AlexanderAbril es la primera en asomarse por la puerta del cuarto justo cuando me levanto del sillón, y todos empiezan a salir de la habitación en fila india cubriéndose la nariz.—¡Amor! —me llama ella—. Te dejaron un regalito, ven a verlo.Me asomo a la habitación y me encuentro con un reguero de mierda de pollo en el suelo, cerca de la cama.—¡Mierda, qué asco! —me cubro la nariz haciendo una mueca como los demás—. Le falta educación.—Intenta educar a un gallo a ver si puedes, además no olvides que también es tu hijo.—Ahora entiendo por qué tu vecino se lo quería comer.Abril me enseña el dedo medio y enseguida la levanto y la tiro sobre la cama. Esquivando los parches de mierda en el camino, me apresuro a la puerta y la cierro detrás de mí, dejándola encerrada en el cuarto.—¡Eres un tramposo, ábreme la puerta! —vocea golpeando la madera con los puños.Me río y camino hacia el patio con la intención de buscar algo para limpiar el desastre que hizo el emplumado, cuando me topo
Estamos todos reunidos en el patio principal del instituto, esperando que el director más sexy dé un anuncio importante, para el cual convocó a todos y cada uno de los alumnos y maestros de la institución.—¿Qué se le ocurrió a Allen esta vez, Abril? —pregunta Cristóbal Colón, que se encuentra a mi izquierda. —No lo sé —respondo—. Ni me preguntes, no tengo la menor idea.—Tú debes saber, solo que no quieres decirme, porque eres una odiosa —objeta empujando mi hombro con el suyo—. Va a elegirme como el nuevo director, ¿verdad?—Ja, ja, ja, —me río devolviéndole el empujón—. No seas iluso.—Ustedes tienen que adelantarse de sus estudios; podrían dejarme a mí como director y Hannah puede ser mi administradora —agrega con una de sus sonrisas coquetas en el rostro.—Sigue soñando… Mejor cállate y ponle atención a Alex.—¡Pero si ni siquiera está hablando!—Pues entonces admíralo mientras tanto.—No sé qué le ven ustedes las mujeres a los hombres como él —comenta en forma de broma ajustánd
Nos acomodamos la ropa rápidamente y pronto estamos en el piso indicado.Alex toca la puerta y una voz femenina nos pide que pasemos desde el interior.Es una mujer de unos treinta años que está sentada en una enorme y larga mesa de madera brillante.—Señor Allen, señorita Abril, pensé que no vendrían —nos saluda con una sonrisa que poco puede disimular su molestia por nuestra impuntualidad.Voy a abrir la boca para explicarle el motivo de nuestra tardanza, pero Alex se me adelanta:—Buenos días, Amanda, disculpa que lleguemos a esta hora, pero nos quedamos encerrados en el ascensor por casi media hora.La mujer abre los ojos como platos y nos escruta de pies a cabeza una y otra vez, percatándose por fin de nuestro estado deplorable; notoriamente ambos nos vemos bastante mal, con la cara sudorosa, la ropa arrugada y sucia y el cabello desordenado, sin mencionar la expresión de recién follados que tenemos.«Espero que no se dé cuenta de esto último».— ¡Por Dios! ¿Cómo pasó? —Se levant
Es once de Abril, “el gran día”. Estoy en casa, acompañada de cinco hermosas mujeres que me ayudan a prepararme para mi matrimonio. Mi madre se encarga de unos pequeños retoques que necesita mi vestido, mientras que Eva y Samanta se entretienen con mi pelo, y Rachel, en compañía de Hannah, hacen una obra de arte en mi cara.Cuando terminan, me miro al espejo y contemplo el precioso maquillaje que hace lucir mi rostro natural y hermoso, junto con el peinado que va perfecto con mi personalidad. Optaron por dejar mi cabello suelto retocando mis ondas naturales con el encrespador; hicieron una media cola recogiendo un mechón de cada lado para unirlos justo debajo de la coronilla con un precioso moño blanco de rosas brillantes.Estoy tan feliz y emocionada con el resultado que quisiera lanzarme sobre ellas y llenarlas de besos y abrazos fuertes, pero me detienen adivinando mis pensamientos cuando advierten que podría arruinar su trabajo y ya no podrían presenciar la escena en la que Alex
Su sonrisa se roba la mía y mis ojos quedan presos en los suyos cuando da un paso hacia mí, mientras engancha su mano al brazo de su padre. El vestido blanco que lleva no es más que un adorno para su hermosura. Los rayos del sol iluminan su piel y brilla como si fuera un espíritu celeste.Mientras más se acerca, mi corazón más se acelera y se arruga de felicidad. Las lágrimas se acumulan en mis ojos y el nudo en mi garganta me obliga a pasar saliva varias veces para tratar de tragarme la emoción; sin embargo, mis intentos son en vano. Mis párpados ya no pueden contener el charco de lágrimas que se formó en mis ojos cuando la tengo en frente y Federico me entrega su mano. El toque de esa pequeña mano que tantas caricias me ha brindado, hace que mi pecho tiemble mientras la aprieto suavemente.Con el dorso de su mano libre, limpia las lágrimas que resbalan por mis mejillas, mientras deja salir las suyas. El pañuelo blanco en mi bolsillo hace un buen trabajo absorbiendo esas gotas sala
Alex y yo llegamos al terminal del pequeño pueblito dónde pasaremos nuestra luna de miel y tomamos un taxi directo al puerto; luego abordamos el bote que nos llevará a nuestro nido de amor, el cual no tengo ni idea de cómo luce.Durante el camino le hago mil preguntas que quedan sin respuesta porque parece que un ratón se le comió la lengua; sin embargo, su sonrisa lo delata y ya casi puedo sentir la anticipación de la maravillosa sorpresa que debió preparar para nosotros.En cuanto el bote se detiene, se levanta y me ofrece su mano para bajar. Mis ojos se deleitan, observando todo alrededor. Hay una hermosísima casa moderna de dos plantas que parece hecha de cristal, porque tanto la puerta como las paredes son completamente transparentes. El conductor de la lancha se despide amablemente agitando la mano mientras enciende el motor de nuevo y empieza a alejarse de la playa.La mano de Alex cubre la mía entrelazando sus dedos con los míos para llevarme hacia la entrada.Las rocas gigan
La noche da lugar a la mañana y esta vez no nos despertamos con el canto del señor Clock o con las uñas de Shiro en mi pecho, sino con el sol entrando por las enormes ventanas de cristal de la habitación. Ambos estamos desnudos, enredados en las sábanas blancas de la amplia cama, donde hace algunas horas estábamos haciendo el amor para sellar nuestro precioso matrimonio.El ángel que tengo por esposa me mira con una hermosa sonrisa en el rostro y suspira antes de darme los buenos días con uno de sus embriagadores besos que tanto amor me transmiten.—Buenos días, esposo —me saluda estirando los brazos con pereza.—Qué lindo amanecer, esposa —respondo poniéndole un mechón estorboso detrás de la oreja.—Se escucha tan preciosa esa palabra en tu voz.—Tú eres quien la hace perfecta —la beso.— ¿Quieres café? —Se incorpora de la cama, pero la detengo tomándola por el brazo.—Déjame beberme el café de tus ojos por un rato más, ¿sí?Ella me mira con esos preciosos iris marrones cuando la lu
Llevamos más de un mes disfrutando de nuestra luna de miel. Pasamos la mayoría del tiempo en nuestra casa en la isla, pero hace un par de semanas nos encontramos con Rachel y Christopher para continuar las vacaciones los cuatro juntos. Hemos tenido días hermosos, conociendo lugares exóticos, bailando, comiendo y bebiendo en diferentes destinos; sin duda, han sido las mejores vacaciones de mi vida, aunque ya llevamos mucho tiempo lejos de casa y extraño un montón a mis hijos, familia y amigos.He hecho videollamada en varias ocasiones con Panqueque y el señor Clock, pero no es lo mismo porque ellos necesitan mimos, que los apapache y los acaricie; hasta el engreído de Shiro se ve un poco triste en las videollamadas; es obvio que también necesita de nosotros y más de Alex.Creo que hemos tenido tiempo suficiente para divertirnos y les propongo a los demás que viajemos esta misma noche a nuestra ciudad; ninguno de los tres se opone. Al parecer mis mejores amigos también disfrutaron de su