Eran las cinco y media de la mañana cuando Alejandra se despertó por el sonido del despertador, el dolor de las piernas la estaba matando, pero si no iba a hacer la rutina Tomás vendría a sacarla del departamento.
Llegó al gimnasio.
—El día que vayas a usar el vestido en la boda me lo vas a agradecer —dijo Tomás mientras ayudaba a Alejandra a estirarse—. ¿Has comido pizza en estos días?
—¿Cómo voy a comer si siempre me estás vigilando? —inquirió Alejandra.
—Tú me dijiste que lo hiciera antes de comenzar con los entrenamientos, más adelante me lo agradecerás. Bueno, ahora debemos de darle las diez vueltas a la cancha —se levantó del piso y estiró su mano para que Alejandra se reincorporara.
Tomás se veía tan tranquilo trotando, lo contrario a Alejandra que cada vez que d
Mateo había llegado al apartamento de Alejandra para poder hablar con ella, sabía que no sería tan fácil explicarle su punto de vista, por naturaleza propia era muy sentimental y lo más seguro es que llorara, no estaba seguro de poder soportar ver correr las lágrimas por sus mejillas.Para su sorpresa, la encontró limpiando, algo que era raro en ella.—Es que no debo dejar que el apartamento se vuelva a desordenar —dijo Alejandra terminando de secar el mesón de la cocina.—¿Gabriel ya va a volver? —preguntó Mateo recostado al mesón.—Sí… Mañana, seguramente en la tarde, odia encontrar todo sucio —respondió la joven lavándose las manos en el lavaplatos—. Pero dime, ¿a qué se debe esta visita inesperada?, deberías estar atendiendo el restaurante ¿no?—Ah… S&i
—Va ser muy difícil para Alejandra, no creo que sea saludable para ella dejar su relación de tantos años ahora, está terminando el libro más importante de su carrera, sus fans lo están esperando desde hace meses —dijo Claudia a todo el grupo.—Tomás está con ella, la va a aconsejar —explicó Mateo.—Esos dos andan muy juntitos en estos días, ¿es que acaso tienen algo? —preguntó Santiago.—Claro que no… La está ayudando a bajar de peso —contestó Josef.—Todo esto es culpa de Gabriel, tantas cosas que tuvieron que pasar para que ahora que viven juntos dañe una relación de esa manera, pobre Alejandra, es verdad lo que dice ella, eso es que tiene un amante. Mi pobre amiga —dijo Keidys bastante enojada, se cruzó de brazos y se recostó al sillón.—&ique
Gabriel y Marisol se sentaron frente a la larga mesa donde había varios bocadillos preparados adornando de tal manera que todo se veía tan agradable. “Cielos, esta gente se nota que tiene mucho dinero” pensó Marisol.—Así que tú eres Marisol —dijo Keidys forzando a que una sonrisa saliera de sus labios. Santiago le pasó un vaso de limonada a Marisol quien lo recibió con una enorme sonrisa.—Sí… Antes ya nos habíamos visto, te tomé varias fotos —contestó la joven.—Hasta ahora sé que existías —soltó Keidys, tomó un bocadillo de un plato y le dio un mordisco mientras tenía sus ojos clavados en la joven reparando hasta lo más mínimo de ella “tiene cara de no matar ni una hormiga, pero es una víbora, maldita zorra” pensaba Keidys.—¿
Todos hicieron completo silencio.—Qué mierda —soltó Gera, dejó salir una risotada—, tanto escándalo para esto.—Bueno, hagamos esto, le pedimos una disculpa a Marisol y que Gabriel no se entere. Nunca más nos va a hablar si sabe sobre esto —recomendó Keidys mientras se ruborizaba por la vergüenza.—Me gusta esa idea —aceptó Tomás. Miró a Marisol— Sorry, fue un malentendido.—Bueno Marisol, nunca me has agradado, esa es la verdad, pero ya que esta vez metí la pata hasta el fondo… Lo siento —dijo Gera.—También pido una disculpa, te tratamos mal. No somos buenos para estas cosas, esa la verdad —Claudia soltó una pequeña carcajada.—Yo fui la que te echó sal en la limonada, lo siento mucho, estaba muy enojada —Keidys tragó en seco.—
—¿Y Marisol? —preguntó Gabriel.—Fue al baño —respondió Tomás—, tu amiga es bastante tímida.—Demasiado tímida —agregó Alejandra.—Ah… Sí, debes tenerle paciencia, apenas se está acomodando a la nueva ciudad, es hija única y no ha tenido una vida fácil —explicó Gabriel.—Me habías dicho que tuvo cáncer cuando tenía diez años ¿verdad? —dijo Alejandra.—Sí, leucemia, casi muere —contestó Gabriel. Todos se sorprendieron al escuchar aquella confesión—. Pero ahora no le vayan a tener lástima, no le gusta que hagan eso.—No, claro que no, al contrario, nos impresiona, es una chica muy fuerte, se ve tan delicada y tierna, es impresionante saber que tiene un pasado así —explicó Josef
—No lo creo Alejandra, tuvo que sucederte algo, medítalo, piensa en ello —sugirió su amigo..—¿Y esa cara tan feliz? —preguntó Marisol reparando a su amigo al terminar una sesión de fotos.—Es que las cosas con Alejandra están cambiando, desde ayer todo ha estado muy bien, se despertó temprano y preparó el desayuno, fue tan hermoso —respondió Gabriel mientras revisaba las fotos en su cámara.—Vaya, me encanta escuchar eso, ¿te das cuenta?, te dije que esperaras y hablaras con ella, la comunicación arregla todo —dijo Marisol.—Gracias amiga, tus consejos siempre me ayudan en todo —Gabriel la abrazó y le dio un beso en la frente.—Por eso siempre escúchame, ella solo necesitaba un poco más de atención, que hablaran más y le demostraras interés.&m
Gabriel estaba bajando de su auto frente al edificio donde vivía su hermana, habían quedado en verse y al parecer a la joven se le había olvidado. Subió hasta llegar al octavo piso, tocó a la puerta del apartamento.Gera estaba viendo televisión acostada en la cama junto a Santiago, al escuchar el sonido de la puerta los dos se miraron fijamente.—Ese debe ser Gabriel, escóndete en el vestidor, corre —dijo Gera, hizo que Santiago saliera de la cama, le ayudó a recoger las cosas del muchacho y lo arrastró hasta el vestidor.Gera abrió la puerta del apartamento.—Gabriel, ¿qué haces aquí? —preguntó la muchacha mientras desplegaba una sonrisa.—Se nota que no tienes nada que hacer, ponte algo de ropa —Gabriel entró al apartamento. Gera se reparó la vestimenta, solo un camisón y ya. Gabriel se sent&o
Cuando llegaron al apartamento Camilo entró sus maletas al cuarto.—No vayas a dejar el cuarto sucio, trata de mantenerlo limpio —pidió Alejandra.—Siempre lo vas a mantener organizado, ¿no es así? —dijo Gabriel mirando fijamente a Camilo.—Ah… Claro, claro, lo mantendré organizado —el joven hizo pequeños sí con su cabeza.—Eso me gusta —Gabriel desplegó una sonrisa..—Recuerdo cuando teníamos diecisiete años, éramos una locura, siempre salíamos con una nueva ocurrencia —dijo Claudia a Mateo cuando estaban acostados en la cama. El joven dejó salir una pequeña carcajada.—Gera y tú siempre se metían en algún problema y Tomás también, eran los más problemáticos —recordó Mateo.—Cuando me pedist