La autoridad de Leo fue desafiada. Se dio la vuelta y, con un movimiento rápido, le dio una bofetada a Jimena en la cara. El sonido fue nítido.En un instante, el canal de la transmisión en vivo estalló en comentarios, la velocidad de las reacciones de los espectadores aumentó considerablemente.Hadya, que se dirigía hacia allí, sintió un escalofrío al ver a su hija golpeada. Apretó la mano de Fabio y las lágrimas no paraban de caer.—¿Me pegaste? ¿Estás loco? ¿Cómo te atreves? —gritó Jimena a Leo.Leo no respondió, solo miró a Jimena con frialdad, su mano derecha se cerró en un puño y, al segundo siguiente, le propinó otra bofetada.Nunca había visto a Jimena como una socia; para él, Jimena siempre había sido solo un chivo expiatorio.Con dos bofetadas, Jimena ya no se sentía bien. Las lágrimas caían por sus mejillas mientras sus dientes rechinaban.Mariana permaneció en silencio durante todo el episodio. Aunque era la persona secuestrada, parecía estar observando todo desde una dista
Mariana sonrió levemente, sintiéndose cada vez más tranquila y estable.Era el disparo de Marcos.—¡Maldita sea! ¡Me ha traicionado! —Leo se levantó rápidamente y se acercó a Mariana.Sus manos se apoderaron del brazo de Mariana justo cuando ella lograba desatarse las cuerdas de la espalda. Sin dudarlo, se liberó de Leo y levantó una silla, golpeándolo fuertemente en la espalda.Leo quedó aturdido, sorprendido de que Mariana hubiera logrado soltarse.Mariana se acercó a Leo, moviendo su muñeca, sintiendo que su cuerpo se relajaba un poco más.—Ahora que el juego ha terminado, es mi turno de hablar —sonrió Mariana, avanzando lentamente hacia Leo.Leo, sin perder la calma, debajo de la máscara de payaso, su rostro se tornaba cada vez más siniestro.Tres segundos después, los pasos de Mariana se detuvieron. La mano de Leo se levantó lentamente, y la bomba de tiempo roja en el cuerpo de Mariana comenzó a parpadear.—Mariana, si das un paso más, esto volará en pedazos. ¿Acaso quieres morir
Jimena parecía darse cuenta de que la bomba que llevaba iba a explotar. Con pánico, levantó la cabeza y se encontró de frente con la mirada de Mariana.Mariana frunció el ceño, con una expresión compleja. Se quitó la bomba de tiempo roja que tenía encima, y su dispositivo también comenzó a parpadear.—¡Leo, eres un despreciable sinvergüenza!—¡Alguien como tú está destinado a ir al infierno! —Mariana lanzó la bomba que tenía en las manos hacia el pecho de Leo.Leo, tranquilo, no mostraba preocupación; al contrario, empezó a jugar con la bomba en sus manos. Se rio a carcajadas, y la cámara capturó su sonrisa, un gesto casi enfermizo.—¡Va a explotar! —Alguien gritó.Mariana, de repente, entró en pánico, sin saber qué hacer. ¿Debía correr? ¿Podía escapar?¿Podía permitir que Jimena terminara muerta por una explosión? Parecía que no tenía el valor para aceptarlo.Pero en ese momento, se sintió impotente. Solo podía mirar a Leo.Leo yacía en el suelo, riéndose sin parar, como si estuviera
El entorno quedó en silencio. Era Yahir y su grupo quienes habían resuelto la situación.Alguien, asustado y temblando, se arrastró hasta donde estaba Leo, llorando: —¡Señorito Castillo, no... no podemos ganar!Leo lo pateó con desprecio, aunque no tenía fuerzas, era un inútil.La niebla comenzó a disiparse. El botón rojo en el cuerpo de Jimena dejó de parpadear frenéticamente.Mariana pensó que el botón en Jimena debía tener relación con ella. Cada movimiento que hiciera, el explosivo en Jimena se activaría.Muy bien, no podía ser de otra manera, era una bomba hecha en Ciudad de Fantasía.—Jefa... —Yahir se acercó a Mariana.Pronto, César, Yago y los demás aparecieron. Mariana los observó, sintiéndose más tranquila.Al mirar hacia la puerta, vio a Walter, derribando a un hombre.Se giró, con el rostro golpeado y su camisa blanca empapada de sangre.Mariana lo miró, recordando su respuesta decidida cuando enfrentó a Leo.Él la eligió. Por ella, haría lo que fuera.Quería creer que Walt
Mariana aún no había tenido tiempo de agacharse cuando sintió que alguien le agarraba el brazo y, de repente, la empujaban al suelo.Podía sentir claramente que alguien la cubría. Esa persona respiraba con dificultad, y su aliento era especialmente cálido a su lado.Mariana tomó suavemente el dobladillo de su camisa, reconociendo al que la protegía: Walter.Cerró los ojos, y su corazón, que estaba en vilo, encontró un pequeño respiro gracias a su protección.—¿Mariana, estás bien? —preguntó él, su voz resonando en su oído.Mariana asintió levemente, sin poder articular palabras, cuando de repente se escuchó un estruendo ensordecedor. Un estallido de luces brillantes iluminó el almacén, seguido de un fuerte rugido que resonó en sus oídos, y la abrasadora ola de calor se lanzó hacia todos.Un grito desgarrador atravesó el aire: era el lamento de Jimena.—¡Ay, duele! —exclamó ella.Mariana, mirando a través de una rendija, vio la situación de Jimena. Estaba rodeada por un torbellino de fu
—¡Mi hija!—¡Jimena!—¡Ah!El grito desgarrador de la mujer resonó en sus oídos.Mariana se dio la vuelta y vio a los policías y familiares que entraban a toda prisa.Hadya casi corría, desesperada por lanzarse sobre Jimena.Jimena yacía en el suelo, retorciéndose, hasta que, poco a poco, dejó de moverse.Ella siempre había estado observando a Mariana, pendiente de cómo se movían sus labios. Tal vez estaba tratando de decir un "lo siento", o quizás un "no puedo creerlo"...Pero todo eso ya no importaba. Así fue la vida de Jimena, una vida que ella misma eligió...Podría haber vivido en paz, ser la consentida de la familia López, la hermana querida de Mariana... Pero eligió un final así.—Jimena... —La voz de Hadya era desgarradora.La pantalla de la televisión seguía transmitiendo esta absurda tragedia. Los internautas observaban la escena, atónitos, incapaces de escribir una sola palabra. Creyeron que verían a Walter tomar una decisión, pero se encontraron con la imagen de Jimena sien
Walter parpadeó, sorprendido al ver a la mujer frente a él. Sin pensarlo, la abrazó por la cintura, acercándola a su pecho.—Gracias por amarme —dijo Mariana, envolviéndolo en un abrazo suave.—Mariana, quien debería dar las gracias no eres tú. Soy yo quien te agradece por elegirme con tanta determinación —respondió Walter, acariciando su cabello antes de mirar hacia Leo.Los policías no podían acercarse. Leo estaba en un estado de alerta total, todavía quería escapar. O quizás... estaba ganando tiempo, esperando que alguien de la Ciudad de Fantasía viniera a rescatarlo.—Yago, ¿has pensado en algo? ¿Qué hacemos con esto? —preguntó Yahir, sacudiendo el brazo de Yago.—¿Viste que se besaron? —comentó uno de ellos.—¡Estás loco! ¿En medio de todo esto todavía te importa si se besan o no? —respondió César, sin poder creerlo.En el otro extremo del auricular, Joaquín estaba confundido.—¿Eh? ¿Qué? ¿Quién se besó?—¡Dame el chisme! —exclamó Joaquín, ansioso.Lucía intervino: —¿No estás vien
La discusión entre todos era intensa. Así que hoy, el periodista iba a profundizar en el tema.—Señor Guzmán, ¿qué estaba pensando cuando empujó a la señorita Chávez? —preguntó.—¿Yo? —Walter frunció el ceño y sonrió—. No pensé en nada, solo quería que ella siguiera viva.—Pero en ese momento, la señorita Chávez tenía un dispositivo explosivo en el pie. ¿No le dio miedo? Al interponerse, ella también...—Habrá otros que la salvarán, no morirá —Walter respondió con sinceridad.El periodista se sintió frustrado al no obtener una respuesta impactante.Sin embargo, Walter reflexionó un momento y agregó: —Ella tiene que vivir, y lo mejor sería que yo también. Así podré recuperarla.El periodista se detuvo, sorprendido por la adición. Pero claramente, esta respuesta le parecía más interesante que la anterior.—Señor Guzmán, ¿cómo está su estado de salud ahora?Justo en ese momento, la puerta de la habitación se abrió. Era Mariana, que entraba con un ramo de lirios brillantes y su almuerzo en