Noche. Desde el piso sesenta del edificio, las luces de los vehículos parecían hormigas en la distancia. Aquellas cadenas de luces rojas iluminaban la ciudad con un aire de esplendor.Walter estaba de pie frente a la ventana del suelo al techo, balanceando la copa de vino en su mano. En el instante en que la puerta se abrió, se bebió de un trago el vino tinto.Walter se giró y vio a Simón entrar con Jimena.Jimena estaba sorprendida; no podía creer que había recibido una llamada de Walter. ¡Walter quería verla!Su corazón se aceleró. Ver a Walter era lo que había deseado día y noche en los últimos tiempos.Lo extrañaba, deseaba estar con él...—Walter... —Jimena no tuvo tiempo de arreglarse; solo se puso un poco de lápiz labial antes de salir.Walter la observó en silencio.Podía sentir la mirada ansiosa de Jimena, como si quisiera correr hacia él y abrazarlo de inmediato.—Siéntate —Walter señaló el sofá a un lado.Jimena, emocionada, se acercó a Walter, pero cada paso era un desafío.
—¿No debería decirte esto? ¿O acaso te he hecho sentir mal al decirlo? —Walter apretó los dientes, mirándola con furia—. ¡Deja de decir que haces todo esto por mí! ¡Solo lo haces por tu propio interés!—Jimena, ¿te he pedido que te hagas pasar por otra persona? ¿Te he pedido que durante estos tres años atacaras a Mariana? ¿Te he pedido que actúes frente a mí? —su mano volvió a golpear la mesa, cada palabra impregnada de cuestionamientos.Era demasiado feroz; esa mirada oscura era algo que Jimena rara vez había visto en él.Estaba enojado. Jimena lo había enfurecido.—Walter, sé que he cometido un error, pero no sabía qué hacer... —Jimena se levantó, intentando sentarse a su lado.Walter se levantó de inmediato, alejándose de ella. En sus ojos, Jimena era como una plaga.Jimena observó cómo él se alejaba, sintiendo como si algo la pinchara por dentro; estaba demasiado triste.El hombre con el que había compartido tres años de amor, en realidad nunca la había amado. Toda su ternura y car
Walter no esperaba que Jimena se atreviera a desafiarlo.Se acercó lentamente a ella, sus ojos llenos de amenaza.—Jimena, ¿te has vuelto loca y has venido a desquitarte conmigo? —Walter la agarró del cuello y la empujó contra el sofá, su mirada feroz la dejaba sin aliento.Jimena tragó saliva, mirándolo fijamente. —Eres tú quien me ha llevado a esto.—Ahora mismo podría hacer que mueras, ¿me crees? —Walter entrecerró los ojos, aumentando la presión.Jimena sintió que no podía respirar, le resultaba incómodo.La mirada de Walter estaba llena de desdén. ¿Cómo se atrevía a provocarlo?—¡Walter! Soy la heredera de la familia López, una de las cuatro grandes familias. ¿Te atreves a tratarme así? —Jimena, a regañadientes, tuvo que apelar a su estatus.Walter la miró de arriba abajo y no pudo evitar reírse. —¿Y qué de la familia López? ¡Destruirte sería demasiado fácil!Jimena guardó silencio por unos segundos, sus ojos llenos de cuestionamiento. —¿Te atreverías a romper el equilibrio de las
¿Cuándo había sufrido tal injusticia? Walter se lo preguntaba una y otra vez.Miró por la ventana, y en su mente resonaba la frase de Mariana: "Tú piensas que esto es algo que se puede olvidar, que no tiene importancia, porque quien se siente agraviado no eres tú."No era él quien sufría, pero ¿qué diferencia había entre su vida actual y el sufrimiento?¿No era todo esto consecuencia de las conspiraciones de otros?Si no fuera por Jimena, no habría pasado nada de esto.Sí, todo estaba relacionado con Jimena... todo era culpa de Jimena.Pero, ¿de qué serviría resolver el asunto de Jimena ahora? ¿Podría eso traer de vuelta a Mariana?Walter se recostó en el sofá, cerró los ojos y dejó que la oscuridad devorara sus emociones.Frente a Mariana, frente a todo lo que había sucedido en los últimos años, se sentía impotente...¡Ding!El teléfono sonó de repente.Walter lo tomó; era Aitana.Aitana: [Walter, ¿ya llegaste a casa? ¿Cómo estás, te sientes bien?]Walter frunció el ceño. Ante la preo
—Voy a descansar arriba —Jimena no quería escuchar las críticas de los dos.Se levantó y subió las escaleras. Eduardo y Fabio la miraron marchar, suspirando.《¡La han mimado tanto en casa que no quiere escuchar nada malo!》Al regresar a su habitación, Jimena se tumbó en la cama, sin ganas de hablar.¡Ding!El teléfono sonó de repente.Jimena lo tomó; era Alvaro.Alvaro: [La señora Guzmán ha sido ingresada en el hospital.]Jimena se sintió confundida. ¿Otra vez en el hospital?Alvaro: [Acaba de suceder, parece que es un derrame cerebral, muy grave. Walter está en camino.]El rostro de Jimena se tornó más serio.Apretó el teléfono, mirando el mensaje de Alvaro. Pensó en lo que Walter le había dicho antes.Alvaro: [¿Walter te ha lastimado?]Jimena bajó la mirada.Alvaro: [Puedo darle una lección.]Jimena: [No lo toques.]Alvaro: [¿Aún lo proteges en este momento? Señorita, no seas tonta. ¡Él no recordará tu bondad!]Jimena sabía que no lo haría, pero ¿qué podía hacer en este momento?Alva
Agustín se sintió un poco más tranquilo al ver a su hijo llegar.Walter notó los hombros temblorosos de Agustín y le dio una palmada en la espalda. Luego miró al médico. —¿Cuál es la situación actual?—Los signos vitales de la paciente son muy débiles. Haremos todo lo posible.—¿Por qué ha sido tan repentino? —Walter no entendía.—Las complicaciones de un accidente cerebrovascular y una enfermedad cardíaca son así. Que la señora haya podido llegar al hospital ya es un gran logro. ¡Haremos nuestro mejor esfuerzo! —mientras hablaba, el director Liberto se disponía a entrar de nuevo.De repente, pareció recordar algo. —Espera, señor Guzmán.Walter levantó la vista. —¿Qué pasa?—Si no le importa… me gustaría que buscara a alguien. Podría ser más seguro.Walter no entendía, ¿a quién debía buscar?—A una famosa curandera en el sector, María —Liberto habló con seriedad.—¿Ahora? —preguntó Walter.Liberto asintió. —Sí, ahora, de inmediato. Porque si la señora sobrevive, habrá un largo proceso
La noche cubría la ciudad, y las noches más agobiantes eran las más difíciles de soportar.Walter no pudo sentarse ni un segundo. Estaba de pie en la puerta de la sala de emergencias, deambulando sin parar. Liberto había salido una vez, pero no volvió a aparecer.¡Nadie sabía cómo estaba su abuela!Abril, exhausta de llorar, casi se desmayó varias veces. Agustín, preocupado por la señora, también intentaba calmar a Abril.Walter bajó la cabeza, mirando los mensajes en su teléfono, esperando sin cesar noticias de Simón.María, María...Ese nombre se clavó en su corazón como una espina.No sabía si podría encontrarla.Si lograba encontrar a María, ¿sería de alguna utilidad si algo le sucedía a su abuela?El director había mencionado ese nombre con la esperanza de que él ahora encontrara a María para salvar a su abuela.Walter se sentía confundido.Mientras Walter deambulaba inquieto, varios individuos se acercaron de repente.Se giró, y uno de ellos, vestido con un traje de protección az
La mano de Walter se posó en el hombro de la persona, y su paso se detuvo por un momento.—Hola —Walter saludó de forma proactiva.El pasillo estaba vacío, y en el silencio se podía escuchar el fuerte latido de sus corazones.La persona bajó la cabeza, y Walter sintió que algo no estaba bien.¿Conocía a esta persona?¿Por qué era tan misteriosa? ¿Era una doctora?—Hola, ¿te conozco? —Walter preguntó directamente.La persona no era alta; claramente era una médico.De espaldas, se podía ver que tenía una figura delgada.No se giró.Walter, con la mirada seria, dijo: —Gracias por salvar a mi abuela.La mujer asintió con la cabeza, pero no dijo nada y trató de irse.Él la llamó de nuevo: —¿Puedo verte?La mujer sacudió la cabeza, apartó su mano y se alejó rápidamente.Walter sintió que sus pies estaban pesados; le faltó el valor para seguirla.Todo le parecía tan extraño…—¿Walter? —le dio un toque en el brazo Agustín.Walter se volvió y vio a Agustín.—¿Por qué estás ahí parado mirándola?