Era un m@ldito infeliz, mascullo Eros para sus adentros. Ese idiota aún no se le confesaba a Abby ¿Qué demonios estaba esperando para hacerlo? Mientras que él se tomaba todo el m@ldito tiempo del mundo Eros tendría que continuar esperando. Estaba lleno de ira, en eso posó la mirada en la rubia que tenía acorralada entre sus brazos parecía que no lo estaba llevando muy bien mantenía la cabeza cabizbaja, el continuo rechazo de ese hombre la estaba afectando más de la cuenta.
Levanto su mentón con los dedos divisando de inmediato una pequeña gota que resbalaba por su mejilla, al verla en ese estado siente cierta amargura en su interior que no le agrado para nada ¿desde cuándo sentía ciertos efectos por los sentimientos dolorosos de una persona? Era la primera vez que experimentaba algo así, por lo general disfrutaba del sufrimiento de una persona ¿Por qué
—De verdad es que eres un desvergonzado con todas las de ganar, no te gas preocupado por hacer que Callan sienta algo por mí y vienes tan campante a decirme que debo esperar a que se me declare. Es que no lo entiendes, él no está enamorado de mí, y a decir verdad es que ya no deseo que lo este. Es por eso que quiero que deshagas ese trato, puedes hacerlo.—¡No puedo hacer! —La mira de una manera inexplicable.—¿O no quieres?—Ambas cosas—Contesta poniéndose en pie—Resulta que hacerme con tu inocencia me satisface, y hasta que no la tenga no desaparece de tu vida.Sentencia de una manera tan peligrosa que la hizo retroceder un poco, parecía realmente decidido a obtener lo que se proponía. Abby trago saliva al sentir ante la cercanía de Eros. Lo único que podía hacer era levantar la mirada para verlo directamente a la cara.
Susan ingresa en la oficina de su jefe sintiéndose un poco nerviosa. No sabía de qué se trataba su llamado hasta donde recordaba no había hecho nada malo. Sentándose en la silla espero a que su jefe empezara hablar. —¿No sabes para que te he mandado a llamar? —No señor, ¿He hecho algo malo? —¡No! nada—Eros le sonríe. Y aquella sonrisa solo causo confianza en Susan, porque de inmediato noto que su jefe le sonreía de una manera bastante diferente. Más bien era como si se le estuviera insinuando, y en vista de que él era bastante atractivo no pensaba desperdiciar una oportunidad como esa, a fin de cuentas Eros era mucho más atractivo que Callan y sobre todo mucho más millonario y poderoso. De inmediato la morena cruzo las piernas mostrando gran parte de sus muslos a su jefe lo que no pasó desapercibido por Eros ya que había elevado una ceja ante su acción. —Parece que nos vamos a entender mejor de lo que parece—Le confirma Eros ante las evidentes
No era normal que pensara en él de esa manera, sus pensamientos deberían estar dirigidos a Callan que era de quien se suponía que estaba enamorada pero… era Eros quien abarcaba la mayoría de sus pensamientos, y ¿Por qué cada vez que lo pensaba de ese modo su corazón se volvía como loco? Algo no iba bien con ella y sus emociones.—¿En qué estás pensando? —Esa fuerte voz hizo que Abby diera un respingo para girar su cuerpo.—¡Eros! —Frunce el ceño al verlo de pie bajo la intensa lluvia, su corazón dio un palpito estrepitoso que le causo cierto dolor—.¿Que estás haciendo aquí?—Eso te pregunto yo a ti.—Yo…bueno…—Tartamudea sin saber que responder.Eros al notar duda en sus palabras se aproxima a ella, aparte de estar temblando por el agua fría que caía
Lentamente deslizo sus manos por el costado de las costillas de Abby terminando por coronar las caderas, poco a poco fue descendiendo hasta sus nalgas las cuales apretó con ganas. De los labios de la rubia salió un gemido que lo llevo a la locura, tomo posesión de la boca de Abby mientras se la cargaba encima. Sus bocas no dejaron de estar unidad ni por un momento, caminando lentamente hasta la cama, Eros recostó el cuerpo de la mujer entre sus brazos quedando metido en medio de sus muslos.—Espera…—Le pidió dejando una mano sobre su pecho—.No estoy segura, yo…—Shh… este es el precio que debes pagar, tu solo déjamelo a mí.—Pero…Eros no la dejo terminar ya que volvió a besarla con intensidad haciéndole olvidar sus temores y dudas. El CEO comenzó a subirle el camisón descubriendo la desnudez que yacía bajo aq
Abby traga saliva al fijarse en la profundidad de aquella mirada tan profunda y penetrante, eran como si se les metiera por debajo de la piel traspasando cada barrera de su ser. Dentro de ella deseaba que la tomara, despojara todo su cuerpo de cualquier cosa que quisiese arrebatarle. No le importaba, siempre y cuando el hombre que lo deseara fuese Eros. Era imposible negarle nada a ese hombre, todo su cuerpo le pedía a gritos que le hiciera el amor. Automáticamente mordió sus labios lo que fue una clara invitación a que la besaran. Eros solo sonrió mientras se aproximaba a sus labios, acunando sus mejillas con las manos tomo sus labios de forma fiera sintiendo como Abby le respondía al beso. Con su propia rodilla abrió los muslos de la rubia hasta colarse en ellos consiguiendo sentir la tibieza que se escondía en su sexo. Era inevitable no gemir teniéndola así tan caliente y deseosa. —Por favor—La escucho suplicar, pero él quería más de esa tortura. —¿Por fav
Eros sintió como su mano derecha se estremecía, aunque pareciera bastante remiso ante sus advertencias podía percibir miedo en su interior. Era un efecto que producía bastante seguido entre sus súbditos. —Habla ya, Beltze. No quiero que pierdas el tiempo aquí. —Bueno señor, ellos han hablado de que le inframundo necesita una reina. Sus súbditos han pensado que usted necesita una… esposa. El CEO levanta la mirada observando aquella fría y desolada calle, ¿una esposa? amusga los ojos en cuanto se hace la pregunta. Llevaba muchos siglos solos, pero ni con eso nunca había pensado la sola idea de buscar una esposa para compartir sus años de soledad. Pero y si ese era el caso, ¿A quién elegiría para ser su reina? Las mujeres demonios no eran de fiar, eran traidoras, tan frívolas y más fría que un tempano de hielo… aunque esos sentimientos no importaban en su mundo, lo único que importaba era el placer. —¿Por qué han pensado una idiotez como esa? —Se da la v
Hasta qué punto le gustaba Eros, porque una cosa era que se sintiera atraída por la manera tan excitante que tenia de seducir y otra es que creyera que estaba… ¡Ay no! exclama esa voz en su interior alarmada, si eso era, ella se había enamorado de su jefe. No podía ser cierto, tenía que existir alguna clase de error que su cabeza estaba creando porque era inadmisible que se hubiera enamorado del hombre a su lado.Giró el rostro completamente pálido y con el corazón a punto de salirse de su pecho, Eros la observa con aquella mirada que no decía nada. Era de esas miradas que la dejaba dudando y a la vez la hacía temblar, en ese momento había recogido una pierna dejando que su brazo reposara sobre la rodilla lo que le permitía tener una mejor visión de su deslumbrante cuerpo. ¿Pero cómo demonios se iba a concentrar mirando a ese hombre desnudo?—&iqu
Su cuerpo estaba siendo arrastrado hacia un abismo de placer, se estremecía con cada arremetida que Eros le daba. La sensación era indescriptible, porque a pesar de sentir algo de sufrimiento lo estaba gozando ¿Cómo podías regocijarte del dolor que tu cuerpo estaba sintiendo? Ella mordió sus labios sin darse cuenta, el dolor no se hacía presente solo un ligero sabor metálico era lo que lograba saborear y a pesar de que estaba completamente mojada por el agua de la regadera todo su cuerpo ardía igual que las llamas del mismísimo infierno.—Lo estas disfrutado, ¿No es así? —La ronca voz de Eros resonó sobre su oído de una manera tan erótica que los vellos de su cuerpo se erizaron, su aliento era tan caliente que únicamente acrecentó el fuego que llevaba por dentro.—Estás tan caliente, siento que me estás quemando —J