La noche siguiente, Mariana llegó puntualmente al lugar de la cita, Abrazo Culinario, como se había acordado.Hoy llevaba puesto un vestido corto blanco fuera del hombro, que la hacía muy sensual. Se quedaba parada frente a la entrada del restaurante, con los brazos cruzados, observando los vehículos que iban y venían.—¿Eres la señorita Chávez? —de repente, sonó detrás de ella una voz masculina familiar.Mariana se giró y, al ver al recién llegado, se quedó en shock.—¿Señor Serafín? —exclamó asombrada.¿Su cita a ciegas resultó ser Serafín? No era de extrañar que su padre estuviera tan emocionado aquella noche cuando se había enterado de que ella había salvado al señor Holgado.El hombre sonrió al verla tan conmocionada. Su porte era elegante y refinado, desprendiendo un aire amable.—Sí, soy yo.Se mostró muy caballeroso al abrirle la puerta, acompañarla adentro y apartar la silla para que se sentaraEntretanto, Mariana lo miraba con asombro constante.—¿Estás muy sorprendida? —preg
Al escuchar lo que dijo Jimena, Mariana le echó un vistazo a la sombría expresión de Walter y, de repente, tuvo una idea brillante.Sonrió y se acercó a Serafín, entrelazando su brazo con el suyo y levantando la vista para mirarlo. La luz del techo se reflejaba en sus ojos, haciéndolos aún más cautivadores. —Serafín, si incluso la señorita López dice que hacemos una perfecta pareja, ¿por qué no intentaríamos salir juntos?Serafín se quedó desconcertado por un momento y, de manera inconsciente, miró a Walter y Jimena. Al notar el rostro tormentoso del hombre, pareció comprender de repente lo que Mariana estaba sugiriendo.«Está bien, jugaré su juego.»Pensando así, él rodeó su cintura con el brazo y la atrajo hacia él. Su voz grave sonaba tan encantadora como un violonchelo. —Entonces, ¿quieres decir que estás de acuerdo con que te corteje?Mariana asintió mientras jugueteaba con su corbata, en una postura coqueta y traviesa.Serafín sonrió, luego se agachó hacia ella y susurró delibera
—Hoy los Holgados vienen a visitarnos por primera vez, ¿cómo puedes vestir así, Mari?—Mari, ¡hay muy poca fruta! ¡Ve a preparar más!—Mari, ¡date prisa! Estos jeans no lucen bien. ¡Ve y cámbiate por una falda!Catalina estuvo ocupada toda la mañana, pero aun así tuvo tiempo para señalar que la camiseta blanca y los jeans que Mariana llevaba eran demasiado informales.—Escucha a tu madre. Ve y cámbiate —instó Tobías mientras la empujaba suavemente, indicándole que fuera a cambiarse de ropa.¿Realmente su atuendo era tan inapropiado para la ocasión posterior?Mariana se paró frente al espejo y se miró, haciendo un puchero.«¿Acaso no luce bien? Pero creo que sí. ¡Me veo bien con cualquier cosa, hasta con un costal!»Justo cuando estaba a punto de subir a ponerse una falda, escuchó a alguien en la puerta exclamar: —¡Señora, los Holgados están aquí!Acto seguido, sintió que Catalina la agarraba del brazo. —No vayas. Ya llegaron.Y antes de que pudiera reaccionar, su madre la estaba llevan
—¡No, no! ¡Definitivamente yo invito!—Está bien, tú invitas... Oye, ya que no hay nada que hacer en casa, ¿por qué no vamos a jugar al golf? —propuso Tobías.Carmelo asintió de inmediato. —¡Claro, vamos! —exclamando, se volvió hacia Mariana y le preguntó— Mari, ¿sabes jugarlo?Ella negó con la cabeza. Sabía hacer muchas cosas, pero el golf era lo único que no podía dominar. Era algo que requería paciencia, y lástima que ella no la tuviera, aparte de cuando cortejaba a Walter.Carmelo se alegró mucho al enterarse de que ella no sabía. —No importa. Serafín es el mejor en golf. Deja que él te enseñe.Serafín asintió hacia ella y dijo: —Si estás dispuesta.Lo contento que estaba Carmelo le dio a Mariana vergüenza de rechazarlo, temiendo a estropear la diversión, así que aceptó.El campo de golf más grande de Yacuanagua estaba en las afueras, por lo que Serafín tuvo que llevarlos en coche.Durante el trayecto, Tobías y Carmelo se pusieron al día, disfrutando de su animada conversación.Mar
Ese día, Walter iba vestido de gris, lo que le confería una apariencia enérgica, aunque no carente de estabilidad. Sin embargo, el momento en que vio a Mariana, frunció el ceño de inmediato. Entonces, su mirada se dirigió a Serafín, quien estaba detrás de ella, sosteniendo sus manos mientras le enseñaba a jugar al golf, y su expresión se volvió sombría al instante.Jimena, por su parte, jadeó sorprendida, pues no esperaba encontrarse con Mariana y Serafín allí.¡Ella sólo quería disfrutar de un tiempo a solas con Walter!Por otro lado, Serafín soltó a Mariana y retrocedió unos pasos para ponerse a su lado.—Qué coincidencia —Walter habló primero, con un tono de sarcasmo en su voz.A pesar de su ironía y desagrado, Mariana se inmutó y simplemente respondió: —Así es, señor Guzmán, nos encontramos de nuevo.El uso de «señor Guzmán» hizo que la ira de Walter se desbordara en un instante.Pero Mariana ya no le prestó atención y se volvió hacia Serafín, sonriendo: —¿Continuamos?Walter entre
Notando la tensión en el ambiente cada vez más palpable, Jimena se apresuró a intervenir: —Walter, ¿por qué discutes con Mari siempre que la ves?Walter retiró su mirada con un gesto sombrío.Jimena forzó una sonrisa y volvió a persuadir: —Dicen que una vez que se casan, se forja un vínculo profundo. Aunque tú no sientes nada por ella, Mari es una chica de todos modos. ¿No podrías ceder un poco?Mariana rodó los ojos, sintiendo una gran aversión por sus palabras.¿No estuvo tratando de calmar a Walter? ¿Por qué se había dirigido de repente a ella, empezando a burlarse de ella?¿Qué quería decir con «aunque tú no sientes nada por ella»? ¿Acaso no sabía ella misma que Walter no la amaba? ¿Necesitaba que le recordaran eso?Esa mujer era verdaderamente desagradable.—Verán, ya que nos encontramos aquí, debe ser obra del destino. Mari, ¿por qué no jugamos una ronda? Y un reto para la perdedora, ¿qué te parece? —Jimena se acercó, preguntando amistosamente.Mariana soltó una risita burlona.
—¡Jimena, no te pases! —Serafín gritó furiosamente.Jimena le lanzó una ojeada y replicó con indiferencia: —¿Cómo se merece llamar reto si no es estimulante?Tras eso, movió la muñeca y le sonrió, aparentando ser muy ingenua.Serafín arrugó el ceño con fuerza, apretando lentamente el puño derecho. Rara vez interactuaba con Jimena en otros tiempos, ¡pero hoy había conocido lo irracional que podía ser la hija de los López!—Yo acepto.Mariana dio un paso al frente, parándose frente a Jimena y mirándola fijamente a los ojos.—Mari, puedes negarte —recordó Serafín en voz baja.Mariana sacudió la cabeza. No era alguien que temiera a los problemas, y ya que había aceptado, debía seguir adelante.—Es sólo un beso, ¿de qué hay que tener miedo? No es como si nunca hubiera besado a nadie —dijo despreocupadamente, aunque sus palabras parecían tener un doble sentido.Walter, con el ceño fruncido y el rostro sombrío, reflexionaba sobre lo que ella quería decir con eso.—Mariana —la llamó de repente
Pero la pelota, lamentablemente, seguía sin entrar en el hoyo.—Tranquila, no te apures —susurró Serafín a su lado, tratando de calmarla.Mariana asintió con una sonrisa dirigida hacia él.Esa sonrisa provocó un tirón en el corazón de Walter, pero pronto recuperó la compostura.¿Desde cuándo comenzaba a preocuparse por Mariana? ¿No debería estar concentrado en Jimena en ese momento?Mientras tanto, Jimena movió rápidamente su palo y logró meter la pelota en el hoyo. Cada movimiento fue preciso y ágil, dejando claro que era una jugadora experimentada que practicaba casi todo el año.Tratando de mantener su atención en ella, Walter aplaudió y exclamó: —¡Impresionante, Jimena!Al oír eso, ella se volteó hacia él y le lanzó un beso en el aire, sonriendo dulcemente. —¡Gracias, cariño!Mariana se esforzó por concentrarse, pero aun así escuchó las palabras de Jimena, que le provocaban náuseas.Hasta el final, sólo logró meter dos bolas.Jimena dejó caer el palo de golf a un lado, tomó un trag