13. NO, ELLA MERECE SER EL ÚNICO PLATO...Marcos mientras es atendido en la droguería, memoriza la información de la receta.Detalladamente, verifica que esté todo. Le pide un par de cosas más al farmacéutico y las pastillas para Lina.De regreso, le deja las pastillas a Lina para el dolor de cabeza que ahora de verdad va a necesitar, pues al nuevamente fallarle su plan, la rabia ha hecho que su mentira se haga realidad.Acercándose a casa de Sarah, la escucha toser y acelera el paso. Entra encontrándose con ella inclinada, Simón a su lado sosteniendo su mano y la anciana vecina dándole palmadas en la espalda.—¿Se puso de nuevo mal? —pregunta el Oficial angustiado.Sarah niega sin poder hablar.—Efectos secundarios de la anafilaxia —le comenta la anciana—. ¿Trajiste el inhalador?—Sí —con premura busca entre la bolsa donde trae los medicamentos. Abre la caja del broncodilatador y se lo extiende a la señora.La anciana lo sacude por unos segundos y se lo pasa a Sarah para que se lo col
14. CON BESOS...—Señora Jardon, usted quizás no entendería mi situación, pero créame que no tengo intenciones de lastimar a Sarah.—Pues espero que...—¿Pasa algo? —Se asoma Sarah, con Simón al lado y la anciana calla.—Nada, Sarita, ya me voy. Armando debe estar esperándome para hacerle el desayuno, ese viejo perezoso quién sabe que hará cuando yo ya no esté... —dice la anciana bajando el porche para ir a su casa.—¡Gracias, señora Jardon!—Cuídate mucho, mi niña —le dice volteando a mirarla y mirando con severidad a Marcos.—¿Qué fue eso? —le pregunta Sarah. Marcos niega restándole importancia.—Nada, mi bonita. ¿Cómo te sientes?—Ya me siento muy bien, gracias.—Me alegra tanto... —El claxon del transporte escolar los interrumpe—. Vamos, súper oruguita.—Súper oruguita ¿eh? —se agacha Sarah a despedirse de Simón.—Sí, soy súper origuita, Sarah, así me dijo mi papá.—Me encanta, mi amor. Ahora toca ir a la escuela porque los superhéroes necesitan estudiar para ser súper inteligentes
15. ...MI AMOR!Después de dar por terminada nuevamente la llamada, Sarah abre el sobre con los documentos y resopla leyéndolos.Aquella noche intenta dormir, pero no puede, se siente inquieta; le gustaría llamar a su mamá para contarle y sentirse mejor, pero es muy tarde.Da vueltas de un lado a otro en la cama y se rinde después de un rato de no lograr conciliar el sueño.Invadida de ansiedad, se abriga y sale al patio a mirar el cielo para relajarse.—¿Estás poniendo a prueba tus pulmones? —la voz de Marcos la sorprende, él también está en el patio de su casa.—¿Qué haces ahí?—La pregunta más bien es, ¿tú qué haces afuera con tanto frío y unos pulmones delicados? —ambos se acercan al muro que divide los patios.—El aire puro no me hace daño.—Pero el frío sí.—Pues digamos que ya me siento mejor de eso y de verdad necesitaba el aire. Y tú, ¿qué haces afuera?—Me gusta el silencio de la noche.—Sí, realmente es agradable, aunque es mucho mejor cuando es verano; el cielo está estrel
16. PUEDE SER PELIGROSO, MARCOS.Marcos por cuestiones del trabajo llega tarde y va directo por Simón, pues es hora de que el pequeño duerma.Toca el timbre de Sarah y ve la puerta ser abierta.—Hola, boni... ¡Señora Jardon, ¿cómo está?!—Hola, señor Jones.Sarah que está detrás de la anciana, se cubre la boca para no soltar una carcajada por la expresión de sorpresa de Marcos.Él la mira con una sonrisa de boca cerrada y ojos achinados, negando con la cabeza.—Hola, vecino —Sarah se acerca a la puerta y lo saluda.—Hola, Sarah.—¡Hola, papá! —aparece también el pequeño, quien es levantado en brazos por su progenitor. Marcos le llena la cara de besos y Sarah los mira sonriendo ante tan tierna escena.La chica solo aparta la mirada de padre e hijo cuando la señora Jardon voltea a mirarla para despedirse.—Bueno, Sarita, hasta mañana.—Hasta mañana, señora Jardon, muchas gracias otra vez.—Con gusto, mi niña —la anciana mira a sus otros dos vecinos—. Buenas noches, Simón, buenas noches,
17. TUYO. MARCOS.Sarah despierta al oír su alarma. Con los ojos pesados, quiere salir de la cama y vuelve a caer en ella.—Unos minutitos más —se comenta así misma.Mientras intenta despertar a su cerebro, comienza a recordar todo lo que hizo con Marcos.Sonríe al conectar sus neuronas, con su cuerpo felizmente agotado, se siente como si hubiera hecho ejercicios toda la noche. Todos sus músculos, especialmente los de sus piernas, duelen de una manera exquisita y siente su intimidad deliciosamente adolorida.Inhala el olor de la almohada donde Marcos estuvo y disfruta del particular olor masculino, mezclado con la colonia que él usa. «¡Humm!»Con pereza, se obliga a salir de la cama y al abrir la puerta siente el exquisito olor del café provenir de su casa.Va a la cocina y encuentra el café listo en la cafetera, con una nota sobre ella.FELIZ DÍA, BONITA.TUYO.MARCOS.—¿Mío? —Sarah sonríe con ironía.Se alista y se va a trabajar y mientras tiene oportunidad, descansa en alguna de las
18. QUIÉREME, NADA MÁS... Sarah se coloca los aretes que Marcos le llevó, antes de que el caballero, aparezca por la puerta del patio. «Son muy lindos, una muy buena imitación» Piensa, mirándose en el espejo. Marcos salta al patio de su vecina y la encuentra en la cocina, a punto de preparar chocolate caliente para los dos. Está completamente desnuda y con el cabello recogido en un moño alto que deja ver su regalo. —¡Hummm! —exclama Marcos con la boca hecha agua. —¿Qué tal se me ven? —le pregunta Sarah con voz seductora, mostrándole los pequeños y brillantes objetos en sus orejas. —Te lo diría, pero no logro concentrarme en ellos. Toda tú, los opaca. Sarah sonríe alagada y orgullosa de provocar esa reacción en él. —Haré chocolate para el frío, ¿gustas? Marcos niega con la cabeza acercándose a ella y asiéndose de su cintura, la levanta en el mesón de la cocina. —Yo me hago cargo del frío —agarra su cara entre sus manos y la besa. —¿De verdad no quieres chocolate? —le pregunta
19. ¿Y DE QUÉ SE ME ACUSA, OFICIAL? —¡Simón! —lo llama Sarah desde lejos levantando el brazo para hacerse ver. El pequeño reconociendo la voz, abre sus ojitos con emoción, gira buscándola y al ubicarla, corre hacia sus brazos. —¡Sarah! ¿Viniste a buscarme? —ella lo levanta en sus brazos. —Sí, mi oruguita. —Mira, Sarah, tengo los dientes más flojos —le muestra Simón sus dos dientes delanteros superiores que han ido aflojándose. —¡Wau! eso significa que te estás haciendo más grande y que pronto quedarás chimuelo... Marcos mirándolos, se pregunta en su interior qué le hace amar más a Sarah, ¿es lo que le hace sentir a él o es el amor con el que trata a su hijo? No se pudo contestar, porque es todo a la vez. —¡Señor Jones! —lo saluda la profesora de Simón y él se acerca a ella. —Maestra Suazo. —Qué feliz se ve Simón, ¿es su esposa? —No «ya quisiera». Ella es la persona especial de quien le hablé, la que ha iluminado la vida de mi hijo «y la mia». —¡Ah, ella es la famosa Sarah!
20. NADA DE TÍ ME DARÍA ASCO, BONITA.—Es mi período —le dice Sarah, queriendo que la tierra se la trague por la vergüenza.Marcos respira aliviado y se mete en la cama abrazándola.—¡Oh, mi amor! Pensé que había sido muy brusco y te había lastimado.—No, no lo has sido, todo ha sido fantástico. Pero, ¿no te da asco? —Ahora la preocupada es Sarah.—¡No!— Marcos mete una de sus piernas entre las de Sarah, la apriera más contra él y la besa en la frente—. En lo absoluto, nada de tí me daría asco, bonita.—¡Ay, Marcos! —exclama Sarah, enternecida con sus palabras—. Me da vergüenza contigo. No sabía que me vendría, tenía varios meses sin bajarme.—¿Vergüenza? ¡No! —la besa nuevamente en la frente—. Que nada te de vergüenza conmigo, mi amor —Sarah se acurruca en sus brazos, aliviada—. ¿Cómo que meses sin bajarte? ¿No debe ser mensual?—Debería ser así, pero soy bastante irregular con mi período.—¡Ah! ¿Y es normal?Sarah alza lo hombros.—Mi mamá era igual y por ello nunca he prestado atenc