Elena fue a la oficina de Bernhard, Brenda había hablado con él pero la solicitaron del gimnasio, ahora estaban solos conversando lo ocurrido y las entrevistas de los detectives.
— Pero la detective que vino contigo sí que era antipática, el detective que fue conmigo era muy amable, por favor, sugerirte que estabas con ella por buscarme una sustituta.
— Del todo imposible, tú no tienes par ni reemplazo, y Vanesa. Te juró que me cuesta identificarla como Vanesa, para mí siempre fue Kimberly, ella no se parecía en nada a ti, más allá de las mismas características, color de cabello y ojos.
— Berni, yo no soy perfecta y a ti te sobra atención femenina.
— Has escuchado la frase siempre falta una más.
— Berni, pero este no es el
— Fuera más fácil si el misógino de Romero no hubiera alimentado por años la fachada de depredador de jovencitas, pero ni modo, mejor no hablaré más de ese señor porque me enfermo, pero tú Bernhard tendrás que enderezarte mientras esto pasa, no puedes tener acuerdos con ninguna joven ahora, te agradezco termines con las que tengas actualmente. Bernhard se echó a reír. — Esta bien, se deben hacer sacrificios, y no soy el insensible que crees, ni un lobo feroz, yo no soy el villano aquí, esta situación me tiene mal, esa muchacha no merecía ser asesinada y botada como basura. — Bueno Bernhard apenas te conozco, solo tengo la imagen que vendieron de ti, pero no te preocupes cariño que yo mejorare tu imagen, dime algo ¿tu hermano esta en Venezuela? — Mi tí
— Brenda yo quiero aprender defensa personal —continuó Rebeka, quiero empezar en el Gym y que me enseñes. — Con gusto, comienza a ir, allí te enseñaré lo básico. — Dentro de 3 días la odiaras —dijo Sebasthian. — Claro que no —dijo Brenda sonriendo—, todos exageran cuando dicen que soy una tirana, veras que después de una semana no te dolerá nada. Elena se sentía muy contenta por Brenda, últimamente sonreía a menudo, sabía que era por Sebasthian, ojala pudieran lograrlo, al menos ella sabía que ambos se amaban, solo debían entenderse, Elena pensó “que caprichoso es el destino, yo que siempre soñé con tener una familia propia, hijos y un marido que me amara, y ahora estoy con una familia hermosa, el
— Entonces, seremos solo sexo Donna, sin compromiso. — Solo quiero sentirte Pablo, házmelo aquí mismo, parados o sobre tu mesa, solo no pares. Pablo la cargó y ella envolvió sus piernas alrededor de su cadera, su falda o más bien micro falda quedó enrollada en su cintura, Pablo se dirigió con ella a la mesa y la sentó sin dejar de besarla, Donna sentía objetos que le lastimaban el trasero desnudo, el pequeño biquini no alcanzaba para amortiguar los objetos punzantes de esa mesa, abrió las piernas para Pablo y con una sola mano ya que la otra acariciaba la entre pierna de él, fue arrojando los objetos de la mesa, cayeron unas carpetas, un vaso con lápices, y algo que hizo bastante ruido al caer, Pablo miró al suelo por inercia y se detuvo, se enderezó alejándose de Donna. — Yo te ayud
La Elena de Troya de nuestros tiempos La bella gerente del Restaurante Valsmaskande en el hotel Larsson Caracas, protagoniza el escándalo de la temporada. Elena Sandoval, la siempre leal al magnate hotelero Bernhard Larsson a punto de crear una guerra, y es que al igual que su homónima, su belleza despierta pasiones, acusada por un dolido y despechado exesposo en plena gala de beneficencia que ella organizó, y es que no solo es inolvidable para su atormentado y pobre como las ratas exesposo, la belleza castaña ha sido vista en varias ocasiones con el bombón Pablo Larsson, arquitecto del gigante hotel Larsson Margarita, así es, un Larsson nada más y nada menos, buen gusto tiene la niña, como queda el afamado amante de bellas mujeres Bernhard Larsson, pues no le ha quedado más remedio que buscar sustitutas, y ahora una fue brutalmente asesinada, la desconocida
En Caracas Bernhard se sentía como fiera enjaulada acostumbrado a ir y venir, hacer lo que le viniera en gana, disfrutar hoy de un lugar y de una mujer y mañana de otro en la parte contraria del globo terráqueo, ahora estaba confinado a los escasos metros de su oficina, podía tener buena conversación con su hermano y su cuñada, incluso disfrutaba de la compañía de su sobrina consentida, pero estar preso, y la despiadada Verónica Santiani, no le permitía ni asomarse, se dejaría ver en público dentro de unos días en un evento de caridad e iría con ella, debía reconocer que era estimulante estar con una mujer que no le tuviera el más mínimo respeto, sonrió al recordar a Verónica, esa mujer, era imposible ponerla incomoda o sacarle los colores, era franca directa y ladina como él, no era raro que esta mujer llamara su atención, e
Elena fue a su habitación a vestirse para la rueda de prensa, sabía que la prensa le haría preguntas, pero no era conveniente que ella hablara, sin duda la estrategia de Verónica era la mejor, se puso un vestido color arena ceñido sin mangas con cuello cuadrado, llegaba por debajo de las rodillas y unos zapatos de tacón, estaba terminando de arreglarse cuando recibió una llamada a su celular de un número desconocido. — Hola Elena, estoy preocupado por ti. — ¿Quién habla? — Vaya, ya no recuerdas mi voz. — Sergio, ¿Cómo conseguiste mi número celular? — Eso no importa, Elena debes alejarte de esa familia de delincuentes, ya la verdad de ese sucio Bernhard Larsson salió a la luz, hoy obtuvo su merecido. — Cómo te atre
Los abogados de Bernhard lograron sacarlo a la mañana siguiente bajo fianza, lo entrevistaron una y otra vez, la detective trataba de confundirlo y ver si decía alguna mentira, pero él se mantuvo imperturbable, incluso por un breve instante era ella quien contestaba preguntas a él, en definitiva su don de encantador de mujeres estaba intacto a pesar del agotamiento, le dijo a la detective Carolina que esperaba que la próxima vez pudieran conversar en un lugar más bonito y con un mejor café, la investigación continuaba ya que Bernhard tenía muchos gerentes firmantes, la cuenta de donde vino el dinero pertenecía a la corporación de Bernhard Larsson, pero no había pruebas de que fuera él quien sacara el dinero. El investigador de Bernhard llegó muy temprano al hotel, no quiso llamar por teléfono, ni aceptó h
— Donna perdóname el incidente de la otra noche en Margarita, Dante tiene razón, no podemos involucrarnos. — Si nosotros queremos, no es problema de Dante. — Donna yo no quiero que tengamos una relación, no es buena idea. — Sigues con la chica del restaurante, no te importa que no pueda decidirse entre tu tío y tú, que haya mandado a sacar del camino a una mujer que le quería quitar a Bernhard. — Lo que dicen los tabloides siempre está lejos de la realidad, ese cuento es tan inverosímil como un perro azul, pero igual no es de tu incumbencia, con permiso. — Sé que yo no fui la mejor de las mujeres, pero tú en verdad me importas, vengo como amiga, no me importa que no me quieras, yo misma me lo busqué, pero no es justo que seas víctima de alguien peor.