Este capítulo me encantó 😍, espero que ustedes también lo hayan disfrutado 🥰.
—¿Qué hace esta foto debajo de tu almohada? —cuestiona seriamente sin dejar de mirarme—. Solo me has visto así el día que hicimos el amor y ese día no me tomaste ninguna foto, Abril. ¿Me puedes explicar qué significa esto? —Se la robé a la coreana —suelto en el primer instante que tengo oportunidad. Él confía en mí y no pienso perder su confianza por esto. —¿Qué? —Su expresión cambia de la furia al desconcierto enseguida, aunque todavía parece enojado. —Estuve en ese restaurante del centro comercial ese día —confieso acercándome a él para sentarme a su lado—. Fui a almorzar con Rachel y ustedes aparecieron —continúo—. Me di cuenta de que quiso besarte; yo… yo no lo soporté y cuando nos íbamos a ir tomé su bolso aprovechando que había ido al baño; quise hacerle pasar un mal rato y luego Rachel y yo encontramos esa foto adentro. Alex se queda pensativo por un instante. —¿Por qué no me lo habías dicho? —me mira. —Después de eso te alejaste de mí, me ignorabas. —¿Y luego? Me quedo
Alexander Mi corazón parece detenerse por lo que dice la doctora y por mi cabeza pasan muchas posibilidades de lo que puede estar ocurriendo con Abril. Tiene un feo moretón en el abdomen, justo debajo de las costillas, y además se ve un poco abultado. —Doctora, ¿qué está pasando? —le pregunto angustiado. —Por la apariencia del moretón podría tratarse de una lesión interna, no solo superficial. —¡Maldición! —vocifero, llevándome el pelo hacia atrás con angustia. —Amor, tranquilo —musita la mujer que amo. Su voz es débil y opaca, y un nudo sube a mi garganta mientras me aferro a su pequeña mano. —Abril, ¿tienes algún otro síntoma? —le pregunta la doctora—. ¿Tal vez algún dolor extra? —Sí, me duele un hombro. —¿Cuál? —El izquierdo. La doctora hace una pequeña pausa para aclarar sus dudas. —Abril tiene síntomas de trauma cerrado en el hígado o bazo —explica—. Además, su frecuencia cardiaca está elevada. —¡Oh, no! —exclama Rachel con expresión angustiada. —¿Qué tan peligroso e
Las caricias de su mano sobre el dorso de la mía me despiertan y aunque tengo una extraña sensación de desorientación, el solo hecho de mirar sus ojos azules me trae de vuelta a la realidad. —¿Cómo estás, pequeña? —me pregunta mi chico sonriendo. —Algo atontada, pero bien, y mejor porque estás tú. — Rachel me contó como fue la pelea. —Besa el dorso de mi mano—. Mi pequeña valiente. —Solo me defendí amor. —¿Cómo empezó todo? —Me encontré con ella en el pasillo y me dijo que yo estaba contigo solo porque eres el hijo del director; no soportó que la pusiera en su lugar. Alexander agacha la mirada con tristeza. —Fue por mi culpa. —¡No, no digas eso! —objeto. —Si ella no estuviera interesada en mí, tú estarías bien. —Que le gustes a una chica hasta ese punto no es algo raro; a mí también me ha pasado con chicos como Cristóbal, por ejemplo; al principio era muy intenso. —Cristóbal es un santo comparado con esa guillada. Me alegra que piense así de mi nuevo amigo, pero sus ojos t
Alexander Llevo varios días pensando qué debo hacer. Abril es la mujer que amo y no quiero saltar ese abismo… «¿Por qué las cosas del amor tienen que ser tan complicadas?» Recuerdo la noche que pedí ese deseo donde la imaginé a ella… Abril se convirtió en esa mujer que tanto quise y ahora lamento que no haya aparecido antes en mi vida, tal vez así las cosas hubieran sido diferentes y quizás no estaría atormentándome con la idea de que debo dejarla ir… Hoy le darán la salida del hospital y estoy esperando que mi abogado pueda persuadir a mi padre para que expulse a esa mujer. A pesar de que se inició un proceso legal de demanda en su contra, no quiero volver a verle la cara en este instituto y mucho menos, sabiendo que puede estar cerca de mi pequeña. Esta mañana fui a hablar con la doctora que la atendió y me dijo que el golpe que le propinó Abril no le rompió la nariz, sino que únicamente reventó algunos vasos sanguíneos y eso fue lo que le provocó el sangrado, además de que las
Es imposible explicar lo que siento… El aire no llega a mis pulmones como antes y tengo que respirar profundamente, mientras percibo el hueco en mi pecho por la ausencia de mi corazón hecho trizas… Recuerdo cuando él me besó por primera vez en sueños. Estaba acostada en mi cama cuando entró y vi su sombra en el umbral de la puerta; sin embargo, no me asusté como seguramente le hubiera pasado a cualquier otra chica; en mi caso se sintió como si hubiera llegado el hombre que había estado esperando hace mucho tiempo… Me quedé en silencio y él parecía un poco tímido al principio, pero luego empezó a acercarse lentamente hacia mí, consiguiendo que no pudiera quitarle los ojos de encima y me puse de pie para esperarlo, grabándome su manera de caminar. Se acercó tanto a mí que dejé de respirar, pero el aire no les hizo falta a mis pulmones cuando él dio ese primer paso que me dejó sin aliento… Ladeó su cabeza acercándose a milímetros de mi boca, y antes de que chocara sus labios con los míos
Han pasado varios días y Alexander y yo no hemos hablado. Estoy completamente alejada de él, cumpliendo obedientemente su voluntad, aunque me cueste en lo profundo de mi alma. Sé que debemos hablar, pero aún no me siento preparada; necesito dejar que pasen unos cuantos días más para poder tenerlo frente a mí sin querer arrojarme a sus brazos y pedirle que volvamos. Para ser mi primera ruptura amorosa, creo que he sido bastante fuerte; ya no he vuelto a llorar desde ese día y todavía puedo reírme. Mi mejor amiga y Cristóbal me han ayudado mucho, acompañándome y haciendo que mis días sean más fáciles de llevar. He visto que Alexander y el maestro Jack ahora se llevan mejor; parece ser que se han vuelto amigos y me alegra saber que él ya no está tan solo. Su nivel de madurez está muy por encima que el de la mayoría de alumnos y por eso nunca lo vi compartir el tiempo con nadie más que no fuera yo. Siempre he creído que Jack y Alexander tienen cosas en común, son más o menos parecidos.
—¡Rachel!, no puedo creer que hayas bebido tanto. Me lanza una mirada apagada. —Estoy triste. —Hace menos de veinte minutos que te dejé sola y mira lo que hiciste. —Echo de menos a Christopher, mucho. —Lo sé, pero, es peligroso. —Relájate Abril, solo hay mujeres. —Hay unos cuantos hombres bebiendo en la barra y estás sola en esta mesa. —Deja de regañarme y mejor siéntate a beber conmigo, yo ya te acompañé una vez, ¿recuerdas? —Sí, pero ese día estábamos con los chicos. —Es solo un ratito —me mira haciendo un puchero. —Está bien, te acompañaré, pero solo me tomaré una más; no podemos terminar las dos borrachas, ¿después quién nos saca de aquí? —Solo una más, lo prometo. Me siento en el sofá reclinable junto a ella y llamamos al chico de ojos verdes. —Hola, ¿cómo te llamas? —le pregunto cuando se acerca. —Sebastián, pero puedes decirme Sebas. —Esa sonrisa coqueta me recuerda a Cristóbal. —Mucho gusto, soy Abril. —Le tiendo la mano y él deja rápidamente la cerveza sobre la
Alexander Son las cinco de la tarde y estoy completamente solo y aburrido; ya no sé en qué más emplear mi tiempo para dejar de pensar en ella, está dando vueltas en mi cabeza las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. A veces me ocupo trabajando para mi “querido” padre en algunas cuestiones que tiene que resolver del instituto, ya que no le alcanza el tiempo por estar metido en sus negocios raros; recibo un buen pago por esto, pero no es un trabajo de tiempo completo sino de algunas horas y algunos días y por eso me queda mucho tiempo libre. Tengo diez llamadas perdidas de mi hermana Hannah; todo el día ha estado buscando la manera de contactarme. No va al instituto solo porque tiene cosas que hacer en el teatro, de lo contrario la tendría detrás de mí todo el tiempo. Estoy pensando seriamente si vale la pena darle una oportunidad, para que me explique por qué motivo me ocultó algo tan grave y tan importante. Mi cabeza está a punto de reventar con tantas preocupa