Capítulo 30
—No olvides que eres la nuera de la familia Guzmán. Tú no te avergüenzas de ello, ¡pero yo sí! —gritó Walter entre dientes, frunciendo el ceño.

Por lo demás, si esa locura llegara a oídos de la abuela, ¿no sería imposible seguir ocultando su divorcio?

Entonces, ¡de ninguna manera permitiría que ese circo sucediera bajo su nariz!

—Te la pasas con tu amante delante de todos y ni te avergüenzas, ¿pero yo besar a otro hombre sí es vergonzoso? —espetó Mariana, con un aura dominante.

Walter se quedó sin palabra por un momento. Con la mirada feroz clavada en ella, ejerció más fuerza en su agarre y, bajando la voz, la advirtió: —Mariana, te estoy ofreciendo una salida elegante. ¡No seas necia!

¿Acaso realmente quería besar al mesero?

Mariana notó su enojo y lo encontró sumamente irónico. —¿De verdad me estás dando una salida, o te estás asustando?

Diciendo eso, estudió detenidamente el rostro guapo de Walter, que en ese momento estaba tan oscuro como un día de lluvia.

Walter frunció el ceño, e
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