—Déjalo —Vicente hizo un gesto a Mariana para que no subiera.—¿Por qué se atreve a hacer esto? —Mariana cuestionó, indignada.Vicente frunció el ceño. —Lo hace a propósito, tú lo sabes. Si subes ahora, solo caerás en su trampa.Pero Mariana no podía tragar este agravio.¿Por qué debía comer el postre que él había enviado? ¿Y si no lo hacía, no la dejaría ir?¿Qué tipo de comportamiento era ese?—Llévense todos esos postres —Mariana ordenó con voz fría.Los camareros se miraron entre sí, indecisos, pero nadie se movió.Mariana, frustrada, apretó el puño lentamente mientras señalaba el postre.Vicente intentó acercarse para quitarlo, pero Mariana lo detuvo.Mariana no estaba dispuesta a ceder.¿Acaso solo debían escuchar a Walter?—Dámelo —Mariana le quitó el postre a Vicente.Cuando Vicente intentó avanzar de nuevo, Mariana ya se dirigía hacia las escaleras.Vicente quiso seguirla, pero ella se dio la vuelta y dijo: —Vicente, si vas a detenerme, no me sigas.Vicente se detuvo de inmedi
Walter tenía que limpiarlo.Dicho esto, Mariana se dio la vuelta para irse.Walter se levantó, levantó el brazo y agarró la muñeca de Mariana, tirándola de vuelta con fuerza.Su agarre era tan fuerte que Mariana contuvo la respiración, un dolor agudo se instaló en su pecho.Walter miró a Aitana con desagrado y dijo: —Tú primero regresa, hablaremos del contrato más tarde.Aitana sabía que no debía quedarse más tiempo, asintió rápidamente y se marchó sin decir una palabra.La puerta del reservado se cerró.Mariana intentó soltarse, sabía que Walter, después de haber aguantado tanto tiempo, estaba realmente enojado.Ella lo había enfurecido por completo.Mariana no le tenía miedo. Esperaba que él entendiera que había cruzado la línea. ¡Había cruzado la línea de manera inaceptable!—Mariana, realmente tienes mucho valor —dijo él, mirando a Mariana mientras la atraía hacia él, su mano firmemente presionando su cintura.Mariana se vio obligada a acercarse a su cuerpo.La distancia entre ello
—Tú piensas que esto es algo que se puede olvidar, que no tiene importancia, porque quien se siente agraviado no eres tú —Mariana con los ojos enrojecidos, le gritó con firmeza.Walter sonrió amargamente, avanzando un paso, con una mirada que se acercaba a la locura. —¿Cómo no voy a sentirme agraviado? Mariana, ¿crees que solo tú eres la que sufre?—¡Yo soy la tonta que ha sido engañada, ¿cómo no voy a sentirme agraviada?! —su voz se volvió más baja, llena de desafío.¿Cómo no iba a sentirse agraviado?Su vida debería ser tranquila.Tenía una carrera exitosa, una familia feliz.¡Pero todo eso se había desmoronado!El ambiente se tornó tenso y Mariana miró a Walter, incapaz de encontrar palabras. ¿Él se sentía agraviado? Pero ella estaba aún más agraviada.Walter bajó la mirada, como si se diera cuenta de que sus acciones eran un poco excesivas. Tuvo que apartar la vista de los ojos de Mariana.Mariana lo observaba, mirando sus cejas caídas; la respiración de ambos se volvió pesada.En
Mariana no era una persona así de irracional.Si estaba con Vicente, solo podía ser por venganza.—No pienses más, no mereces que yo te utilice mi emoción para vengarme. Déjame ir —Mariana empujó a Walter, quería regresar.Walter bajó la cabeza, ya no tenía el valor de seguir persiguiéndola.—Mariana, no me rendiré —levantó la vista hacia su figura que se alejaba.Mariana detuvo su pie un momento, y luego dijo con voz suave: —No hay sentido en seguir insistiendo.Walter frunció el ceño, dijo: —Mariana, somos lo mismo, soy tú.¿Por qué Mariana podía seguir amándolo, y él no podía hacerlo?—Nunca podrás ser yo —Mariana se volvió y lo miró con desprecio.Nadie podía ser ella.Su amor, todo lo que había pagado por Walter, nadie podía reproducirlo.Ni siquiera Walter.¡Bang!La puerta del reservado se cerró con fuerza.Mariana se detuvo afuera, sin darse cuenta de que había apretado sus puños.Mariana bajó la cabeza, su garganta se secara, y se sentía muy incómoda.Aún no había levantado la
Noche. Desde el piso sesenta del edificio, las luces de los vehículos parecían hormigas en la distancia. Aquellas cadenas de luces rojas iluminaban la ciudad con un aire de esplendor.Walter estaba de pie frente a la ventana del suelo al techo, balanceando la copa de vino en su mano. En el instante en que la puerta se abrió, se bebió de un trago el vino tinto.Walter se giró y vio a Simón entrar con Jimena.Jimena estaba sorprendida; no podía creer que había recibido una llamada de Walter. ¡Walter quería verla!Su corazón se aceleró. Ver a Walter era lo que había deseado día y noche en los últimos tiempos.Lo extrañaba, deseaba estar con él...—Walter... —Jimena no tuvo tiempo de arreglarse; solo se puso un poco de lápiz labial antes de salir.Walter la observó en silencio.Podía sentir la mirada ansiosa de Jimena, como si quisiera correr hacia él y abrazarlo de inmediato.—Siéntate —Walter señaló el sofá a un lado.Jimena, emocionada, se acercó a Walter, pero cada paso era un desafío.
—¿No debería decirte esto? ¿O acaso te he hecho sentir mal al decirlo? —Walter apretó los dientes, mirándola con furia—. ¡Deja de decir que haces todo esto por mí! ¡Solo lo haces por tu propio interés!—Jimena, ¿te he pedido que te hagas pasar por otra persona? ¿Te he pedido que durante estos tres años atacaras a Mariana? ¿Te he pedido que actúes frente a mí? —su mano volvió a golpear la mesa, cada palabra impregnada de cuestionamientos.Era demasiado feroz; esa mirada oscura era algo que Jimena rara vez había visto en él.Estaba enojado. Jimena lo había enfurecido.—Walter, sé que he cometido un error, pero no sabía qué hacer... —Jimena se levantó, intentando sentarse a su lado.Walter se levantó de inmediato, alejándose de ella. En sus ojos, Jimena era como una plaga.Jimena observó cómo él se alejaba, sintiendo como si algo la pinchara por dentro; estaba demasiado triste.El hombre con el que había compartido tres años de amor, en realidad nunca la había amado. Toda su ternura y car
Walter no esperaba que Jimena se atreviera a desafiarlo.Se acercó lentamente a ella, sus ojos llenos de amenaza.—Jimena, ¿te has vuelto loca y has venido a desquitarte conmigo? —Walter la agarró del cuello y la empujó contra el sofá, su mirada feroz la dejaba sin aliento.Jimena tragó saliva, mirándolo fijamente. —Eres tú quien me ha llevado a esto.—Ahora mismo podría hacer que mueras, ¿me crees? —Walter entrecerró los ojos, aumentando la presión.Jimena sintió que no podía respirar, le resultaba incómodo.La mirada de Walter estaba llena de desdén. ¿Cómo se atrevía a provocarlo?—¡Walter! Soy la heredera de la familia López, una de las cuatro grandes familias. ¿Te atreves a tratarme así? —Jimena, a regañadientes, tuvo que apelar a su estatus.Walter la miró de arriba abajo y no pudo evitar reírse. —¿Y qué de la familia López? ¡Destruirte sería demasiado fácil!Jimena guardó silencio por unos segundos, sus ojos llenos de cuestionamiento. —¿Te atreverías a romper el equilibrio de las
¿Cuándo había sufrido tal injusticia? Walter se lo preguntaba una y otra vez.Miró por la ventana, y en su mente resonaba la frase de Mariana: "Tú piensas que esto es algo que se puede olvidar, que no tiene importancia, porque quien se siente agraviado no eres tú."No era él quien sufría, pero ¿qué diferencia había entre su vida actual y el sufrimiento?¿No era todo esto consecuencia de las conspiraciones de otros?Si no fuera por Jimena, no habría pasado nada de esto.Sí, todo estaba relacionado con Jimena... todo era culpa de Jimena.Pero, ¿de qué serviría resolver el asunto de Jimena ahora? ¿Podría eso traer de vuelta a Mariana?Walter se recostó en el sofá, cerró los ojos y dejó que la oscuridad devorara sus emociones.Frente a Mariana, frente a todo lo que había sucedido en los últimos años, se sentía impotente...¡Ding!El teléfono sonó de repente.Walter lo tomó; era Aitana.Aitana: [Walter, ¿ya llegaste a casa? ¿Cómo estás, te sientes bien?]Walter frunció el ceño. Ante la preo