Capítulo 285
Simón llevó a Jimena al hospital y llamó a dos guardias para que la acompañaran afuera de la sala de emergencias.

Jimena lloraba mientras maldecía: —¡Simón! ¡Maldito perro! ¿Por qué eres tan obediente con él?

Simón se detuvo un momento al cerrar la puerta. Miró hacia la sala de emergencias y su expresión se ensombreció gradualmente.

La puerta se cerró con un golpe. Los sollozos y los insultos de Jimena quedaron aislados.

Simón salió del hospital y envió un mensaje a Walter: —Señor Guzmán, todo está bajo control.

Después de la lluvia, el cielo en Yacuanagua era de un negro profundo y el aire, extremadamente fresco.

Simón se disponía a irse en su coche cuando vio detenerse un vehículo penitenciario al lado.

Pronto, bajaron dos personas uniformadas y personal médico salió corriendo de la sala de emergencias.

Uno de ellos estaba en medio de una llamada, diciendo: —Hemos llegado.

Justo cuando esa persona iba a entrar a la sala de emergencias, Simón de repente llamó: —¡Julio!

—Vaya, señor Ga
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