Capítulo 198
—Oh, una paciente intentó aventarse y él la salvó —explicó Mariana mientras miraba la herida en su muñeca.

En realidad no era gran cosa, apenas un rasguño.

De repente, le vino a la mente la imagen de la mano de Walter llena de cicatrices, mucho más grave que la suya.

—Quiero decir, cuando subiste a mi coche, Walter te vio —añadió Serafín.

Mariana se quedó perpleja por un momento, luego giró la cabeza y lo miró antes de soltar una carcajada.

—¿Y eso qué?

Serafín, confundido, le preguntó: —¿De verdad ya no lo amas?

—Esa pregunta ya no importa —dijo ella, bajando la muñeca y mirando por la ventana.

¿Qué importaba si todavía lo amaba o no? Al final daba lo mismo: nunca obtendría el corazón de Walter. Entonces, ¿para qué atormentarse con eso?

Mariana estaba absorta mirando por la ventana, cuando de repente sus ojos brillaron y señaló hacia fuera: —Espera...

Un bullicioso pequeño parque apareció ante ellos, con una fuente en el centro y rodeado de gente.

Serafín entendió de inmediato lo que
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