—Voy a descansar arriba —Jimena no quería escuchar las críticas de los dos.Se levantó y subió las escaleras. Eduardo y Fabio la miraron marchar, suspirando.《¡La han mimado tanto en casa que no quiere escuchar nada malo!》Al regresar a su habitación, Jimena se tumbó en la cama, sin ganas de hablar.¡Ding!El teléfono sonó de repente.Jimena lo tomó; era Alvaro.Alvaro: [La señora Guzmán ha sido ingresada en el hospital.]Jimena se sintió confundida. ¿Otra vez en el hospital?Alvaro: [Acaba de suceder, parece que es un derrame cerebral, muy grave. Walter está en camino.]El rostro de Jimena se tornó más serio.Apretó el teléfono, mirando el mensaje de Alvaro. Pensó en lo que Walter le había dicho antes.Alvaro: [¿Walter te ha lastimado?]Jimena bajó la mirada.Alvaro: [Puedo darle una lección.]Jimena: [No lo toques.]Alvaro: [¿Aún lo proteges en este momento? Señorita, no seas tonta. ¡Él no recordará tu bondad!]Jimena sabía que no lo haría, pero ¿qué podía hacer en este momento?Alva
Agustín se sintió un poco más tranquilo al ver a su hijo llegar.Walter notó los hombros temblorosos de Agustín y le dio una palmada en la espalda. Luego miró al médico. —¿Cuál es la situación actual?—Los signos vitales de la paciente son muy débiles. Haremos todo lo posible.—¿Por qué ha sido tan repentino? —Walter no entendía.—Las complicaciones de un accidente cerebrovascular y una enfermedad cardíaca son así. Que la señora haya podido llegar al hospital ya es un gran logro. ¡Haremos nuestro mejor esfuerzo! —mientras hablaba, el director Liberto se disponía a entrar de nuevo.De repente, pareció recordar algo. —Espera, señor Guzmán.Walter levantó la vista. —¿Qué pasa?—Si no le importa… me gustaría que buscara a alguien. Podría ser más seguro.Walter no entendía, ¿a quién debía buscar?—A una famosa curandera en el sector, María —Liberto habló con seriedad.—¿Ahora? —preguntó Walter.Liberto asintió. —Sí, ahora, de inmediato. Porque si la señora sobrevive, habrá un largo proceso
La noche cubría la ciudad, y las noches más agobiantes eran las más difíciles de soportar.Walter no pudo sentarse ni un segundo. Estaba de pie en la puerta de la sala de emergencias, deambulando sin parar. Liberto había salido una vez, pero no volvió a aparecer.¡Nadie sabía cómo estaba su abuela!Abril, exhausta de llorar, casi se desmayó varias veces. Agustín, preocupado por la señora, también intentaba calmar a Abril.Walter bajó la cabeza, mirando los mensajes en su teléfono, esperando sin cesar noticias de Simón.María, María...Ese nombre se clavó en su corazón como una espina.No sabía si podría encontrarla.Si lograba encontrar a María, ¿sería de alguna utilidad si algo le sucedía a su abuela?El director había mencionado ese nombre con la esperanza de que él ahora encontrara a María para salvar a su abuela.Walter se sentía confundido.Mientras Walter deambulaba inquieto, varios individuos se acercaron de repente.Se giró, y uno de ellos, vestido con un traje de protección az
La mano de Walter se posó en el hombro de la persona, y su paso se detuvo por un momento.—Hola —Walter saludó de forma proactiva.El pasillo estaba vacío, y en el silencio se podía escuchar el fuerte latido de sus corazones.La persona bajó la cabeza, y Walter sintió que algo no estaba bien.¿Conocía a esta persona?¿Por qué era tan misteriosa? ¿Era una doctora?—Hola, ¿te conozco? —Walter preguntó directamente.La persona no era alta; claramente era una médico.De espaldas, se podía ver que tenía una figura delgada.No se giró.Walter, con la mirada seria, dijo: —Gracias por salvar a mi abuela.La mujer asintió con la cabeza, pero no dijo nada y trató de irse.Él la llamó de nuevo: —¿Puedo verte?La mujer sacudió la cabeza, apartó su mano y se alejó rápidamente.Walter sintió que sus pies estaban pesados; le faltó el valor para seguirla.Todo le parecía tan extraño…—¿Walter? —le dio un toque en el brazo Agustín.Walter se volvió y vio a Agustín.—¿Por qué estás ahí parado mirándola?
—¿Conoce a María, director? —preguntó Walter con curiosidad.Liberto sonrió, —Por supuesto que no la conozco, pero he oído que es muy competente. Sin duda, encontrarla sería de gran ayuda para la salud de la anciana.Walter frunció el ceño y volvió a preguntar: —¿Tu asistente es María? —refiriéndose a la persona que había salido de la sala de emergencias.Liberto apretó un poco la mano que sostenía la taza, pero no fue percibido.—No es ella.—Director Liberto, si usted conoce a María, ¿podría presentármela directamente? Sabes que es difícil encontrar a María —Walter fue directo al grano.Si la conocía, ¿por qué tenía que suplicarle?—Esa persona no es María, es una nueva doctora en nuestro hospital —Liberto insistió en que no era ella.Walter guardó silencio, finalmente asintió, —Entendido.Liberto hizo un sonido de asentimiento y no dijo más.Walter salió de la oficina y miró profundamente la puerta de la oficina.¡Ding!Llamada de Simón.Walter entró en el ascensor, presionó para co
Walter condujo su auto y, justo cuando estaba a punto de salir, su vista se posó en un Pagani de color púrpura...¡Ese coche!¿El coche de Mariana?María... proveniente de una familia de médicos... no quiere mostrarse, pero está dispuesta a ayudar a su abuela.Esta persona...De repente, tuvo una audaz conjetura.¿María podría ser Mariana?!Walter detuvo rápidamente el coche.Al abrir la puerta y mirar hacia atrás, se dio cuenta de que la persona había subido a una furgoneta negra.La furgoneta se alejó rápidamente, y Walter no pudo ver la matrícula.Se apresuró a subirse al coche para seguirla, pero al salir del estacionamiento subterráneo, ya no pudo encontrarla en las calles atestadas de la hora pico....—Vaya, me asusté — Mariana miró por el retrovisor, con una fina capa de sudor en la frente.¿Quién lo entendería? Tenía la intención de bajar a casa, pero justo se encontró con Walter en el ascensor.¡Escuchar a Walter hablando con Simón sobre ella la hizo sudar frío!—Menos mal qu
Mariana miró por la ventana, sin querer prestarle atención a Yahir. Aunque él la llevara a casa, ella aún iría sola al instituto de investigación más tarde.Después de todo, había asumido la responsabilidad del instituto, y debía hacerse cargo de él.¡Mientras se esforzara, los resultados de la investigación llegarían pronto!—Por cierto, si señor Guzmán vuelve a mencionar la recompensa, ¿cómo debería comunicarme al respecto? —Yahir miró a Mariana.Mariana levantó la vista. ¿Recompensa?Walter era un hombre persistente. Si tomaba una decisión, era difícil que alguien cambiara de opinión.Mariana respondió: —Transfiere su información directamente a mí, y a partir de ahora, yo me comunicaré con él.—Bien. Pero debería ser Simón quien se comunique —Yahir le informó.Mariana asintió. —Entendido.Pronto llegaron a la casa de la familia Chávez, y Mariana estaba a punto de bajarse del coche.Yahir la advirtió: —Te estaré vigilando desde la puerta, no pienses en ir al instituto.Mariana se que
Ahora se daba cuenta de que, en la vida, la soledad y la vacuidad eran la norma.Mariana se lavó la cara con agua fría para despejarse un poco. Al tomar su teléfono, se dio cuenta de que la gente del instituto le había enviado varios mensajes, la mayoría relacionados con datos.El instituto no podía estar sin dirección ni un día; aún la necesitaban.Mariana miró la hora: pasaba de las seis de la tarde. Debido al invierno, la noche caía rápidamente.Se cambió de ropa, se arregló un poco y se dirigió al instituto.El viento soplaba con una frialdad cortante, y el pronóstico del tiempo advertía que se esperaba otra caída en la temperatura. Cuando Mariana llegó al instituto, ya no había nadie en el edificio. Unas pocas hojas crujían bajo los árboles, y el sonido inquietaba a quien lo escuchaba.El instituto, vacío y sin luces encendidas, tenía un aire extraño.Mariana se dirigió a la base de datos; al introducir su huella dactilar, las luces se encendieron automáticamente. Justo cuando iba