resignación, indicando que no podía hacer nada.Por primera vez, encontró divertido fingir ser inocente.Jimena, por su parte, tragó saliva con nerviosismo y apretó su vestido.Arrodillarse y limpiarle los zapatos a Mariana en una ocasión así era igual de humillante que ser desnudada en plena calle.¿Aceptar las consecuencias? ¡Eso er
Abril avanzó decididamente, colocando a Mariana detrás de ella, y regañó: —¡Walter, ¿qué demonios estás haciendo aquí?! No sabes nada de la verdad, ¿cómo puedes acusar a Mari así nada más?—De cualquier manera, ella hizo que Jimena se arrodillara frente a toda esta gente, ¡eso estuvo mal! —replicó Walter, con una voz llena de rabia, como un volcán a punto de estallar.Mariana lo observó, y en sus ojos, no vio más que desprecio, como si en ese momento, él no pudiera soportar su presencia más que nunca.Ella bajó la cabeza mientras en su interior brotaba una amargura indescriptible, que poco a poco se intensificaba hasta convertirse en un dolor profundo y desgarrador.Nunca la había defendido ni confiado en ella con tanta firmeza. Pero ahora, por Jimena, no dudaba en insultarla y regañarla sin piedad.—Walter… —llamó Jimena con los ojos enrojecidos, con cautela. Ahora que tenía a Walter de su lado, sus lágrimas caían como perlas rotas, mostrándose extremadamente afligida.Se había enfren
Al escuchar eso, los ojos de Walter se llenaron de sorpresa y desconcierto. Sabía que el comportamiento reciente de Mariana había sido un poco desquiciado, pero no esperaba que dijera algo tan impactante.—Mariana, ¿sabes lo que estás diciendo? —preguntó, dando un paso adelante y apretando fuertemente su muñeca.Mariana mordió su labio inferior, sintiendo el dolor intenso en su muñeca. Podía percibir claramente la fuerza de sus dedos, fruto del enojo por lo que ella había dicho: «quiero que muera».Si Jimena realmente muriera, ella tampoco lo pasaría bien.Levantó la cabeza hacia el hombre que una vez amó profundamente, pero el amor en sus ojos había desaparecido sin dejar rastro, sustituido por una fría indiferencia.Ella solía pensar que si algún día su amor por Walter se desvanecía, su vida perdería todo su sentido. Sin embargo, ahora se daba cuenta de que no amarlo la hacía más vibrante y colorida.Sonrió ligeramente, sus ojos brillando con astucia. De repente, enganchó sus dedos e
Sin embargo, Jimena agarró bruscamente el brazo de Mariana y le preguntó: —¿Estás contenta ahora?Mariana tuvo que detenerse y mirarla, pensando para sí misma: «No es de extrañar que Walter se haya enamorado de ella, hasta sus preguntas son iguales.»—¿Tantas ganas tienes de ver mi desgracia, verdad? —insistió Jimena, mirándola con odio y rechinando los dientes.Mariana le apartó la mano sin miramientos y respondió: —Engañar a la abuela con un loto nevado falso ya está mal en sí. Si temes que te ridiculicen, entonces no traigas cosas falsas.Al escuchar eso, Jimena se enfureció y gritó: —¡El verdadero está en tus manos! ¿Por qué no me lo dijiste antes?Si Mariana hubiera confesado antes, ¿habría hecho el ridículo de esa manera?Mariana soltó una risa sarcástica y, con tono burlón, replicó: —Tú nunca me preguntaste.Jimena se quedó sin palabras porque era verdad. Cada vez que se encontraban, ella presumía de haber conseguido el loto nevado, sin preguntarle nunca al respecto. Después de