Tomás tocó varias veces el timbre de la casa de Josef, en vista de que nadie habría, empezó a hacerlo desesperadamente. Sofía, la hermana de Josef (quien ya era toda una señorita), abrió el portón bastante fastidiada.
—¿Qué tienes, por qué tocas así? Mis amigos están en la casa, no vayas a hacer ninguna locura con Josef —dijo la muchacha.
—¿Dónde está Josef? —preguntó Tomás entrando a la casa.
—Acabó de llegar, dijo que no quiere que lo molesten, pero sé que vas a entrar, ¿verdad? —la muchacha lo siguió cuando él subía las escaleras.
Tomás entró al cuarto con un paso bastante enfadado.
—¡Josef! —gritó.
El muchacho se levantó de la cama de un golpe, sabía lo que se avecinaba. Tomás e
El rostro de Josef palideció, su cuerpo se erizó por completo y su mirada se paseaba por los ojos de sus dos amigos.—Es una broma ¿verdad? —fue lo único que alcanzó a decir.—¿Crees que yo bromearía con algo así? —inquirió Mateo mientras se sentaba en la cama.—Keidys al parecer te iba a decir cuando tú llegaste a la casa, pero con lo que dijiste lo más seguro es que por ella nunca te enterarías que vas a ser papá —contó Tomás.—No… Eso no puede ser cierto —dijo Josef sentándose en la cama.—Además… Los padres de Keidys acabaron de llegar a la casa de ella y se enteraron de todo, cuando digo todo hablo de la decisión de Keidys —empezó a contar Mateo. Josef lo miró fijamente—. Ella… se va a ir del país con toda su fami
Josef se despertó con un fuerte dolor de cabeza, abrió lentamente los ojos y vio a Tomás sentado en un sillón frente a él. —¿Has hablado con Keidys? —preguntó Josef. Se quitó la cánula de oxígeno que tenía puesta y se sentó en la cama.—Quédate quieto, ayer te complicaste mucho, Josef —pidió Tomás con una voz triste y un tanto melancólica.—No… Tengo que buscarla, pedirle perdón —dijo Josef empezando a alterarse.—Ella no está en la ciudad, pero va a volver, cuando lo haga la buscarás, mientras… debes recuperarte. Yo te ayudaré a convencerla, todos lo haremos, pero por ahora enfócate en descansar —Tomás reparó el rostro golpeado de Josef y sus grandes ojeras.—¿A dónde se fue? —inquirió Jos
Keidys se despertó y sus ojos se posaron en el mar azul que estaba frente a ella, el olor salado se impregnó en su nariz. Algunas gaviotas se escuchaban mescladas con el ruido de las olas. Se sentó en la cama mientras esperaba que su alma descansara al ver aquel paraíso tropical.Alejandra estaba en el pasillo hablando con Gabriel por celular:—¿Entonces está en la clínica?, ¿qué? ¿Cómo es eso que se enteró de todo? —interrogaba bastante asustada.—Sabes que ellos le iban a contar todo, me dijeron que Josef antes ya había estado internado en el hospital por un fuerte estrés que tuvo, al parecer algo anda mal con las empresas y por eso es que está viajando todo el tiempo, el llegar, discutir con Keidys y después enterarse que ella estaba embarazada, todo esto lo puso muy mal y casi se muere anoche —explicó Gabriel po
Santiago terminó de servir el desayuno en los platos, sus oídos escuchaban atentamente todo lo que la muchacha hablaba, le pasó dos platos a Alejandra para que los llevara al comedor.—Gabriel dice que no me engaña, que nunca sería capaz de hacer algo así… Pero una cosa es decirlo, otra muy diferente son sus acciones, me hace dudar mucho, ahora está haciendo ejercicio, nunca me contó algo respecto a eso, ¿puedes creerlo?, me está ocultando cosas. Yo ahora estoy gorda, ya no tengo el cuerpo de cuando tenía diecisiete, del que él se enamoró, ahora no faltan muchos años para que cumpla treinta y me he convertido en una escritora gorda que solo sabe tomar gaseosa con pizza frente a su computador y que a veces se le olvida bañarse —Alejandra se sentó en la mesa. Keidys se sentó frente a ella y Santiago al lado de la muchacha—. Lo má
Josef estaba frente al padre de Keidys:—Perdón, ese día estaba muy alterado, no sabía que Keidys estaba embarazada, nunca lo imaginé… Sé que lo que yo hice no tiene alguna explicación; aun así… Estoy muy, pero muy arrepentido de lo que hice, yo amo demasiado a su hija. Fui un idiota que no supo ver lo que estaba perdiendo, no supe apreciarlo, le prometo que algo así de ahora en adelante no se va a volver a repetir, si Keidys llega a perdonarme trataré de hacerla feliz, haré todo lo que esté en mis manos para cuidarla y también a mi hijo —los ojos de Josef se inundaron de lágrimas.La señora Gonzales entró a la sala y se sentó al lado de su esposo en el mueble:—Nunca en mi vida vi a mi hija tan triste como esa noche, no estoy de acuerdo con que Keidys esté a tu lado, es que has cambiado tanto Josef… &mdash
Keidys estaba terminando de empacar su ropa en la maleta, en esos días los síntomas del embarazo habían comenzado y todo le molestaba, hasta ese lugar empezaba a fastidiarle.Alejandra entró al cuarto y la quedó observando un momento, ella estaba al tanto de lo que sucedía en la ciudad, Josef estaba dispuesto a recuperarla:—Keidys… Si Josef te pide volver contigo ¿lo harías? —preguntó solo por curiosidad, vio que su amiga hizo un gesto de desagrado mientras doblaba la ropa.—Claro que no… Con él siempre es lo mismo, me voy a ir muy lejos de él para que así mi hijo no tenga que soportar a un hombre como ese estúpido de Josef —gruñó Keidys.—Pero el bebé… ¿No crees que tiene derecho a decidir si quiere estar con su padre o no?, me parece que le estás negando la oportunidad de elegir
Keidys miraba por la ventana el paisaje urbano, las pequeñas vacaciones se habían acabado y nuevamente enfrentaba su terrible realidad, su corazón estaba entristecido en gran manera, las lágrimas amenazaban con salir a flote.Por su mente paseaban los recuerdos vividos con Josef, fue en aquel momento que se dio cuenta que había estado toda su juventud al lado de él, no conocía lo que era amar a otro hombre, siempre fue Josef.Se acostumbró a la idea de que Josef sería el hombre que vería todas sus mañanas cuando abriera sus ojos, ya era el padre de su primer hijo, pero él no estaría en su futuro. Por la ventana del auto podía ver las pantallas gigantes donde se encontraba su rostro alegre posando con gran elegancia, de alguna manera le hacía recordar a los primeros días que pasó en esta misma ciudad cuando tenía diecisiete años, su
—Ah… Está muy hermoso… —decían las chicas mientras observaban el anillo de compromiso de Keidys.—A mí nunca me van a dar un detalle así, qué envidia Keidys… —soltó Alejandra mientras le daba un abrazo a la joven.—Oye, nosotras te tenemos que ayudar a escoger el vestido de bodas —dijo Claudia.—¡Keidys se va a casar! —gritó Gera y las demás la siguieron.—¡Amiga!, ¡qué emocionante…! —soltó Alejandra.—Oye, Claudia, pero tú también te vas a casar ¿no? —dijo Keidys.—Ah… Sí, pero solo es un plan, no tengo anillo aún, lo estamos planeando todavía —explicó.—¡Dios…! ¡Tengo una idea, AH…! —gritó Keidys e hizo que algunos de los invitados volte